Con esto de la “intelnet”, donde los hombres firmamos con nombres de mujer y al revés, cada vez nos conocemos menos. Aquí las relaciones se apoyan en personalidades inventadas (menos Piri) en las que los barrigudos viejos nos hacemos pasar por esbeltos guayabos, los embusteros compulsivos y estafadores se nos presentan como seres inefables preñados de honorabilidad y no venden “la amoto” y, los mamones de toda la vida incluidos sus ancestros lejanos y recientes dicen, que los “chupopteros son otros. Y esos otros para ellos, generalmente son los recién llegados al mundo de la política activa o los que han conseguido abrirse camino luchando a brazo partido contra las fieras carroñeras que actúan unas veces solos y otras en manadas; en la intrincada selva
de los intereses dinerarios, poblada por una fauna la mayoría de las veces ignorantes de que sólo los usan como sujetos susceptibles de ser esquilmados hasta su último hálito. Para ello, se valen de todas las argucias que a lo largo de siglos, sus predecesores han ido recopilando. Saben, están convencidos, que en general, somos tontos del culo y que basta con azuzar nuestros más bajos instintos, (porque al parecer hay también instintos altos pero que yo no sé cuales son pero ellos dicen que son los suyos) para manejarnos como marionetas de guiñol. En eso anda ahora el partido político, la manada, que aspira a controlar a su manera y explotar en beneficio propio esta jaula de grillos a la que hemos convenido en llamar España. O la Españas, que decimos tú y yo. Se trata del quítese usted señor, que me pongo yo. Y no hay reglas ni éticas ni morales. Eso si, con una cara más dura que el pedernal y siguiendo el guión metódicamente, quieren hacen ver lo blanco negro y al contrario. Como siempre, para qué engañarnos.
Miremos a Grecia: ültimamente, ha estado gobernando allí la derecha con mayoría absoluta, por lo tanto, han aplicado las recetas liberales de la señorita Pepis. Han sido años dorados para ellos, nadie ha dicho ni pío y si acaso, que era un “milagro”; como si existieran. Mercados y banqueros han facturado miles de millones de pasta gansa al precio de ahora ayudando “caballerosamente” a los “gobernantes” para tapar sus trampas y deudas sin que el vecindario se percatase. Todo iba de cojón de pato, el milagro consistía en rebajar impuestos, recortar el gasto público, “desregular” los mercados. En fin, un paraíso en el que “los señores” del dinero ganaban más moviéndose en una amplía gama de colores, entre el blanco impoluto y el negro ciénaga. Pero estalló la “burbuja” el dinero se decoloró y encima gana la izquierda. Se acabó la comprensión ¿Vaya usted a saber qué ideas trae esta gente! Con la derecha era diferente, son gente de orden como nosotros, pero con estos hay que sacar la calculadora. Así, que los mismo bancos que ayer hacían negocios con unos gobernantes tramposos e irresponsable, pero de “los suyos”, ahora se ceban sin piedad con unos esforzado y con coraje, pero de izquierdas, “de los otros”.
Y ya conocemos el cuento: “la derecha y sus dogmas económicos hacen negocios, la izquierda gobierna para pagarlos y pasar a la historia como la culpable. Marianiño y los suyos se apuntan decididos a comerse ahora el pastel igual que hicieron antes.
Mañana te cuento moza, lo de la boda de la nena de Pepi Mari y su amiguito del alma D. Vito, un señor al que (al parecer) desconocían en Hacienda que somos todos porque nunca cotizó, (como La Lola de España, Lolita para sus amigos), y de la que el susodicho fue inspector.
Salud.
de los intereses dinerarios, poblada por una fauna la mayoría de las veces ignorantes de que sólo los usan como sujetos susceptibles de ser esquilmados hasta su último hálito. Para ello, se valen de todas las argucias que a lo largo de siglos, sus predecesores han ido recopilando. Saben, están convencidos, que en general, somos tontos del culo y que basta con azuzar nuestros más bajos instintos, (porque al parecer hay también instintos altos pero que yo no sé cuales son pero ellos dicen que son los suyos) para manejarnos como marionetas de guiñol. En eso anda ahora el partido político, la manada, que aspira a controlar a su manera y explotar en beneficio propio esta jaula de grillos a la que hemos convenido en llamar España. O la Españas, que decimos tú y yo. Se trata del quítese usted señor, que me pongo yo. Y no hay reglas ni éticas ni morales. Eso si, con una cara más dura que el pedernal y siguiendo el guión metódicamente, quieren hacen ver lo blanco negro y al contrario. Como siempre, para qué engañarnos.
Miremos a Grecia: ültimamente, ha estado gobernando allí la derecha con mayoría absoluta, por lo tanto, han aplicado las recetas liberales de la señorita Pepis. Han sido años dorados para ellos, nadie ha dicho ni pío y si acaso, que era un “milagro”; como si existieran. Mercados y banqueros han facturado miles de millones de pasta gansa al precio de ahora ayudando “caballerosamente” a los “gobernantes” para tapar sus trampas y deudas sin que el vecindario se percatase. Todo iba de cojón de pato, el milagro consistía en rebajar impuestos, recortar el gasto público, “desregular” los mercados. En fin, un paraíso en el que “los señores” del dinero ganaban más moviéndose en una amplía gama de colores, entre el blanco impoluto y el negro ciénaga. Pero estalló la “burbuja” el dinero se decoloró y encima gana la izquierda. Se acabó la comprensión ¿Vaya usted a saber qué ideas trae esta gente! Con la derecha era diferente, son gente de orden como nosotros, pero con estos hay que sacar la calculadora. Así, que los mismo bancos que ayer hacían negocios con unos gobernantes tramposos e irresponsable, pero de “los suyos”, ahora se ceban sin piedad con unos esforzado y con coraje, pero de izquierdas, “de los otros”.
Y ya conocemos el cuento: “la derecha y sus dogmas económicos hacen negocios, la izquierda gobierna para pagarlos y pasar a la historia como la culpable. Marianiño y los suyos se apuntan decididos a comerse ahora el pastel igual que hicieron antes.
Mañana te cuento moza, lo de la boda de la nena de Pepi Mari y su amiguito del alma D. Vito, un señor al que (al parecer) desconocían en Hacienda que somos todos porque nunca cotizó, (como La Lola de España, Lolita para sus amigos), y de la que el susodicho fue inspector.
Salud.