ECONOMÍA ESPAÑOLA. A lo largo de la década de los 40 y gran parte de los cincuenta, España vivió un largo periodo de estancamiento económico y escasez, y ello no solo como resultado de la destrucción de la guerra civil, de las dificultades de suministros durante la segunda guerra mundial, o del aislamiento a que fue sometida en la posguerra mundial. Tampoco la "pertinaz squía " que hacia gala Franco de ella, resultaba una nueva excusa. Se pasó mal y nadie puede decir lo contrario. En el año 1950 la producción estaba por debajo del nivel de 1936, ello se debió fundamentalmente a la política económica autártica impuesta por el régimen causante de una gran crisis donde se apreciaba la diferencia entre España y el resto de Europa. Los años 40 fueron de una economía muy cerrada. La autarquía era un proyecto ideológico basado en la autosuficiencia económica y la subordinación de la económia al Estado, el cual estableció un rígido control de abastecimientos, precios y salarios. Todo estaba sujeto a un severo control. La irrealidad de los precios oficiales provocó la aparición de un paralelo y floreciente MERCADO NEGRO a gran escala, el tristemente famoso ESTRAPERLO. Triste, bueno, pero era una forma de ir tirando a nivel de baja economía familiar; se estraperlaba la mayoría de las veces para poder comer. Sin embargo, otros hicieron grandes fortunas con el estraperlo porque ariesgaban mucho y si les salía bien, ganaban mucho más. No quiero seguir adelante sin abrir un pequeño inciso para tratar EL ESTRAPERLO.
Un saludo.
Un saludo.
EL ESTRAPERLO EN LA DICTADURA. La irrealidad de los precios oficiales provócó un paralelo y floreciente mercado negro a gran escala, aunque también a mediana y pequeña. Había que sobrevivir como fuera, y entonces surgió el famoso ESTRAPERLO. Se estraperlaba TODO: ropa, comestibles, metales... Todo aquello que fuera objeto de un precio no oficial; así, la ropa de los militares: camisas, monos y botas, salían de los cuarteles para ser vendidos. Lo que más se apreciaba eran las botas. Una marca española -creo que SEGARRA -, hacía botas para el ejército español, la verdad es que eran muy buenas, casi, casi irrompibles, duraban mucho. Ni que decir tiene que el ACEITE de oliva, buen aceite, salía de los cuarteles a un precio muy alto. Si estaba oficialmente a unas 18 o 20 pesetas, eso cuando había existencias en las tiendas de ultramarinos, puesto que se agotaba enseguida. Entonces entraba en función el mercado negro. Se vendía el litro de aceite en unas 100 pesetas o algo más. Con el azúcar pasaba otro tanto. El azúcar, que oficialmente costaba entre una y dos pesetas, estraperlando se pagaba entre 20 y 25 pesetas el Kilo. ¿Cómo salía de la azucarera el azúcar? Pues, los que trabajaban en ella, llevaban para el desayuno una botella de litro de café con leche. Una vez tomado, lavaban la botella (botellas) y la rellenaban de azúcar, luego iban a las casas donde se hacía estraperlo y vaciaban la botella. Mucho dinero ganó mucha gente. Con la harina sucedía lo mismo. De las provincias limítrofes llegaban a León para comprar lo que fuera, sí, digo bien, lo que fuera, era un modo de ganarse la vida. Hasta de Bilbao llegaba gente comprando lo que hubiera. Fue terrible, en las tiendas no había nada o muy poco y cuando llegaba algo se agotaba rápidamente. Contaré como se estraperlaba el azúcar en Asturias. Desde León, un estraperlista hacía en su abrigo unos tubos de tela por dentro del abrigo. Todo el abrigo por dentro estaba lleno de tubos no muy anchos, como las bolsitas de una canana donde se intoducen los cartuchos. Bien, tenían no despertar sospechas, porque de lo contrario eran requisados y perdían el azúcar que llevaran, ni que decir tiene que a lo mejor transportaban entre 10 y 15 kilos, en Asturias dejabas la mercancia y ésta volvía a ser revendida. LOS METALES. Los metales: cobre, bronce, metal, alumnio, plomo e hierro en las chatarrerías se pagaban muy bien. Un kilo de cobre (el que más se cotizaba) llegó a pagarse ente 100 y 125 pesetas el Kilo. El bronce andaba por las 30 pesetas, el metal por las 25 pesetas, luego el alumnio y el plomo también se obtenían buenos dineros, siendo el hierro el más barato.
... Continuará.
... Continuará.
Algunos se preguntarán como "sabe este tipo esas cosas". Bueno, yo como Lope de Vega cuando habla del amor y dice al final: "... Quien lo probó lo sabe". Yo digo: Quien lo vivió lo sabe. Me refiero al estraperlo y otras cosas que seguiré contando.
n saludo.
n saludo.
... Había colas hasta para poder comprar LA LECHE. Pero no te daban toda la que quisieras. La cola era interminable. Cuando se acaba la leche, había que seguir en la cola hasta que llegara otra remesa y con un poco de suerte te llevabas para casa un par de litros, ya que, algún amigo se ponía a la cola y pedía para luego darte la botellita de leche, eso sí, pagando, claro está
Con el tabaco pasaba poco más o menos. Estaba racionado. daban una cartilla rellena de cupones y si querías tabaco ibas al estanco con la c artilla y te servían. Por cierto, era malísimo. Como había muy poco, mucha gente cogía la colilla que otros tiraban y se la fumaba. Muchos de ellos tenían una maquinita para liar los cigarrillos, tabaco de colillas y bien preparados, vendía esos cigarrillos sacando unas perrillas. Todo se estraperlaba.
En los pueblos era donde menos hambre se pasaba, ya que, tenía casi de todo para comer: gallinas, conejos, huevos, patatas, legumbres, mataban el cerdo... vamos, que dentro de lo que cabe el hambre no pasaba lista, si bien, la comida casi diaria, por no decir diaria, era el siguiente MENÚ: Desayuno... sopas de ajos con un buen torrezno, al amanecer un pedazo de pan mojado con orujo. Comida... cocido de garbanzos. Cena... un huevo frito o en tortilla o sopas de ajos. Y hala, a la cama.
Otro día más.
Con el tabaco pasaba poco más o menos. Estaba racionado. daban una cartilla rellena de cupones y si querías tabaco ibas al estanco con la c artilla y te servían. Por cierto, era malísimo. Como había muy poco, mucha gente cogía la colilla que otros tiraban y se la fumaba. Muchos de ellos tenían una maquinita para liar los cigarrillos, tabaco de colillas y bien preparados, vendía esos cigarrillos sacando unas perrillas. Todo se estraperlaba.
En los pueblos era donde menos hambre se pasaba, ya que, tenía casi de todo para comer: gallinas, conejos, huevos, patatas, legumbres, mataban el cerdo... vamos, que dentro de lo que cabe el hambre no pasaba lista, si bien, la comida casi diaria, por no decir diaria, era el siguiente MENÚ: Desayuno... sopas de ajos con un buen torrezno, al amanecer un pedazo de pan mojado con orujo. Comida... cocido de garbanzos. Cena... un huevo frito o en tortilla o sopas de ajos. Y hala, a la cama.
Otro día más.