El que hace un cesto hace un ciento.
En el almendral con pocas almendras dulces cuya fuente concejil tienes el honor de presidir aunque estés mutilada de cabeza y brazo; cuando yo era chico los cestos no se hacían de mimbre, sino de varetas de olivo, porque el mimbre no abundaba y varetas había para quemar en los hornos de aquellos caleros que había antes transformado la piedra en cal blanca y prieta. La una para blanquear y desinfectar las paredes de las casas y la otra para la argamasa.
Ciertos ... (ver texto completo)
En el almendral con pocas almendras dulces cuya fuente concejil tienes el honor de presidir aunque estés mutilada de cabeza y brazo; cuando yo era chico los cestos no se hacían de mimbre, sino de varetas de olivo, porque el mimbre no abundaba y varetas había para quemar en los hornos de aquellos caleros que había antes transformado la piedra en cal blanca y prieta. La una para blanquear y desinfectar las paredes de las casas y la otra para la argamasa.
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