Mi amada niña del exorcista, tú, muy mala (según tú), que te pones de MOTE, Bicha. Ella, o él, ¿Víctor o Victoria?, quien sabe..., ya te dije un día, cielín, que formas parte de una hidra que tiene múltiples cabezas que trabajan a destajo echando pelotas fuera desde una covachuela con tantas telarañas, que nos os deja ver la luz del día.
Tú, mi amada, mi admirada, tan redicha y sabihonda. Tú, reencarnación del mal y las tinieblas. Tú, a quien en mi Carcundia natal llamé diableja infernal. Tú, que cuando te viste más fuera de juego que la mona chita en un aparcamiento de la NASA, tú, ¡oh admirada y bella dama! de cutis terso como el pellejo de una manzana del año de la pera, ¿me dices carca? Tú, ser maligno, ¿me has llamado por tu nombre? ¡Aagg!, me has desinflado mi henchido ego.
Salud
Tú, mi amada, mi admirada, tan redicha y sabihonda. Tú, reencarnación del mal y las tinieblas. Tú, a quien en mi Carcundia natal llamé diableja infernal. Tú, que cuando te viste más fuera de juego que la mona chita en un aparcamiento de la NASA, tú, ¡oh admirada y bella dama! de cutis terso como el pellejo de una manzana del año de la pera, ¿me dices carca? Tú, ser maligno, ¿me has llamado por tu nombre? ¡Aagg!, me has desinflado mi henchido ego.
Salud