Un pasado de enfrentamientos se convierte en un presente...

Un pasado de enfrentamientos se convierte en un presente de confrontación sobre el pasado.

La amnistía de 1977

Escrito por: Por José María Benegas

Entre el recuerdo de los Pactos de la Moncloa y la conmemoración de los veinticinco años de la victoria del PSOE en octubre de 1982, el treinta aniversario de la Ley de Amnistía ha pasado casi desapercibido. Me correspondió el honor de representar al Grupo Socialista en el pleno del Congreso de los Diputados que aprobó la ley. Era la primera vez que intervenía en el hemiciclo. Fue una sesión solemne. La amnistía fue una de las más queridas y sentidas reivindicaciones de la izquierda. No podíamos empezar una nueva etapa democrática con juicios del pasado pendientes, gente en la cárcel y todavía miles de personas viviendo en el exilio político. Como todo en aquel entonces, la Ley de amnistía fue producto de un pacto en el que los vencidos de la guerra civil y perseguidos durante cuarenta años nuevamente tuvimos que guardarnos nuestros sentimientos y demostrar generosidad política para poder avanzar en el proceso democrático. Lo digo porque la Ley de Amnistía de octubre de 1977 fue una ley de punto final en virtud de la cual nada de lo ocurrido entre el 18 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977 podría ser objeto de reclamación, como ya he explicado recientemente en estas páginas. Es decir, renunciamos a revisar el pasado y exigir las responsabilidades generadas durante cuarenta años de dictadura.

En aquel discurso invoqué el recuerdo "para todos aquellos que hoy deberían ser amnistiados y no pueden participar de este momento, porque sus vidas quedaron truncadas en el camino y en la espera de una libertad ansiada que no llegaron jamás a ver; recuerdo para quienes han sufrido en este país, persecución porsus ideas y convicciones, para quienes han sufrido cárcel, ignominias, tortura, desprecios, vilezas y no desmayaron ni un instante en la defensa de la libertad; recuerdo para los miles de hombres y mujeres que han vivido día a día en el exilio, movidos por el señuelo de la caída de la dictadura, esperándola cada día y cada noche, añorando la vuelta a su tierra, a sus pueblos, a sus casas a España y que han fallecido lejos con esa esperanza alentada durante tantos años, rota por una muerte en tierra ajena".

Así vivíamos y sentíamos en aquella época. "Las cosas tienen, en distintos días, distintos modos de acontecer y lo que ocurrió bajo la lluvia sólo bajo la lluvia puede ser contado" (Rafael Sánchez Ferlosio). Discutir y recordar nuestro pasado no es malo, es bueno y conveniente. La cuestión reside en el cómo se discute y con qué intenciones se invoca nuestra historia. Los motivos del recuerdo deben ser limpios porque, en caso contrario, un pasado de enfrentamientos se convierte en un presente de confrontación sobre el pasado.