EL MATRIMONIO COMO UN GRITO A LA VIDA
El matrimonio de hoy en día es muy complejo, supongo que siempre lo ha sido; fijando la atención en nuestros padres que aguantaron tantos años. Algunas razones habría para proteger el estatus familiar, otra filosofía en sanar o afrontar las dificultades que acontecen en la convivencia; quizás por aquellos valores de dignidad hacia uno mismo y el respeto a los compromisos que se han adquirido con la otra persona. Hoy se teme desde el inicio de una relación y se toman precauciones administrativas por lo que pueda devenir: separaciones de bienes, cartillas de ahorros individualizadas… un socavón en el corazón. Cómo se ame hoy en día carece de riesgo e inseguridades hacia la otra persona; todos los cabos son atados. Pero el amor se va muriendo, el sacrificio de entrega total que marcaba la enorme manera de querer y cuidar de nuestro ser querido hace aguas y, en nuestro interior, nos falla la luz de la vida; la intención de querer vivir en servicio incondicional para alguien; ese alguien que nos hace sentirnos imprescindibles. Cuando nos sentimos prescindibles nos morimos por entero.
El matrimonio de hoy en día es muy complejo, supongo que siempre lo ha sido; fijando la atención en nuestros padres que aguantaron tantos años. Algunas razones habría para proteger el estatus familiar, otra filosofía en sanar o afrontar las dificultades que acontecen en la convivencia; quizás por aquellos valores de dignidad hacia uno mismo y el respeto a los compromisos que se han adquirido con la otra persona. Hoy se teme desde el inicio de una relación y se toman precauciones administrativas por lo que pueda devenir: separaciones de bienes, cartillas de ahorros individualizadas… un socavón en el corazón. Cómo se ame hoy en día carece de riesgo e inseguridades hacia la otra persona; todos los cabos son atados. Pero el amor se va muriendo, el sacrificio de entrega total que marcaba la enorme manera de querer y cuidar de nuestro ser querido hace aguas y, en nuestro interior, nos falla la luz de la vida; la intención de querer vivir en servicio incondicional para alguien; ese alguien que nos hace sentirnos imprescindibles. Cuando nos sentimos prescindibles nos morimos por entero.