EL HORNAZO...

EL HORNAZO
La Pascua de Resurrección se celebra tradicionalmente en toda España porque como nuestro país, nos guste o no, siempre ha sido mayoritariamente católico el hecho glorioso de la resurrección de Cristo siempre ha sido motivo de júbilo, fiesta y alegría para los fieles católicos.

Había en mi infancia tres días de Pascua, o sea tres días en los que se festejaba el triunfo de la fe sobre la muerte tradicional que a partir de este excepcional y divino suceso se convierte en un tránsito para la nueva vida, la vida eterna, que se nos anuncia a todos como un camino de éxito y de felicidad tras los avatares, los sufrimientos y las injusticias de nuestra vida terrenal.

Estos actos de celebración pascual ya eran más populares que religiosos, se celebraban en las calles, y plazas de los pueblos y se montaban tenderetes, casetas, bailes o verbenas en las que la gente comía, bebía y se dedicaba a establecer rifas, sorteos o juegos de destreza en los que se intentaba obtener el premio prometido.
Algo así como una liberación de los actos procesionales de la Semana Santa, de los cultos, de las procesiones, de la participación en la cofradías como nazareno.

En Fuensanta todos estos actos se celebraban en meriendas al aire libre, aprovechando la bonanza climatológica de la primavera, en el cerro del Calvario, o en el paraje de la Fuente de los Hornos donde en realidad se celebraban los actos más festivos.

Y como dulce, comida típica o plato especial de la pascua, en mi pueblo era y sigue siendo todavía, el clásico hornazo., que nuestras madres preparaban en el horno de los panaderos, unos días antes de la Semana Santa, junto con otros dulces y que garantizaban esa merienda pascual, junto a familiares o amigos, debajo de un almendro, y sobre una piedra de aquellos alrededores tan pintorescos y tan escarpados que presentan los cerros de nuestro querido pueblo.

¿Y como es el hornazo fuensanteño? El hornazo de mi pueblo consiste en una torta de aceite, de ese tan bueno que tenemos por allí, que tiene forma circular y que en su centro se introduce un huevo al que se adorna y sujeta con una especie de tiras de la misma masa convirtiéndola en algo así como una pequeña tarta individual, que una vez espolvoreada con azúcar y canela se mete en el horno para su cocción y su posterior consumo.

No es una receta difícil, ni resulta un demasiado dulce, es más bien una especie de soporte sandwich en el que lo dulce de la torta se mezcla con lo agrio del huevo duro obteniendo así un sabor agradable y característico. Se le pueden poner a la torta nueces, almendras, pasas u otros aditivos para hacer todavía más sabroso el hornazo. Pues ala, a Fuensanta, a por ese estupendo hornazo y que Vds. lo coman bien.