Mi Boutique....

Mi Boutique.
Era mi infancia tan distinta a la de ahora que hasta en la forma de vestir y de cubrir nuestro cuerpo con lo mínimo indispensable era muy complicado.

En casa cuando había más de un niño varón lo normal era que el más pequeño se iba vistiendo con los sobrantes que el hermano había dejado pequeños y cuando se era hijo varón único, como es mi caso, se le apañaba con los restos de las ropas de nuestro padre o de nuestro abuelo, si es que también vivía en casa como sucedía con el mío.

Entonces en un pueblo como el mío, 3000 habitantes, en la Sierra Sur de Jaén la boutique era propia, la madre hacía las camisas, hacía los pantalones, ponía parches de otro color para tapar los agujeros, y hasta te dejaba una tarde en la cama mientras se te secara la ropa, única ropa, que tenías que llevar al día siguiente al cole.

Como se apañaba aquella madre que tenía que limpiar la casa, hacer la comida, lavar la ropa a mano en el río, traer agua para las necesidades del hogar con cántaros o cubos, coser, planchar, y hacer de modista, de sastre, o de camisera.

Esto yo se lo cuento a mis nietos e incluso a mis hijos y no se lo creen, pues así era, así transcurrió mi infancia y cuando empecé a ser adolescente y joven todavía era difícil encontrar una camisa o unos pantalones hechos como hay ahora en las tiendas y en los almacenes. Tenias que ir comprar la tela ir al sastre o a la camisera para que te hiciese a medida to propia ropa. Y todo ello sucedía cando tu familia disponía de algún dinero en efectivo porque de lo contrario tu seguías siendo la percha de los deshechos de tus mayores.

Era tanta la carencia y la necesidad que yo recuerdo que para dar la sensación de que se estrenaba algo las madres compraban un tinte metían la prenda a teñir en un caldero grande y le cambiaban el color disimulando también los desgastes y los parches de aquella vieja prenda.

Si necesitabas un calzado lo normal eran unas alpargatas de suela de cáñamo y de tela que eran las que te servían para el buen tiempo, para el invierno unos zapatos o unas botas que te había de hacer también el zapatero a tu medida siempre que hubiera dinero para comprarlos. Yo recuerdo el calzado que utilizaban los hombres del campo eran unas albarcas que estaban hechas por un trozo de goma de un neumático, atado con unas cuerdas sobre agujeros de la goma y en vez de calcetín se utilizaban trozos de lienzo duro que recubrían el pié para protegerlo.

Esas eran nuestras boutiques en 1940/1950, poco más de medio siglo y parece que ahora lo tenemos muy difícil, que en verdad lo tenemos, pero en aquellos años lo teníamos mucho peor y salimos, por qué no vamos a salir de esto. Ánimo y adelante, todos a una.