Leyendo a PLAZALAGUA me he acordado de esta
foto de 1982; son mis hijos de 7,5 y 4 años en el
verano de los mundiales.
Ninguno me ha salido
futbolista, ninguno me ha salido torero. La foto está hecha en un lugar que ya no existe, pero que todos lo recordamos con un gran cariño y nostalgia.
Allí se jugaba a pelota a mano y los mozos se lucían con sus habilidades. En este lugar de piedras centenarias, se han jugado partidos nacionales.
¿Dónde estarán las piedras que nos vieron nacer?. Un día en un pleno acordaron que era un peligro, lo compararon con LA TORRE DE PISA y fue derribado. Me hubiera encantado saber dónde están sus piedras, qué hicieron con éllas. Para mí fue como si hubiera muerto alguien de la
familia y no supieras en que lugar está enterrado.
¡AY SÍ LAS PIEDRAS HABLARAN!, cuántos secretos, cuántas conversaciones, cuántas horas jugando en su sombra y cuántos pelotaris nos alegraron las tardes de
fiesta de
SAN ANTONIO y LA MAGDALENA. Aquí vendía piñones el piñonero en tardes de partido, desde mi ventana observaba a los jugadores, los admiraba y de alguno estaba un poquito enamorada, sólo un poquito.
Desde el cielo seguro que recuerdan estos momentos y las heridas de sus manos estarán curadas.