NEW YORK TIMES
El juez español más conocido. Baltasar Garzón, está acusado en un caso de trasfondo político que debiera haber sido desestimado por el tribunal.
Se le acusa de ignorar la Ley de amnistía de 1977 cuando decidió investigar más de 100.000 desaparecidos en la guerra civil y en la represión franquista que siguió.
Los cargos los sustentan dos grupos de extrema derecha que temen una investigación sin cortapisas de la época franquista.
Por desgracia uno de los magistrados compañero de Garzón sustancio la querella y ha formalizado los cargos.
Como consecuencia será suspendido en sus funciones hasta el juicio y si es considerado culpable puede ser apartado de la carrera judicial hasta 20 años, dando por acabada su trayectoria dedicada a la persecución de terroristas y dictadores para que dieran cuenta de sus delitos.
Ello puede alegrar a sus enemigos políticos pero será una farsa de justicia.
Los verdaderos delitos en este caso son las desapariciones, no la investigación de Garzón.
Garzón es un juez valiente y controvertido que se ha granjeado muchos enemigos.
Ha instruido casos contra terroristas vascos y de al qaeda, poderosos políticos españoles, dictadores latinoamericanos y jefes mafiosos rusos.
Su objetivo ha sido impedir la impunidad de los poderosos y extender el imperio de los derechos humanos internacionalmente.
Hay que permitir que Garzón prosiga su trabajo. España necesita un honesto ajuste de cuentas con su problemático pasado y no la persecución de quienes tienen el coraje de pedirlo.
Nueva York 9 de abril de 2010
El juez español más conocido. Baltasar Garzón, está acusado en un caso de trasfondo político que debiera haber sido desestimado por el tribunal.
Se le acusa de ignorar la Ley de amnistía de 1977 cuando decidió investigar más de 100.000 desaparecidos en la guerra civil y en la represión franquista que siguió.
Los cargos los sustentan dos grupos de extrema derecha que temen una investigación sin cortapisas de la época franquista.
Por desgracia uno de los magistrados compañero de Garzón sustancio la querella y ha formalizado los cargos.
Como consecuencia será suspendido en sus funciones hasta el juicio y si es considerado culpable puede ser apartado de la carrera judicial hasta 20 años, dando por acabada su trayectoria dedicada a la persecución de terroristas y dictadores para que dieran cuenta de sus delitos.
Ello puede alegrar a sus enemigos políticos pero será una farsa de justicia.
Los verdaderos delitos en este caso son las desapariciones, no la investigación de Garzón.
Garzón es un juez valiente y controvertido que se ha granjeado muchos enemigos.
Ha instruido casos contra terroristas vascos y de al qaeda, poderosos políticos españoles, dictadores latinoamericanos y jefes mafiosos rusos.
Su objetivo ha sido impedir la impunidad de los poderosos y extender el imperio de los derechos humanos internacionalmente.
Hay que permitir que Garzón prosiga su trabajo. España necesita un honesto ajuste de cuentas con su problemático pasado y no la persecución de quienes tienen el coraje de pedirlo.
Nueva York 9 de abril de 2010