Los diablos y las tinieblas del infierno no dan generalmente tanto miedo a la gente, pero muchos tienen gran temor de la luz divina. Y de hecho, es totalmente comprensible: sienten en el fondo de ellos mismos que tienen todavía la necesidad de dejarse llevar por los instintos, las pasiones, rehúyen esta luz que les enseñará que la vida que llevan es mediocre, incluso criminal… No quieren renunciar a ninguno de sus malos hábitos, y no soportan que esta luz pueda revelarles que estos hábitos son precisamente malos. Cuando no se quiere hacer ningún esfuerzo para mejorar, cerramos los ojos, nos tapamos las orejas y nos persuadimos de que estamos muy bien así.
Todos aquellos que temen la luz no saben muy bien el porqué, pero sienten instintivamente que hay algo en ella que amenaza lo que creen que es su felicidad. Solamente los que tienen sinceramente el deseo de evolucionar, de transformarse, buscan esta luz que les enseñará todo lo que hay que mejorar en ellos y cómo mejorarlo.
Todos aquellos que temen la luz no saben muy bien el porqué, pero sienten instintivamente que hay algo en ella que amenaza lo que creen que es su felicidad. Solamente los que tienen sinceramente el deseo de evolucionar, de transformarse, buscan esta luz que les enseñará todo lo que hay que mejorar en ellos y cómo mejorarlo.