CIUDADANA. Todos los que vivimos los años 40 y 50, sabemos muy bien lo acontecido en aquellos años de miseria. Por un lado, no había suficientes alimentos libres y los que había, eran para la gente pudiente. Te relato la historia real de mi casa, de mi familia, reflejo de las muchas familias españolas. La guerra civil española nos dejó con más hambre que gloria. En mi casa se comía todos los días del año COCIDO DE GARBANZOS y no con mucha carne, más bien poca, eso sí, se echaba mano de la matanza del gocho, cerdo, puerco, marrano... que casi todas las familias mataban uno por lo menos. Gracias al puerco, se comía algo, dado que se aprovechaba todo. El día de la fiesta del pueblo y Navidad, se hacía comida EXTRA. LOS DEMÁS DÍAS DEL AÑO: desayuno... sopas de ajo. Cena... lo mismo con alguna variante de vez en cuando. Y así fuimos saliendo del letargo por IMPERATIVO DE LAS CIRCUNSTANCIAS. Menos mal que en mi casa, en casi todas había un horno donde previamente la harina se amasaba para luego meter las hogazas a hornear. Se amasaba para una quincena, más o menos. El calor del horno después de sacar las hogazas, se aprovechaba para hacer unas tortas y alguna pasta que otra. Si a todo esto, añadimos lo que dice Rosalí del frío que se pasaba, pues ya teníamos " palpelo". Hambre y frío, buena mezcla. Eso sí, éramos felices.