ES LA SANGRE...

ES LA SANGRE

Hemos estado recientemente Valencia, hemos venido a esta bendita tierra porque necesitábamos ver a nuestros, tres nietos y a sus padres, que hacía varios meses que nos nos veíamos y, como la sangre tira tanto, era necesario venir a darles muchos besos y abrazos que son tan necesarios para unos abuelos que sin ellos sería muy difícil poder encontrar un equilibrio emocional a nuestra edad donde es tan esencial el recibir cariño y afecto.

Hemos gozado con la más pequeñita, hemos compartido con ella juegos infantiles, caricias y besos y la hemos escuchado cantar canciones en inglés y en valenciano, son tres años y ya apunta coquetería con su melena y ese movimiento de pelo que tanto gusta y representa al género femenino y hemos cargado las pilas de felicidad y de alegría.

Los niños que son dos, uno de diez y otro de ocho años, siempre que me ven quieren que les cuente un cuento, que cuando eran más pequeños ya se los contaban. Y es que no hay nada más fácil y más reconfortante que una relación abuelos nietos porque en tanto nos parecemos y nos necesitamos, los unos y los otros, que yo me atrevería a decir que nosotros somos unos niños viejos que sin esos niños, niños, nuestros niños, sería muy difícil seguir viviendo.

Los niños tenían unos partidos de fútbol, el fin de semana, los dos juegan al fútbol en equipos y en categorías distintas y, como siempre que venimos hacemos, fuimos a verlos jugar. El mayor metió dos goles estupendos ese día y el pequeño que juega de portero hizo unas paradas extraordinarias,
para mi ni Ronaldo ni Casillas juegan tan bien como ellos. Ese es el amor propio, ese es el orgullo de algo tuyo, en definitiva esa es tu sangre que también corre por sus venas.

Esta es la grandeza de la familia, este es el tesoro más grande que los abuelos tenemos y que en estos tiempos actuales es muy difícil de disfrutar plenamente porque los hijos se van a otros pueblos y ciudades con sus familias, a veces a muchos kilómetros de distancia y solo los ves de tarde en tarde y en ocasiones ni los puedes ver. Yo creo que en esto hemos perdido todos mucho porque antiguamente los hijos, aunque se casaban, seguían viviendo muy cerca de sus padres, casi siempre hasta en el mismo pueblo y entonces se disfrutaba constantemente de la familia, de los hijos y de los nietos y aquello era un verdadero lujo. Porque una familia unida es una familia feliz