LAS CROQUETAS DE MARISOL.
No es que yo venga ahora aquí a explicaros como se hacen, se aliñan o se fríen las croquetas, que por cierto a mi me encantan, sino que las croquetas han sido noticia muy importante estos días en mi clase de dibujo y pintura a la que asisto dos veces por semana. ¿Y diréis vosotros? Y que pintan las croquetas dentro de una clase de pintura. Pues os lo voy a explicar:
La nuestra es una clase muy singular porque en ella pintamos, y lo hacemos bastante bien, gracias al buen magisterio de nuestra profe Encarna que profesionalmente, y por qué no decirlo físicamente, es toda una maravilla. Pero en esta clase nuestra además de pintar tomamos café cada tarde, en el recreo y acompañamos ese cafelito que nos sirven desde el bar, que está en la planta baja, con toda clase de dulces que van aportando mis compañeras que cariñosamente ellas preparan en su casa y van trayendo cada dia para acompañar nuestro imperdonable café. Los varones, que no somos cocinicas, cuando nos toca, sustituimos los dulces por unos churros calentitos de los cuales yo soy el proveedor habitual ya que como paso por delante de una churrería, cuando toca churros, yo los traigo y el compañero de turno me abona su importe” ilso facto”.
Eso es lo normal pero mira por donde un día se suscitó la posibilidad de ir introduciendo innovaciones a la merienda diaria Maribel y Marisol empezaron a hablar de las croquetas, la primera decía que no valía la pena hacerlas en casa, ella lo hacía en plan de broma, porque decía que ella conocía una tienda donde las podía comprar hechas mucho más ricas que la de casa. Y Marisol una mujer muy hacendosa, muy tradicional, muy meticulosa, muy perfeccionista, mantenía que las que ella hacía en su casa no se podían comparar con nada.
Al cabo del tiempo alguien insistió sobre el tema y entonces Marisol dijo no os preocupéis que yo voy a haceros un día croquetas y las traigo para que las probéis.
Asi fue como se puso en marcha la operación croquetas y al final el tema era las frío en casa pero al traerlas se van a enfriar, entonces decidimos hablar con el del bar para que las friera “in situ” y así fue como, al final, el pasado viernes pudimos degustar las tan traídas y llevadas croquetas que, por cierto, a todos nos supieron a gloria. Tanto fue así que ahora estamos pensando en la posibilidad de cambiar el café por la cerveza y los dulces por la comida mediterránea y las exquisiteces que nuestras compa nos pueden hacer en su casa, con mucho amor.
Lo que fue una pena es que ni Maribel una de las artífices de esta idea ni el amigo Eugenio, que se las estaba relamiendo, pudieran probarlas pero que no se preocupen porque tal como yo lo veo la merienda cena casera está al caer.
No es que yo venga ahora aquí a explicaros como se hacen, se aliñan o se fríen las croquetas, que por cierto a mi me encantan, sino que las croquetas han sido noticia muy importante estos días en mi clase de dibujo y pintura a la que asisto dos veces por semana. ¿Y diréis vosotros? Y que pintan las croquetas dentro de una clase de pintura. Pues os lo voy a explicar:
La nuestra es una clase muy singular porque en ella pintamos, y lo hacemos bastante bien, gracias al buen magisterio de nuestra profe Encarna que profesionalmente, y por qué no decirlo físicamente, es toda una maravilla. Pero en esta clase nuestra además de pintar tomamos café cada tarde, en el recreo y acompañamos ese cafelito que nos sirven desde el bar, que está en la planta baja, con toda clase de dulces que van aportando mis compañeras que cariñosamente ellas preparan en su casa y van trayendo cada dia para acompañar nuestro imperdonable café. Los varones, que no somos cocinicas, cuando nos toca, sustituimos los dulces por unos churros calentitos de los cuales yo soy el proveedor habitual ya que como paso por delante de una churrería, cuando toca churros, yo los traigo y el compañero de turno me abona su importe” ilso facto”.
Eso es lo normal pero mira por donde un día se suscitó la posibilidad de ir introduciendo innovaciones a la merienda diaria Maribel y Marisol empezaron a hablar de las croquetas, la primera decía que no valía la pena hacerlas en casa, ella lo hacía en plan de broma, porque decía que ella conocía una tienda donde las podía comprar hechas mucho más ricas que la de casa. Y Marisol una mujer muy hacendosa, muy tradicional, muy meticulosa, muy perfeccionista, mantenía que las que ella hacía en su casa no se podían comparar con nada.
Al cabo del tiempo alguien insistió sobre el tema y entonces Marisol dijo no os preocupéis que yo voy a haceros un día croquetas y las traigo para que las probéis.
Asi fue como se puso en marcha la operación croquetas y al final el tema era las frío en casa pero al traerlas se van a enfriar, entonces decidimos hablar con el del bar para que las friera “in situ” y así fue como, al final, el pasado viernes pudimos degustar las tan traídas y llevadas croquetas que, por cierto, a todos nos supieron a gloria. Tanto fue así que ahora estamos pensando en la posibilidad de cambiar el café por la cerveza y los dulces por la comida mediterránea y las exquisiteces que nuestras compa nos pueden hacer en su casa, con mucho amor.
Lo que fue una pena es que ni Maribel una de las artífices de esta idea ni el amigo Eugenio, que se las estaba relamiendo, pudieran probarlas pero que no se preocupen porque tal como yo lo veo la merienda cena casera está al caer.