PARRÓN
Había en Fuensanta un herrero que se llamaba Parrón, de mote, y fue todo un personaje en el pueblo por su simpatía, su bondad, su peculiar forma de ser y de actuar y porque en el fondo era una buenísima persona. Este hombre que se llamaba Antonio, estaba casado pero no tuvo hijos y llevaba puestas siempre unas gafas graduadas pero no se como vería porque los cristales los tenia totalmente llenos de manchas, incrustadas en ellas, como consecuencia de las chispas que desprendía el yunque o la soldadora. pues siempre las llevaba puestas y eran, más que para ver, para protección de sus ojos..
Este hombre trabajaba desde pequeño en la herrería con su padre. La herrería era rudimentaria, tenía un pequeño cobertizo, de unos 8 o 10 metros cuadrados y el resto unos 10 metros cuadrados a aire libre, que por cierto estaban a un metro del suelo y en plena calle Real. Allí se arreglaban o fabricaban todos los los arados, las azadas, los picos, las herramientas de trabajo de aquella época y algunos otros de soldadura o de carpintería metálica. Pero lo más significativo es que aquella empresa tenía sus propias formas de organizarse y de funcionar que la hacía que los que la integraban padre e hijo, Victoriano empleado fiel y algún sobrino de la familia, fuesen muy conocidos, queridos y famosos por toda la comarca. Por ejemplo allí no había oficina, ni facturas, ni albaranes, allí había un papel de estraza, de los que se utilizaban antiguamente en las tiendas para envolver, y un lápiz y en el se anotaban los trabajos que se iban haciendo, y el importe de los mismo, de manera que cuando alguien venía a pagar, cosa que algunos hacían y muchos no, se buscaba en el papel, se tachaba su nombre y todo el papeleo se había terminado.
Además en aquella lista no figuraban los nombres y apellidos allí se podía leer: Manolo el Sordillo arreglar 2 picos y 1 pala 5 pesetas, Pepe el Torcido una azada 2 pesetas, Manuel el Pollo arreglo del arado 3 pesetas. A veces sucedía que algún cliente, que no tenia muchas ganas de pagar, cogía el papel que andaba por allí entre hierros y chapas y adiós facturas o trabajos de una semana.
Cuentan que el padre de Antonio era muy celosos y un día leyendo aquella lista de sus clientes y de lo que le debían encontró una anotación que ponía: El novio de mama arreglos varios 6 pesetas. Y el hombre montó en cólera y le tiró el martillo a Antonio, que por pocas le fastidia. Y le dijo: Quién es este elemento y eal pobre se Antonio le tuvo que explicar que era uno del Regüelo que hacía muchos años pretendió a su madre pero que nunca tuvieron relación alguna.
Era Parrón un hombre que yo creo vivía de los olivos que había heredado de su suegro porque en verdad del negocio vivía todo el pueblo porque allí iba todo el mundo para hacer arreglos pero a pagar iban los menos. Pero él era felíz con sus bromas, con sus amigos y con servir a todo el mundo.
Había en Fuensanta un herrero que se llamaba Parrón, de mote, y fue todo un personaje en el pueblo por su simpatía, su bondad, su peculiar forma de ser y de actuar y porque en el fondo era una buenísima persona. Este hombre que se llamaba Antonio, estaba casado pero no tuvo hijos y llevaba puestas siempre unas gafas graduadas pero no se como vería porque los cristales los tenia totalmente llenos de manchas, incrustadas en ellas, como consecuencia de las chispas que desprendía el yunque o la soldadora. pues siempre las llevaba puestas y eran, más que para ver, para protección de sus ojos..
Este hombre trabajaba desde pequeño en la herrería con su padre. La herrería era rudimentaria, tenía un pequeño cobertizo, de unos 8 o 10 metros cuadrados y el resto unos 10 metros cuadrados a aire libre, que por cierto estaban a un metro del suelo y en plena calle Real. Allí se arreglaban o fabricaban todos los los arados, las azadas, los picos, las herramientas de trabajo de aquella época y algunos otros de soldadura o de carpintería metálica. Pero lo más significativo es que aquella empresa tenía sus propias formas de organizarse y de funcionar que la hacía que los que la integraban padre e hijo, Victoriano empleado fiel y algún sobrino de la familia, fuesen muy conocidos, queridos y famosos por toda la comarca. Por ejemplo allí no había oficina, ni facturas, ni albaranes, allí había un papel de estraza, de los que se utilizaban antiguamente en las tiendas para envolver, y un lápiz y en el se anotaban los trabajos que se iban haciendo, y el importe de los mismo, de manera que cuando alguien venía a pagar, cosa que algunos hacían y muchos no, se buscaba en el papel, se tachaba su nombre y todo el papeleo se había terminado.
Además en aquella lista no figuraban los nombres y apellidos allí se podía leer: Manolo el Sordillo arreglar 2 picos y 1 pala 5 pesetas, Pepe el Torcido una azada 2 pesetas, Manuel el Pollo arreglo del arado 3 pesetas. A veces sucedía que algún cliente, que no tenia muchas ganas de pagar, cogía el papel que andaba por allí entre hierros y chapas y adiós facturas o trabajos de una semana.
Cuentan que el padre de Antonio era muy celosos y un día leyendo aquella lista de sus clientes y de lo que le debían encontró una anotación que ponía: El novio de mama arreglos varios 6 pesetas. Y el hombre montó en cólera y le tiró el martillo a Antonio, que por pocas le fastidia. Y le dijo: Quién es este elemento y eal pobre se Antonio le tuvo que explicar que era uno del Regüelo que hacía muchos años pretendió a su madre pero que nunca tuvieron relación alguna.
Era Parrón un hombre que yo creo vivía de los olivos que había heredado de su suegro porque en verdad del negocio vivía todo el pueblo porque allí iba todo el mundo para hacer arreglos pero a pagar iban los menos. Pero él era felíz con sus bromas, con sus amigos y con servir a todo el mundo.