DESDE MI ATALAYA
PURA CASUALIDAD
¿No te ha sucedido a ti nunca algo, por pura casualidad, que te ha ocasionado un problema o una preocupación inesperada que te desconcierta y te sobrecoge?
Bien podíamos catalogarlo dentro del ámbito del azar o la pura coincidencia pero lo cierto es que a veces uno no puede ni imaginar hasta donde llega esa tan absurda e incompresible casualidad. Y aunque el problema que se origina no es, ni peligroso, ni grave, a ti sin embargo te hace la puñeta de una forma absoluta.
Pues bien, mira lo que te cuento y luego me dirás si estás de acuerdo conmigo en que a veces nos pasan cosas que uno llega a pensar que algún maligno personaje irreal es el autor de semejante
contratiempo.
Hoy mi Sra. Laly y yo nos veníamos de Estepona a Fuensanta, mi pueblo, para pasar los días más significativos de la Semana Santa, para reunir aquí a toda nuestra familia que ya es numerosísima, catorce personas, con la que viene de camino, y para admirar un año más esa maravillosa representación en vivo de la Pasión que es orgullo de todos los fuensanteños,
Como siempre que se organiza un viaje y un traslado hay multitud de cosas que preparar y empaquetar: la comida que teníamos allí, los regalos de los nietos, los zapatos, la ropa, el portátil, el traslado de la ropa de invierno que ya no hace falta y todo ello supone un montón de bultos de bolsas, de perchas, que metemos apretaditas en el amplio maletero que venía para reventar.
Nos montamos arrancamos y dice Laly: ¿Y las llaves, para abrir el garaje?
Las llaves que me habían servido a mi para abrir la puerta y que yo llevé en la mano hasta que llegamos al coche, no aparecían por ningún lado. Empezamos por sacar toda la ropa porque dijimos
se han caído en ella al meterla en el maletero. Pues nada, no aparecen. Entonces pensamos se pueden haber caído en dentro de alguna bolsa y allá que vamos sacando cosa por cosa, bolsa por bolsa, hasta que todo había sido controlado. Miramos dentro del coche, debajo de los asientos y nada de nada. Todo esto nos supuso alrededor de una hora. Y ya desesperados, nerviosos perdidos y al borde de un ataque de nervios me dio a mi por mirar los bolsillos de los abrigos y de las chaquetas y en un chaquetón mío, en un bolsillo que tiene por la parte de dentro allí se habían depositado.
Conclusión, yo llevaba las llaves en la mano, Laly me dio unas cuantas prendas de abrigo para que las sujetara mientras lo iba colocando todo y a mi se me cayeron con tan mala fortuna que fueron a parar a lugar más recóndito, más inverosímil de toda la carga.
¿Verdad que a ti te ha pasado alguna vez algo similar? Pues esa es mi anécdota de hoy, un cabreo inicial impresionante, cosas de la casualidad, menos más que después todo fue bien, el viaje perfecto y aquí estamos ya esperando a nuestros hijos y a nuestros cinco nietos. Que ese azar nos permita a nosotros y a todos vosotros pasar unos días tranquilos y felices disfrutando de las procesiones, los pasos, y todo lo que para un cristiano representa la Pasión de Cristo.
PURA CASUALIDAD
¿No te ha sucedido a ti nunca algo, por pura casualidad, que te ha ocasionado un problema o una preocupación inesperada que te desconcierta y te sobrecoge?
Bien podíamos catalogarlo dentro del ámbito del azar o la pura coincidencia pero lo cierto es que a veces uno no puede ni imaginar hasta donde llega esa tan absurda e incompresible casualidad. Y aunque el problema que se origina no es, ni peligroso, ni grave, a ti sin embargo te hace la puñeta de una forma absoluta.
Pues bien, mira lo que te cuento y luego me dirás si estás de acuerdo conmigo en que a veces nos pasan cosas que uno llega a pensar que algún maligno personaje irreal es el autor de semejante
contratiempo.
Hoy mi Sra. Laly y yo nos veníamos de Estepona a Fuensanta, mi pueblo, para pasar los días más significativos de la Semana Santa, para reunir aquí a toda nuestra familia que ya es numerosísima, catorce personas, con la que viene de camino, y para admirar un año más esa maravillosa representación en vivo de la Pasión que es orgullo de todos los fuensanteños,
Como siempre que se organiza un viaje y un traslado hay multitud de cosas que preparar y empaquetar: la comida que teníamos allí, los regalos de los nietos, los zapatos, la ropa, el portátil, el traslado de la ropa de invierno que ya no hace falta y todo ello supone un montón de bultos de bolsas, de perchas, que metemos apretaditas en el amplio maletero que venía para reventar.
Nos montamos arrancamos y dice Laly: ¿Y las llaves, para abrir el garaje?
Las llaves que me habían servido a mi para abrir la puerta y que yo llevé en la mano hasta que llegamos al coche, no aparecían por ningún lado. Empezamos por sacar toda la ropa porque dijimos
se han caído en ella al meterla en el maletero. Pues nada, no aparecen. Entonces pensamos se pueden haber caído en dentro de alguna bolsa y allá que vamos sacando cosa por cosa, bolsa por bolsa, hasta que todo había sido controlado. Miramos dentro del coche, debajo de los asientos y nada de nada. Todo esto nos supuso alrededor de una hora. Y ya desesperados, nerviosos perdidos y al borde de un ataque de nervios me dio a mi por mirar los bolsillos de los abrigos y de las chaquetas y en un chaquetón mío, en un bolsillo que tiene por la parte de dentro allí se habían depositado.
Conclusión, yo llevaba las llaves en la mano, Laly me dio unas cuantas prendas de abrigo para que las sujetara mientras lo iba colocando todo y a mi se me cayeron con tan mala fortuna que fueron a parar a lugar más recóndito, más inverosímil de toda la carga.
¿Verdad que a ti te ha pasado alguna vez algo similar? Pues esa es mi anécdota de hoy, un cabreo inicial impresionante, cosas de la casualidad, menos más que después todo fue bien, el viaje perfecto y aquí estamos ya esperando a nuestros hijos y a nuestros cinco nietos. Que ese azar nos permita a nosotros y a todos vosotros pasar unos días tranquilos y felices disfrutando de las procesiones, los pasos, y todo lo que para un cristiano representa la Pasión de Cristo.