LOS GRANDES ALMACENES DE 1950.
Eran aquellos años de mi infancia, aquellos años de autentica penuria, del hambre, de la miseria, de la desesperación, aquellos años donde teníamos que llevar los pantalones rotos con parches de tela de otro color para evitar que nos vieran las miserias, internas, porque la externas si que no solo se veían, se palpaban y se sufrían de forma colectiva y casi total por las calles de nuestros pueblos y ciudades, que en mi tierra Jaén, en esta época del año olían a humo de ramas verdes de olivo que era para una inmensa mayoría, la calefacción el butano y el único medio para poder llevar una llama a nuestros hogares.
En esta época los únicos almacenes que existían eran las tiendas de barrio, los zapateros que te hacían los zapatos o las abarcas, las camiseras que hacían camisas de hombre o mujer, los sastres para ropa de hombre y las modistas para ropa de mujer. O sea que todo se cocía en el pueblo, todo se hacía en domicilios particulares, no existían ni Carrefour, ni el Corte Inglés, ni siquiera tiendas de confección, butiques, zapaterías
Concretamente en Fuensanta entonces los profesionales de la “moda”y de el vestir eran: Rosa la camisera una mujer soltera que que vivía con su hermano en el cuartel viejo de la calle Real, frente al cuartel nuevo de la Guardia Civil, Pepe el sastre que era homosexual en una época en que eso era totalmente inaceptable, María Martinez y Araceli la modista, Manolete el zapatero, el estanco, ultramarinos y tabacos de Dionisio Peña, la tienda de tejidos del Marwqués, Antonio Camilo, y Lorenzo Sánchez, pescaderos, Juan Lara, padre, Blas Lara su hermano, Antonio Estrella el cojo, comestibles, el bodegón de Hervás, el patio Andalúz de Aguilita y el bar de Andresa, con algunos otros que sería largo enumerar, componían todo el entramado comercial de Fuensanta en aquello inciertos años.
Aquello era tan caótico, tan triste, tan penoso, que más vale que solo los que lo vivimos lo podamos y debamos recordar como una época negra de nuestro pasado consecuencia de un momento histórico que jamás se debió producir y que ojalá nunca más se vuelva a poder ver.
Ahora cuando uno contempla los avances conseguidos en todos los sentidos, cuando uno observa que hay toda clase de comercios, de establecimientos, de tiendas, en las que podemos comprar todo tipo de enseres para nuestro cuerpo, para nuestro hogar, cuando la alimentación tiene grandes superficies en la que se venden toda clase de alimentos, cuando hay restaurantes de categoría, bares,
y establecimientos de hostelería que dan cobertura a ese turismo que por millones nos visita cada año, uno piensa que todo no lo habremos hecho mal y que hemos obtenido mejoras sustanciales para todos, para nuestro país y para nuestras futuras generaciones.
Algo es imperdonable, algo si que tenemos que lamentar, que todavía haya muchos españoles, que pasan necesidades, que no tienen trabajo, que incluso pasan hambre y que no tienen seguridad en mantener una vivienda o un sitio donde vivir. Y eso hay que erradicarlo, eso hay que hacerlo desaparecer con una actuación rotunda y colectiva de la cual todos nos sintamos artífices y responsables. En primer lugar de los políticos que son los que tienen las riendas de nuestro país, que sean capaces con el respeto de los derechos económicos, sociales, políticos y religiosos, de todos, subsanar estas injusticias y conseguir que no haya ni hambre, ni desempleo, ni familias sin hogar en tre todos nosotros. Que los que roban devuelvan lo que se llevaron y lo paguen además en la cárcel, que los políticos den ejemplo de honestidad, de humildad, de hacer un servicio de la política no una
carrera para ellos y para todos sus familiares y amiguetes.
Y muy importante, que nadie intente romper con el orden establecido de manera violenta o interesada, hay que arreglarlo entre todos pero con respeto, con concordia y con moderación.
Y para ello hay que respetar, al máximo, las libertades de los demás porque así es como unicamente defenderemos y protegeremos las nuestras.
Eran aquellos años de mi infancia, aquellos años de autentica penuria, del hambre, de la miseria, de la desesperación, aquellos años donde teníamos que llevar los pantalones rotos con parches de tela de otro color para evitar que nos vieran las miserias, internas, porque la externas si que no solo se veían, se palpaban y se sufrían de forma colectiva y casi total por las calles de nuestros pueblos y ciudades, que en mi tierra Jaén, en esta época del año olían a humo de ramas verdes de olivo que era para una inmensa mayoría, la calefacción el butano y el único medio para poder llevar una llama a nuestros hogares.
En esta época los únicos almacenes que existían eran las tiendas de barrio, los zapateros que te hacían los zapatos o las abarcas, las camiseras que hacían camisas de hombre o mujer, los sastres para ropa de hombre y las modistas para ropa de mujer. O sea que todo se cocía en el pueblo, todo se hacía en domicilios particulares, no existían ni Carrefour, ni el Corte Inglés, ni siquiera tiendas de confección, butiques, zapaterías
Concretamente en Fuensanta entonces los profesionales de la “moda”y de el vestir eran: Rosa la camisera una mujer soltera que que vivía con su hermano en el cuartel viejo de la calle Real, frente al cuartel nuevo de la Guardia Civil, Pepe el sastre que era homosexual en una época en que eso era totalmente inaceptable, María Martinez y Araceli la modista, Manolete el zapatero, el estanco, ultramarinos y tabacos de Dionisio Peña, la tienda de tejidos del Marwqués, Antonio Camilo, y Lorenzo Sánchez, pescaderos, Juan Lara, padre, Blas Lara su hermano, Antonio Estrella el cojo, comestibles, el bodegón de Hervás, el patio Andalúz de Aguilita y el bar de Andresa, con algunos otros que sería largo enumerar, componían todo el entramado comercial de Fuensanta en aquello inciertos años.
Aquello era tan caótico, tan triste, tan penoso, que más vale que solo los que lo vivimos lo podamos y debamos recordar como una época negra de nuestro pasado consecuencia de un momento histórico que jamás se debió producir y que ojalá nunca más se vuelva a poder ver.
Ahora cuando uno contempla los avances conseguidos en todos los sentidos, cuando uno observa que hay toda clase de comercios, de establecimientos, de tiendas, en las que podemos comprar todo tipo de enseres para nuestro cuerpo, para nuestro hogar, cuando la alimentación tiene grandes superficies en la que se venden toda clase de alimentos, cuando hay restaurantes de categoría, bares,
y establecimientos de hostelería que dan cobertura a ese turismo que por millones nos visita cada año, uno piensa que todo no lo habremos hecho mal y que hemos obtenido mejoras sustanciales para todos, para nuestro país y para nuestras futuras generaciones.
Algo es imperdonable, algo si que tenemos que lamentar, que todavía haya muchos españoles, que pasan necesidades, que no tienen trabajo, que incluso pasan hambre y que no tienen seguridad en mantener una vivienda o un sitio donde vivir. Y eso hay que erradicarlo, eso hay que hacerlo desaparecer con una actuación rotunda y colectiva de la cual todos nos sintamos artífices y responsables. En primer lugar de los políticos que son los que tienen las riendas de nuestro país, que sean capaces con el respeto de los derechos económicos, sociales, políticos y religiosos, de todos, subsanar estas injusticias y conseguir que no haya ni hambre, ni desempleo, ni familias sin hogar en tre todos nosotros. Que los que roban devuelvan lo que se llevaron y lo paguen además en la cárcel, que los políticos den ejemplo de honestidad, de humildad, de hacer un servicio de la política no una
carrera para ellos y para todos sus familiares y amiguetes.
Y muy importante, que nadie intente romper con el orden establecido de manera violenta o interesada, hay que arreglarlo entre todos pero con respeto, con concordia y con moderación.
Y para ello hay que respetar, al máximo, las libertades de los demás porque así es como unicamente defenderemos y protegeremos las nuestras.