EL HELADO....

EL HELADO.

Hay que ver como ha evolucionado, a lo largo del tiempo, la elaboración, presentación, diversidad de gustos y formas, la publicidad y hasta la distribución de este gran lujo veraniego que son los helados.

En los primeros años de mi infancia el helado de fabricaba moviendo a mano, reiteradamente, un recipiente metálico en forma de cilindro rematado por un tapón con mango rodeado de hielo e introducido todo en una garrafa. En el interior del cilindro se ponían los ingredientes, leche, azúcar, distintos sabores, y de la pericia del movimiento del heladero dependía ya la calidad y la valoración del producto. Mi hermana y yo cuando nevaba recogíamos nieve y a nuestra manera también nos fabricábamos, con ella y una olla, nuestro estupendo y particular helado invernal.

Ahora modernas fábricas con sofisticadas maquinarias producen, a lo largo de todo el año, infinidad de clases de helado: vainilla, chocolate, nata, almendra, pistacho o fresa y sus derivados polos, cornetes, tartas y toda clase de manjares para chicos y mayores que gracias a los congeladores se reparten por todo el país, hasta en nuestras casas, saciando el paladar de los consumidores más exigentes.
Incluso existen de cara al público unas maquinítas que te permiten, dando al botón correspondiente,
fabricarte tú mismo tu propio helado.

Claro que el helado también tiene sus inconvenientes su abuso en el consumo puede producir efectos nocivos para la salud y para la estética. Cualquier tipo de helado tiene muchas calorías que hacen que se dispare la báscula del baño y además gran cantidad de azúcar que puede producirnos
diabetes o aumentar esa enfermedad en el caso de que ya se padezca. Solo hay que tener en cuenta
que después de toma un helado sentimos una intensa sed que nos obliga a beber y beber más y más agua y esto y el azúcar es lo que nos hace aumentar de peso.

Yo desde luego gracias a Dios no tengo problemas con el helado porque no lo tomo a penas, solo ocho o diez veces al año. Y en casa nunca lo compramos ni lo tenemos para evitar el riesgo. Yo creo que además eso es na buena costumbre para que los más pequeños de nuestras casas no se aficionen demasiado a este rico y refrescante alimento.

De cualquier manera no se puede negar que es todo un placer degustar un helado, aunque no podamos decir que no sea lo mismo de bueno para nuestra salud.