En 1955, Pío XII, en su habitual discurso de todos los años a las ACLI (Asociación Católica de Trabajadores Italianos), el día primero de mayo, quiso dar un carácter reconocidamente cristiano a la fiesta del trabajo.
En realidad esta fiesta tiene un origen netamente socialista, su celebración está vinculada, además, al nacimiento de la Segunda Internacional.
En realidad esta fiesta tiene un origen netamente socialista, su celebración está vinculada, además, al nacimiento de la Segunda Internacional.