DESDE MI ATALAYA
EL VENTORRILLERO
Dícese de la persona que regentaba un ventorrillo. ¿Y que era un ventorrillo? Un pequeño establecimiento de comidas que se establecía a la salida de los pueblos.
Pues aún existen los ventorrilleros, al menos en Jimena de la Frontera, (Cádiz), existe uno de nombre Luís que regenta un pequeño restaurante, El Ventorrillero que dignifica y eleva su profesión y su negocio, a la condición de un restaurante de lujo de los de varios tenedores.
Este bello pueblo gaditano, del paraje de los Alcornocales, es famoso por su historia, por sus pinturas rupestres, por su castillo y por las setas que abundan en variedad y calidad, cuando llega el otoño, y que hacen que Jimena sea la sede del grupo micológico Santarella asociación gastronómica del Campo de Gibraltar.
Esa fama micológica me llevó allí y fui a parar al Ventorrillero donde tuve la suerte de conocer a Luis el propietarios y a Pepa, su madre, y disfrutar de una comida extraordinaria, auténticamente casera, con la particularidad de que en la atención, el trato y hasta las formas, te hacen sentir no como cliente sino como uno más de la familia.
Luis te atiende sentado contigo en la mesa y te va diciendo lo que su madre ha preparado para el día y hasta la forma de cocinarlo, cocido, callos, manitas, potajes, carnes de corral o de caza, todo ello elaborado con la mezcla del hongo que mejor le venga, y con una magistral cocinera que es Dñ. Pepa que ella si que merece las 3 estrellas Michelin.
Ofrecen también una buena carta de vinos.
Los postres son igualmente exquisitos y, autenticamente caseros, con un toque especial que los hacen distintos e irresistibles. Yo he de decir que a mi no me gusta el arroz con leche pero el del Ventorrillero es mi postre preferido.
Y llega la hora de pagar, de nuevo Luis se sienta contigo y con su charla amena, simpática y agradable, coge el bolígrafo, y sobre el mismo mantel te va haciendo su factura, que tú pagas gustosamente, primero porque no es nada cara y segundo porque aunque lo fuera, lo que allí ta han ofrecido ha sido mucho más de lo que te cobran.
Merece la pena visitar este establecimiento pequeño en cuanto a dimensión y grande, muy grande, en cuanto calidad, variedad y categoría, tanto profesional como humana, que es lo que normalmente es muy difícil encontrar hoy día. Enhorabuena a los que hacen que el Ventorrillero sea no solo un lugar donde se come muy bien sino que además nos hacen sentirnos como en nuestra propia casa.
EL VENTORRILLERO
Dícese de la persona que regentaba un ventorrillo. ¿Y que era un ventorrillo? Un pequeño establecimiento de comidas que se establecía a la salida de los pueblos.
Pues aún existen los ventorrilleros, al menos en Jimena de la Frontera, (Cádiz), existe uno de nombre Luís que regenta un pequeño restaurante, El Ventorrillero que dignifica y eleva su profesión y su negocio, a la condición de un restaurante de lujo de los de varios tenedores.
Este bello pueblo gaditano, del paraje de los Alcornocales, es famoso por su historia, por sus pinturas rupestres, por su castillo y por las setas que abundan en variedad y calidad, cuando llega el otoño, y que hacen que Jimena sea la sede del grupo micológico Santarella asociación gastronómica del Campo de Gibraltar.
Esa fama micológica me llevó allí y fui a parar al Ventorrillero donde tuve la suerte de conocer a Luis el propietarios y a Pepa, su madre, y disfrutar de una comida extraordinaria, auténticamente casera, con la particularidad de que en la atención, el trato y hasta las formas, te hacen sentir no como cliente sino como uno más de la familia.
Luis te atiende sentado contigo en la mesa y te va diciendo lo que su madre ha preparado para el día y hasta la forma de cocinarlo, cocido, callos, manitas, potajes, carnes de corral o de caza, todo ello elaborado con la mezcla del hongo que mejor le venga, y con una magistral cocinera que es Dñ. Pepa que ella si que merece las 3 estrellas Michelin.
Ofrecen también una buena carta de vinos.
Los postres son igualmente exquisitos y, autenticamente caseros, con un toque especial que los hacen distintos e irresistibles. Yo he de decir que a mi no me gusta el arroz con leche pero el del Ventorrillero es mi postre preferido.
Y llega la hora de pagar, de nuevo Luis se sienta contigo y con su charla amena, simpática y agradable, coge el bolígrafo, y sobre el mismo mantel te va haciendo su factura, que tú pagas gustosamente, primero porque no es nada cara y segundo porque aunque lo fuera, lo que allí ta han ofrecido ha sido mucho más de lo que te cobran.
Merece la pena visitar este establecimiento pequeño en cuanto a dimensión y grande, muy grande, en cuanto calidad, variedad y categoría, tanto profesional como humana, que es lo que normalmente es muy difícil encontrar hoy día. Enhorabuena a los que hacen que el Ventorrillero sea no solo un lugar donde se come muy bien sino que además nos hacen sentirnos como en nuestra propia casa.