El ex juez español Baltasar Garzón se hospedó en la capital tucumana durante su estadía en la provincia, a la que llegó invitado por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación. Acababa de terminar su desayuno y, entre risueño y amable, le pidió a su asistenta, que no paraba de advertirlo sobre sus actividades del día: “No me estéis dando a la húmeda (hablando) que me desconcentras.”
Garzón describió su sensación de haber visitado Tucumán y su necesidad de caminar por las calles de la ciudad, pero sobre todo, la emoción que le provocó el haber estado en el centro clandestino de detención conocido como Pozo de Vargas, mientras aún se trata de determinar la identidad de muchos de los restos óseos encontrados allí de víctimas de la última dictadura militar.
–En su estadía en Tucumán usted dijo que sin la figura de Néstor Kirchner, los juicios no se hubiesen realizado ni concretado. ¿Qué recuerdo tiene de él?
–Bueno, aclaro que no pertenezco a ningún partido político pero también digo que cada uno es dueño de sus afectos y se debe reconocer a quienes hicieron algo importante en determinados momentos de su vida, y en este caso Néstor Kirchner fue una figura importante por lo que hizo. También Cristina Fernández de Kirchner, porque no creo que tuviera ni siquiera en mente en el año 2005, cuando la conocí, ser presidenta de la República, y sin embargo el compromiso ya existía y eso lo percibes cuando hay autenticidad pues te das cuenta y lo sabes, como así también cuando hay una pose. Néstor Kirchner vio en su país un proceso interno y su manifestación fue avanzar con estos juicios porque no podía mantener esa impunidad que identifica a un sector de la idiosincrasia argentina y no era acorde con la situación de desamparo para con las víctimas. Si bien hay que tener cuenta que comenzaba el juicio de Sicilingo y que se terminó con la decisión de que se lleven adelante aquí. Cuando pase el tiempo se acrecentará la figura de Kirchner, porque antepuso los valores al interés político porque con la senda que abrió podría haber ocurrido cualquier cosa y tomó ese camino sin medir las consecuencias sino porque se debía hacer y eso me parece básico en un líder. Cuando fui a verlo en el palacio de gobierno me acompañaba Héctor Timerman, quien era el embajador de Derechos Humanos en la ONU y estaba en Nueva York y me dijo: “Vas a tener la entrevista con Néstor, es particular e incluso dicen que es arisco pero si ves que a la media hora empieza con la mano derecha a tocarse la pierna es porque ya nos tenemos que ir” (risas). Entonces entré cohibido, pero lo cierto es que hablamos una hora y media y fuimos nosotros quienes tuvimos que decirle que nos íbamos porque había que ver a la primera dama en la ex ESMA. Recuerdo también que antes de salir de su despacho me dijo que tenía muy claro que tenía que impulsar los juicios sino, “los meto a los represores en un avión para que usted proceda”. Eso dibujaba su determinación de alguien que cree que debe y tiene que hacer algo.
– ¿Cómo fue venir a Tucumán, luego de su vínculo judicial con esta provincia?
–Siempre hay una primera vez pero, es de esos lugares en los que llegas y parece que regresas porque cuando te has aproximado a un lugar por los documentos y los testimonios, por las personas que sufrieron la represión de la mano de muchos, pero principalmente de la mano de quien tenía el poder en se momento, pues te da una sensación de déjà vu, o sea de que estuve aquí antes. Cuando haces una investigación vas al lugar y a partir de ahí actúas. Aquí el proceso fue completamente a la inversa y en cuanto a la gente y las vibraciones que generan, la verdad que fue muy intenso. Ayer lo que hice fue pasear por la calles, les dije a los que me cuidaban que me dejen andar, quería el bullicio de la gente joven. Fue muy lindo y las vibraciones muy positivas.
–Teniendo en cuenta esas vibraciones imaginamos que tuvo sensaciones encontradas…
–Cuando estuve hablando con los organismos, y volví a reencontrarme con personas víctimas que habían concurrido ante mí al Juzgado de Instrucción Nº 5, oyéndolas comprobabas que tienen similares problemas con la justicia en cualquier parte del mundo, la dilación en la tramitación de las causas, falta de medios, falta de compromiso con quienes asumen esa responsabilidad y el anhelo de las víctimas con que finalmente se haga justicia. Años después, revivirlos es una sensación muy fuerte.
– ¿Cree que se resolvieron esos problemas?
–Estamos hablando de justicia en vivo y no es un deseo frustrado o prohibido como ocurrió en el año ’86 en España. La gente iba lejos de su país porque aquí no se le echaba cuenta a ninguna de las víctimas, y tuve la oportunidad de escucharlas y decían que no iban a España porque se iba a resolver el asunto sino que en la Argentina ni siquiera se escuchaba los problemas de la gente.
–En cuanto a Latinoamérica, ¿cómo ve la región sobre todo con lo ocurrido en Paraguay?
–El caso de Paraguay, lo he dicho, me preocupa profundamente porque que sea un mecanismo esté previsto en la Constitución no significa que deba ser usado de esta manera. Se buscó acabar con el mandato de alguien votado por el pueblo. No deberían haberlo hecho tan sorpresivamente. Deberían haber esperado que los ciudadanos den su opinión. No es bueno para el fortalecimiento democrático de la región. Y ocurre en un momento que Latinoamérica esta demostrando que no se estaban haciendo tan mal las cosas.
– ¿Por qué es tan difícil investigar los crímenes del franquismo en España?
–Complejo no es, es imposible. Es muy fácil la explicación; hubo una decisión judicial al máximo nivel que lo impide, los jueces tienen que guiarse por lo que dicen las leyes y no las interpretaciones de las mismas, y lo he sufrido en propia carne. Las decisiones del tribunal se han convertido en leyes, criminalizar la interpretación de la ley es de un peligro enorme, es tan grave el riesgo de haber abierto esa vía que es peligrosísima. No soy un héroe y estoy convencido de lo que hago, no he hecho nada que merezca una sanción como la que he recibido. No hay intención alguna de investigar los crímenes del franquismo. Siempre me inclinaré por la defensa de las víctimas. No se ha superado el franquismo aún. No se quiere investigar y queda pendiente una Comisión de la Verdad.
–De ahora en más cuál será su futuro, porque seguirá vinculado a las causas de este tipo.
–Hay puntos en la vida que te marcan. A los 17 años quise ser juez y estudié para esto, a pesar de los años que me inhabilitaron no me siento marginado, ni he perdido el título de juez y de hecho el día de mañana si quiero volver tengo que pedir la reincorporación. Soy consciente de que cuando alguien asume un papel como este, se arriesga a que le puedan ocurrir estas cosas: te pueden dar un tiro de una organización terrorista o que tus colegas, luego de un proceso, crean que hiciste mal las cosas, por mas que crea que no es así. Creo que es el modelo de juez que hay que callar. Pero esto no es lo que debe de hacerse en el Estado de derecho.
Garzón describió su sensación de haber visitado Tucumán y su necesidad de caminar por las calles de la ciudad, pero sobre todo, la emoción que le provocó el haber estado en el centro clandestino de detención conocido como Pozo de Vargas, mientras aún se trata de determinar la identidad de muchos de los restos óseos encontrados allí de víctimas de la última dictadura militar.
–En su estadía en Tucumán usted dijo que sin la figura de Néstor Kirchner, los juicios no se hubiesen realizado ni concretado. ¿Qué recuerdo tiene de él?
–Bueno, aclaro que no pertenezco a ningún partido político pero también digo que cada uno es dueño de sus afectos y se debe reconocer a quienes hicieron algo importante en determinados momentos de su vida, y en este caso Néstor Kirchner fue una figura importante por lo que hizo. También Cristina Fernández de Kirchner, porque no creo que tuviera ni siquiera en mente en el año 2005, cuando la conocí, ser presidenta de la República, y sin embargo el compromiso ya existía y eso lo percibes cuando hay autenticidad pues te das cuenta y lo sabes, como así también cuando hay una pose. Néstor Kirchner vio en su país un proceso interno y su manifestación fue avanzar con estos juicios porque no podía mantener esa impunidad que identifica a un sector de la idiosincrasia argentina y no era acorde con la situación de desamparo para con las víctimas. Si bien hay que tener cuenta que comenzaba el juicio de Sicilingo y que se terminó con la decisión de que se lleven adelante aquí. Cuando pase el tiempo se acrecentará la figura de Kirchner, porque antepuso los valores al interés político porque con la senda que abrió podría haber ocurrido cualquier cosa y tomó ese camino sin medir las consecuencias sino porque se debía hacer y eso me parece básico en un líder. Cuando fui a verlo en el palacio de gobierno me acompañaba Héctor Timerman, quien era el embajador de Derechos Humanos en la ONU y estaba en Nueva York y me dijo: “Vas a tener la entrevista con Néstor, es particular e incluso dicen que es arisco pero si ves que a la media hora empieza con la mano derecha a tocarse la pierna es porque ya nos tenemos que ir” (risas). Entonces entré cohibido, pero lo cierto es que hablamos una hora y media y fuimos nosotros quienes tuvimos que decirle que nos íbamos porque había que ver a la primera dama en la ex ESMA. Recuerdo también que antes de salir de su despacho me dijo que tenía muy claro que tenía que impulsar los juicios sino, “los meto a los represores en un avión para que usted proceda”. Eso dibujaba su determinación de alguien que cree que debe y tiene que hacer algo.
– ¿Cómo fue venir a Tucumán, luego de su vínculo judicial con esta provincia?
–Siempre hay una primera vez pero, es de esos lugares en los que llegas y parece que regresas porque cuando te has aproximado a un lugar por los documentos y los testimonios, por las personas que sufrieron la represión de la mano de muchos, pero principalmente de la mano de quien tenía el poder en se momento, pues te da una sensación de déjà vu, o sea de que estuve aquí antes. Cuando haces una investigación vas al lugar y a partir de ahí actúas. Aquí el proceso fue completamente a la inversa y en cuanto a la gente y las vibraciones que generan, la verdad que fue muy intenso. Ayer lo que hice fue pasear por la calles, les dije a los que me cuidaban que me dejen andar, quería el bullicio de la gente joven. Fue muy lindo y las vibraciones muy positivas.
–Teniendo en cuenta esas vibraciones imaginamos que tuvo sensaciones encontradas…
–Cuando estuve hablando con los organismos, y volví a reencontrarme con personas víctimas que habían concurrido ante mí al Juzgado de Instrucción Nº 5, oyéndolas comprobabas que tienen similares problemas con la justicia en cualquier parte del mundo, la dilación en la tramitación de las causas, falta de medios, falta de compromiso con quienes asumen esa responsabilidad y el anhelo de las víctimas con que finalmente se haga justicia. Años después, revivirlos es una sensación muy fuerte.
– ¿Cree que se resolvieron esos problemas?
–Estamos hablando de justicia en vivo y no es un deseo frustrado o prohibido como ocurrió en el año ’86 en España. La gente iba lejos de su país porque aquí no se le echaba cuenta a ninguna de las víctimas, y tuve la oportunidad de escucharlas y decían que no iban a España porque se iba a resolver el asunto sino que en la Argentina ni siquiera se escuchaba los problemas de la gente.
–En cuanto a Latinoamérica, ¿cómo ve la región sobre todo con lo ocurrido en Paraguay?
–El caso de Paraguay, lo he dicho, me preocupa profundamente porque que sea un mecanismo esté previsto en la Constitución no significa que deba ser usado de esta manera. Se buscó acabar con el mandato de alguien votado por el pueblo. No deberían haberlo hecho tan sorpresivamente. Deberían haber esperado que los ciudadanos den su opinión. No es bueno para el fortalecimiento democrático de la región. Y ocurre en un momento que Latinoamérica esta demostrando que no se estaban haciendo tan mal las cosas.
– ¿Por qué es tan difícil investigar los crímenes del franquismo en España?
–Complejo no es, es imposible. Es muy fácil la explicación; hubo una decisión judicial al máximo nivel que lo impide, los jueces tienen que guiarse por lo que dicen las leyes y no las interpretaciones de las mismas, y lo he sufrido en propia carne. Las decisiones del tribunal se han convertido en leyes, criminalizar la interpretación de la ley es de un peligro enorme, es tan grave el riesgo de haber abierto esa vía que es peligrosísima. No soy un héroe y estoy convencido de lo que hago, no he hecho nada que merezca una sanción como la que he recibido. No hay intención alguna de investigar los crímenes del franquismo. Siempre me inclinaré por la defensa de las víctimas. No se ha superado el franquismo aún. No se quiere investigar y queda pendiente una Comisión de la Verdad.
–De ahora en más cuál será su futuro, porque seguirá vinculado a las causas de este tipo.
–Hay puntos en la vida que te marcan. A los 17 años quise ser juez y estudié para esto, a pesar de los años que me inhabilitaron no me siento marginado, ni he perdido el título de juez y de hecho el día de mañana si quiero volver tengo que pedir la reincorporación. Soy consciente de que cuando alguien asume un papel como este, se arriesga a que le puedan ocurrir estas cosas: te pueden dar un tiro de una organización terrorista o que tus colegas, luego de un proceso, crean que hiciste mal las cosas, por mas que crea que no es así. Creo que es el modelo de juez que hay que callar. Pero esto no es lo que debe de hacerse en el Estado de derecho.