El que hace un cesto hace un ciento....

El que hace un cesto hace un ciento.
En el almendral con pocas almendras dulces cuya fuente concejil tienes el honor de presidir aunque estés mutilada de cabeza y brazo; cuando yo era chico los cestos no se hacían de mimbre, sino de varetas de olivo, porque el mimbre no abundaba y varetas había para quemar en los hornos de aquellos caleros que había antes transformado la piedra en cal blanca y prieta. La una para blanquear y desinfectar las paredes de las casas y la otra para la argamasa.
Ciertos políticos de hoy, a lo que se ve y se oye, son expertos en hacer cestos y cestas de mimbres y de varetas y hasta de cañas rasgadas. Tan rasgadas o más que sus propias vestiduras, esas que se cambian con tanta frecuencia a tenor de donde sople el aire, vengan los billetes o según quién se las regale.
Que uno de los llamados cuatro poderes del Estado de Derecho, esté dando el espectáculo que está dando ante un auditorio atónito, es como para salir corriendo para dejarles solos y el último que apague el candil porque, es muy difícil hacerles entender a los boquiabiertos espectadores que ya no confían o lo hacen muy poco en los que forman parte del Legislativo; estén en el poder o que aspiren a alcanzarlo, más difícil es hacerles confiar en el que dicen Judicial, cada día más desacreditado debido a las muchas maniobras torticeras que el cándido elector percibe más que ve, en sus cúpulas.

A los jolgorios, brindis al sol y ronquidos de los senadores en el hemiciclo, ya está acostumbrado y a muchos hasta le parece lo normal, pero, lo que no ve normal, es que el partido del yugo y de las flechas en connivencia con los poderes dinerarios o con los guías espirituales de cierto sector de la población española y demás fauna trilera que disimula su mano de hierro encubierta en guante de seda blanca quiera, y de hecho lo esté consiguiendo, acorralar en un rincón al juez que investiga sus crímenes del pasado o sus andanzas de ahora es, como para empezar pensar que no se han hecho bien los deberes y que habrá que empezar de nuevo eliminando previamente los desechos acumulados.

Lo del cesto viene a cuento porque como los cesteros de ahora ya han hecho muchos antes, es de suponer que tienen amplios conocimientos de la técnica a emplear y de hecho, demuestran su dominio cada día.

Enemistad manifiesta, ese es el tipo, ¿pero cómo se demuestra? Ahí esta el miajón de la cuestión aunque los hechos sean cabezones. Entre tanto, la gente sencilla y lega, se echa las manos a la cabeza y piensa, que el mundo funciona al revés; que este sistema es un cachondeo donde nada es lo que debiera ser excepto, para los roba peras y los paganos de cuyas espalda sale el maná que lo sustenta y que unos tragan a dos carrillos y los demás con cuentagotas.

El cuarto poder o periódicos, al servicio del mejor postor y escribiendo lecciones a pecio cerrado, para que poquito a poco nos vayamos haciendo a la idea que tenemos que apañarnos cada vez con menos dineros pero trabajando mucho más tiempo y, los jubiletas, que se hagan a la idea que están saliendo muy caros y que eso no puede seguir así. Así, que o se mueren pronto o habrá que montarles excursiones todos los días en vez de algún que otro fin de semana, por si patina el autobús y disminuye algo el problema. Lumbreras, nuestros economistas son unos lumbreras.

Me he perdido, luego sigo si me aclaro.
Salud.