LA DESPENSA años 50.
Los que sean de mi edad, los que en los años 50 vivieran en Fuensanta, y me atrevería a decir, o cualquier otro pueblo de España., se van a identificar plenamente con lo que voy a contar hoy. Y los más jóvenes que no se van a creer lo que cuente que se lo pregunten a sus padre o abuelos que ya verás como ellos también estarán plenamente conmigo.
En 1950, en el invierno los alimentos y la forma de subsistir dependía mucho de las conservas, la matanza y los productos elaborados en casa porque entonces no había supermercados, no había productos hortícolas porque Almeria no había descubierto aún el tesoro de sus invernaderos, y quitando las naranjas de Valencia y los plátanos de canarias, las frutas y postrye de frutas dependían de los melones de la casa, de los botes de conserva de la despensa o de los productos pasados y secados al sol durante el verano que guardaban en ristras colgados de una viga de la cámara, (habitación última de la casa bajo el tejado) tomates, melocotones, pimientos, higos o bien los peros del Cerro del Viento conservados en paja en en un troje. Esto unido a todos los productos derivados de la matanza del cerdo, la leche de la cabra y los huevos, gallinas y conejos del corral, constituían las reservas de una familia para poder afrontar las penalidades de un invierno donde el trabajo, los ingresos familiares eran muy escasos y donde las condiciones climatológicas del invierno había que solucionarlas con una lumbre de palos de olivo, que gracias a Dios en nuestro pueblo abundan, y que además servía no solo para calentar la casa sino como cocina, como tendedero de ropas o como calefactor para obtener el agua caliente. Hay que tener en cuenta que entonces uno se pagaban pensiones, ni subsidio de desempleo, ni mucho menos el PER.
Imaginaros un día de Enero o Febrero, de aquella época, una nevada de 40 ctms en la calle, no se puede salir de casa, que hacemos, que podemos comer ese día.
En primer lugar suponiendo que no había pan había que hacerlo en casa y cocerlo en le lumbre.
Después se podían preparar unos tomates pasados que una vez remojados en agua se esponjaban y permitían que enharinados se frieran y constituían un alimento estupendo que junto con una morcilla y unos torreznos de la matanza y un huevo frito constituían una fuente de calorías suficiente como para eliminar todos los efectos del frío y de la nieve.
Por la noche un trozo de pan con aceite o una ensalada de tomaste de bote de los guardados en la despensa, un trozo de queso también hecho en la casa y como postre unos orejones con azúcar y canela utilizando los melocotones secos al sol y guardados también en la casa. No me digáis que no es un buen menú y lo batato que resultaría para la familia.
Pero hay una cosa que no os puedo ocultar, y que es la más penosa y la más injusta, había entonces muchas familias que no tenían posibilidades económicas suficientes como para poder sacar todo este acopio de alimentos en sus casa y necesitaban ayuda social para paliar en parte sus necesidades. Había esa ayuda aunque insuficiente, había también la ayuda y la colaboración de los amigos, los vecinos y los familiares pero aquellos años eran infinitamente peores para todos que estos y también los superamos. Esperemos y deseemos que entre todos seamos capaces ahora de solucionar las necesidades actuales y de conseguir que todos disfrutemos de un hogar y de un alimento suficiente para nuestros hijos y nietos. Qué así sea.
Los que sean de mi edad, los que en los años 50 vivieran en Fuensanta, y me atrevería a decir, o cualquier otro pueblo de España., se van a identificar plenamente con lo que voy a contar hoy. Y los más jóvenes que no se van a creer lo que cuente que se lo pregunten a sus padre o abuelos que ya verás como ellos también estarán plenamente conmigo.
En 1950, en el invierno los alimentos y la forma de subsistir dependía mucho de las conservas, la matanza y los productos elaborados en casa porque entonces no había supermercados, no había productos hortícolas porque Almeria no había descubierto aún el tesoro de sus invernaderos, y quitando las naranjas de Valencia y los plátanos de canarias, las frutas y postrye de frutas dependían de los melones de la casa, de los botes de conserva de la despensa o de los productos pasados y secados al sol durante el verano que guardaban en ristras colgados de una viga de la cámara, (habitación última de la casa bajo el tejado) tomates, melocotones, pimientos, higos o bien los peros del Cerro del Viento conservados en paja en en un troje. Esto unido a todos los productos derivados de la matanza del cerdo, la leche de la cabra y los huevos, gallinas y conejos del corral, constituían las reservas de una familia para poder afrontar las penalidades de un invierno donde el trabajo, los ingresos familiares eran muy escasos y donde las condiciones climatológicas del invierno había que solucionarlas con una lumbre de palos de olivo, que gracias a Dios en nuestro pueblo abundan, y que además servía no solo para calentar la casa sino como cocina, como tendedero de ropas o como calefactor para obtener el agua caliente. Hay que tener en cuenta que entonces uno se pagaban pensiones, ni subsidio de desempleo, ni mucho menos el PER.
Imaginaros un día de Enero o Febrero, de aquella época, una nevada de 40 ctms en la calle, no se puede salir de casa, que hacemos, que podemos comer ese día.
En primer lugar suponiendo que no había pan había que hacerlo en casa y cocerlo en le lumbre.
Después se podían preparar unos tomates pasados que una vez remojados en agua se esponjaban y permitían que enharinados se frieran y constituían un alimento estupendo que junto con una morcilla y unos torreznos de la matanza y un huevo frito constituían una fuente de calorías suficiente como para eliminar todos los efectos del frío y de la nieve.
Por la noche un trozo de pan con aceite o una ensalada de tomaste de bote de los guardados en la despensa, un trozo de queso también hecho en la casa y como postre unos orejones con azúcar y canela utilizando los melocotones secos al sol y guardados también en la casa. No me digáis que no es un buen menú y lo batato que resultaría para la familia.
Pero hay una cosa que no os puedo ocultar, y que es la más penosa y la más injusta, había entonces muchas familias que no tenían posibilidades económicas suficientes como para poder sacar todo este acopio de alimentos en sus casa y necesitaban ayuda social para paliar en parte sus necesidades. Había esa ayuda aunque insuficiente, había también la ayuda y la colaboración de los amigos, los vecinos y los familiares pero aquellos años eran infinitamente peores para todos que estos y también los superamos. Esperemos y deseemos que entre todos seamos capaces ahora de solucionar las necesidades actuales y de conseguir que todos disfrutemos de un hogar y de un alimento suficiente para nuestros hijos y nietos. Qué así sea.