EL ESTRENO
Era allá por los años 60, mi primo Demetrio acababa de comprar un Seat 600 nuevo y nos invitó a mi y a mi gran amigo Jesús Mendoza, ya desgraciadamente fallecido, a estrenarlo con un viaje a Málaga, sería esta época Abril o Mayo. Cómo ninguno de los tres éramos expertos conductores decidimos que viniera con nosotros Manolo el de la Bolera, que entonces estaba de socio con la empresa de mi padre explotando a medias un camión, y le invitamos también para que viniera él de conductor.
Salimos muy de temprano un sábado y nos dirigimos hacia Málaga íbamos tan contentos, todo ilusionados, cuando de pronto ya en la provincia de Málaga, subiendo una gran cuesta, el coche empezó a fallar, a hacer un ruido raro y su dueño Demetrio, con el correspondiente disgusto dijo que había que parar el motor, empujar al coche hasta que pudiéramos llegar a un sitio donde pedir una grúa que nos lo llevara a Málaga, porque como el coche estaba en garantía él no consentía que nadie lo tocara. Empezamos a empujar, hasta subir la gran cuesta, luego sin arrancar nos montamos y despacito con el freno llegamos a un sitio donde llamamos por teléfono a la Seat de Málaga que nos enviaron una grúa y se llevaron el coche. Nosotros alquilamos una taxi que nos llevó hasta Málaga.
Y ahora es cuando empieza nuestro “feliz” viaje. Imaginaos el cabreo de mi primo, lógico, por la avería de su coche nuevo, y las ganas de divertirnos de Jesús y yo a nuestros 20 años. Llegamos a Málaga, buscamos un hotel y lo primero de todo ir a una Sala de Fiestas, a tomar una copa acompañados de alguna mujer. La sala se llamaba el Cañizo, no se me olvida porque nosotros entonces fabricábamos cañizo en Fuensanta.
Entramos y el primero que iba era Demetrio se le acerca una chica, ya mayor y no muy agraciada y se ofrece de acompañante, cosa que él acepta, después íbamos los demás que empezamos a elegir de entre las chicas que había la que creímos más atractiva o afín a cada uno de nosotros para pasar un rato juntos. Esto ya no le gustó nada a Demetrio porque empezó a comparar las chicas y vio que la suya era la menos agraciada, Nos sentamos todos en una mesa, pedimos cada uno una copa, ellas pidieron más de una, y algunos paquetes de tabaco como es normal en estos casos, nosotros estábamos muy cariñosos con ellas pero Demetrio no estaba nada contento con su elección, así que me dice a mí vámonos de aquí, yo le dije espera un poco hombre, que no hemos hecho nada más que llegar. Estaríamos allí no más de 15 minutos y como él no hacía nada más que insistir y era el quien llevaba el dinero pedimos la cuenta. Vino la nota, la ve Demetrio y me dice: mira, eran 6.200 pesetas de 1960. y yo le dije primo esto es lo normal en estos sitios. Pagó, salió por la puerta y no nos dijo ni adiós. Nosotros tuvimos que salir tras él y así terminó la juerga.
Nos quedamos sin un duro, a la mañana siguiente fuimos a ver a D. Rafaél del Moral, que era el farmacéutico de Fuensanta que tenía allí un piso, el hombre nos adelantó dinero para que pudiéramos terminar el viaje. Pero ya no pudimos hacer nada más que tomar una cerveza, un bocadillo, o un café porque Demetrio no estaba por gastar más dinero además del mal rato de su coche, cosa que en cierto modo y conociéndolo era normal.
Cogimos un tren que entonces llegaba hasta Martos y allí nos dirigimos todos cabreados y decepcionados, Demetrio más que nosotros, pero el viaje, el estreno, bien nos fastidió a todos. Ese fue para los cuatro nuestro primer viaje de vacaciones a la Costa del Sol.
Era allá por los años 60, mi primo Demetrio acababa de comprar un Seat 600 nuevo y nos invitó a mi y a mi gran amigo Jesús Mendoza, ya desgraciadamente fallecido, a estrenarlo con un viaje a Málaga, sería esta época Abril o Mayo. Cómo ninguno de los tres éramos expertos conductores decidimos que viniera con nosotros Manolo el de la Bolera, que entonces estaba de socio con la empresa de mi padre explotando a medias un camión, y le invitamos también para que viniera él de conductor.
Salimos muy de temprano un sábado y nos dirigimos hacia Málaga íbamos tan contentos, todo ilusionados, cuando de pronto ya en la provincia de Málaga, subiendo una gran cuesta, el coche empezó a fallar, a hacer un ruido raro y su dueño Demetrio, con el correspondiente disgusto dijo que había que parar el motor, empujar al coche hasta que pudiéramos llegar a un sitio donde pedir una grúa que nos lo llevara a Málaga, porque como el coche estaba en garantía él no consentía que nadie lo tocara. Empezamos a empujar, hasta subir la gran cuesta, luego sin arrancar nos montamos y despacito con el freno llegamos a un sitio donde llamamos por teléfono a la Seat de Málaga que nos enviaron una grúa y se llevaron el coche. Nosotros alquilamos una taxi que nos llevó hasta Málaga.
Y ahora es cuando empieza nuestro “feliz” viaje. Imaginaos el cabreo de mi primo, lógico, por la avería de su coche nuevo, y las ganas de divertirnos de Jesús y yo a nuestros 20 años. Llegamos a Málaga, buscamos un hotel y lo primero de todo ir a una Sala de Fiestas, a tomar una copa acompañados de alguna mujer. La sala se llamaba el Cañizo, no se me olvida porque nosotros entonces fabricábamos cañizo en Fuensanta.
Entramos y el primero que iba era Demetrio se le acerca una chica, ya mayor y no muy agraciada y se ofrece de acompañante, cosa que él acepta, después íbamos los demás que empezamos a elegir de entre las chicas que había la que creímos más atractiva o afín a cada uno de nosotros para pasar un rato juntos. Esto ya no le gustó nada a Demetrio porque empezó a comparar las chicas y vio que la suya era la menos agraciada, Nos sentamos todos en una mesa, pedimos cada uno una copa, ellas pidieron más de una, y algunos paquetes de tabaco como es normal en estos casos, nosotros estábamos muy cariñosos con ellas pero Demetrio no estaba nada contento con su elección, así que me dice a mí vámonos de aquí, yo le dije espera un poco hombre, que no hemos hecho nada más que llegar. Estaríamos allí no más de 15 minutos y como él no hacía nada más que insistir y era el quien llevaba el dinero pedimos la cuenta. Vino la nota, la ve Demetrio y me dice: mira, eran 6.200 pesetas de 1960. y yo le dije primo esto es lo normal en estos sitios. Pagó, salió por la puerta y no nos dijo ni adiós. Nosotros tuvimos que salir tras él y así terminó la juerga.
Nos quedamos sin un duro, a la mañana siguiente fuimos a ver a D. Rafaél del Moral, que era el farmacéutico de Fuensanta que tenía allí un piso, el hombre nos adelantó dinero para que pudiéramos terminar el viaje. Pero ya no pudimos hacer nada más que tomar una cerveza, un bocadillo, o un café porque Demetrio no estaba por gastar más dinero además del mal rato de su coche, cosa que en cierto modo y conociéndolo era normal.
Cogimos un tren que entonces llegaba hasta Martos y allí nos dirigimos todos cabreados y decepcionados, Demetrio más que nosotros, pero el viaje, el estreno, bien nos fastidió a todos. Ese fue para los cuatro nuestro primer viaje de vacaciones a la Costa del Sol.