John Deere.
Fundó (Deere & Company) ¡La máquina por antonomasia! Agrícolas y para la construcción. Se hizo a sí mismo, pero se hizo bien. También fue miembro activo de la primera iglesia congregacional.
Por estos terruños de nuestros amores y desamores, los tractores de esa marca empezaron a funcionar si no recuerdo mal, allá por la década de los cincuenta y principio de los sesentas del siglo pasado. Ni que decir tiene, que los primeros fueron comprados por los vencedores de nuestra última incivil merced a un acuerdo al que llegaron con los yanquis de la época.
Eso agilizó mucho los trabajos en las grandes propiedades y por consiguiente, sobraba mano de obra baratísima. Que acabó viendo su única salida en las migraciones a otros lugares del planeta y fomentó, de paso, el trasvase de jornaleros casi analfabetos o analfabetos contra su voluntad, del campo a las grandes poblaciones donde los horrores de la guerra habían dejado un vacío de capital humano que, una incipiente industria, necesitaba llenar. Circunstancia que también le fue muy bien al régimen dictatorial de la época pues, de un lado, los emigrados enviaban un dinero ganado con mil penurias a los familiares que habían quedado en sus lugares de origen esperándolos con la boca abierta, como los pajarillos, para poder comer y pagar lo que graciosamente, el tendero les había dado “de fiado” y, por otro, el régimen, recibió aquellas inyecciones de divisas que le vino que ni llovida del cielo.
Todo este largo preámbulo; John, es para contestar a tu escrito en el que me tildas de (“demagogo”) y también, para decirte de paso, que has elegido muy bien tu mote. Perfecto, la marca de unas máquinas. Te sienta como anillo al dedo. Ni yo ni mi amiga la mocita de la fuente, te hubiéramos motejado mejor.
[Los muertos del bando nacional eran católicos, o al menos se supone puesto que murieron de defensa del orden, la paz y de su religión.] Menos mal que dices “al menos se supone”, católicos. Y yo supongo, que al estilo de muchos de los que andan ahora por estos pagos.
Lo que no eran, y esto sí, sin duda, es cristianos. Que sus correligionarios los homenajearan, entraba dentro de aquel ritual de la confusión tan en boga antes como ahora mismo y, naturalmente, por quienes defienden aquellos mismos “valores”.
Aparte de lo que ya te han dicho 246 y Antonia, te podría decir más sobre cristianos de verdad que fueron asesinados por aquellos “católicos”, pero lo dejaré para otro día.
Al hilo, Antonia, muy acertada la imagen del “locutor de Radio Sevilla” pues como puedes ver y leer, hoy han resucitado su táctica y su virulencia verbal.
Pues claro que sí, John, aquellos hombres, mujeres y niños muertos de un tiro o de varios en la nuca y medio enterrados en cunetas y campos o huidos y refugiados de la barbarie en otros Países más civilizados, lo que menos necesitaban eran misas y gori gori. Lo que necesitaban y siguen necesitando, es que se les reconozca su condición de seres humanos con sus defectos o virtudes.
Por supuesto, John Deere, está claro que el hecho de que fuesen pisoteados, queda muy bien en una novela negra, porque es que fue una novela negra, triste, cruel, irracional y antihumana, en el que los asesinos jugaban con todas las ventajas, incluida la impunidad. Y siguieron contando con ella hasta cerca del siglo XXI y, si me apuras, aún. Y para muestra, el caso Garzón.
Respecto a si me imagino ¿qué hubiera pasado si la incivil la hubieran ganado quienes la perdieron? Pues sí, me lo he preguntado y me doy respuestas. Se habrían hechos juicios en los que se habría resaltado el delito de rebelión militar por quienes lo cometieron realmente. Los cabecillas seguramente habrían sido fusilados. Algunos de los inductores y cooperadores necesarios también.
Seguramente ahora habría instaurada una república. Posiblemente el terror no habría durado cuarenta años. Pero todo esto son suposiciones. Así, que visto los visto y vivido lo vivido, creo que hay que atenerse a los hechos concretos, y estos son los que son. Y los que han sido.
Espero que usted, encuentre sus familiares muertos y enterrados en ignorado paradero, si los tiene, pero ¿a cuento de qué viene eso de impedir que los demás se olviden de los suyos? La suya, ¿no es también una memoria histérica? Memoria que huye hacia adelante beatificando a sus muertos en bloque.
Si los que defendemos las medidas tomadas por el juez Garzón en relación con este caso, no estuviéramos tan cegados por el fanatismo político, quizá reconoceríamos sus aciertos en la lucha contra toda clase de grandes delincuentes mafiosos amparados bajo el paraguas del dinero, las bombas u otras circunstancias no legales y, recordaríamos, cuando lo jaleábamos porque metió en chirona a personalidades políticas relevantes. Pero claro, somos cerrados de mollera.
Que tenga ambiciones políticas, me la trae al pairo, mientras haga su trabajo de juez. Y recuerde, cuando “en este país” se hayan agotado todas las vías, aún queda el Penal Internacional y, los delitos de lesa humanidad, no prescriben.
Salud.
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