Parece que los "que luchaban por la libertad" eran niños de pecho, que las iglesias se destruyeron solas, que Calvo Sotelo se pegó el solito siete u ocho balazos, que las huelgas y ataques a la propiedad individual su producían por el calor, el frío, las nevadas o las flores de abril. Todos tuvieron culpas en una guerra sin sentido. En la matanza de dos millones de hermanos. En una guerra civil sin precedentes, que trajo como consecuencia, que un señor, bajito, rechoncho y de hablar casi mustio tuviera en un puño a 40 millones de personas por casi 40 años. No nos lavemos las manos ninguno de los habitantes de un país díscolo en ídeas.! Ah, el monumento, ahora, no le hace daño a nadie! Saquen de allí un féretro y lo llevan a El Ferrol o a Lepe y Santas Pascuas.