DE MARID AL CIELO
Es la capital de España. Desde 1561 la capital del Reino y actualmente la capital del gobierno autonómico del mismo nombre. Es una ciudad encantadora que rezuma historia por los cuatro costados, que impregna de casticismo y de autenticidad sus celebraciones y sus fiestas tradicionales, donde el chotis, ese baile chulesco y altanero, parece resonar todavía por sus calles y plazas al son de sus típicos organillos, magistralmente interpretado por una pareja de chulapos engalanados con sus trajes típicos rematados para ellas, por ese insinuante y elegante mantón de manila provocador y, para él, por su pícara gorra de irresistible conquistador.
A mi me encanta Madrid, estoy enamorado de esa gran ciudad que nos representa por el mundo entero a nivel nacional e institucional y en la que se palpa un ambiente de españoleidad muy especial fruto de una integración social que ha sabido aglutinar, además de los madrileños, a ciudadanos de todo el territorio nacional que allí se siente plenamente realizados como madrileños y como españoles. Nadie se siente forastero en Madrid, Nadie es rechazado ni cuestionado como ciudadano de pleno derecho en Madrid. Y nadie que visita Madrid, que conoce Madrid, o que lo vive, puede estar en contra de ese dicho tan popular: De Madrid al cielo.
Yo conocí Madrid, por primera vez, en los años 60, fui allí en viaje de estudios, por Mayo, y quedó muy gravado en mi mente además de su majestuosidad, sus edificios monumentales, sus museos y su parques, plazas y jardines, perfectamente cuidados, su particular casticismo que entonces se palpaba en la calle, con su forma de hablar y de decir, con sus verbenas de barrio, sus farolillos, sus buñuelos, su gaseosa y sus bailes vestidos de chulapos que eran una viva estampa de la zarzuela Agua azucarillos y aguardiente.
Ese fue mi primer Madrid, después lo ha visitado muchas veces y conozco muchos rincones de ese Madrid popular que a mi me cautivó: tabernas, restaurantes, teatros, museos y siempre, siempre, me encantó y me ofreció nuevos motivos de placer y de gozo.
Ultimamente como mi hija trabaja allí con más asiduidad lo visitamos y lo disfrutamos, y que decir de ahora en adelante con el nacimiento de mi nieta Mencía, que nos ha vuelto locos a todos, ahora Madrid para nosotros es ya algo nuestro.
Tengo ahora amigos madrileños de adopción, que he conocido a través de Internet que me tienen al corriente de todo lo que por allí sucede, con los que ya he tenido ocasión de reunirme en dos ocasiones y que estoy deseando de repetir cuanto antes para poder disfrutar in situ de las maravillas de todo tipo que allí se encuentran. Desde aquí les saludo y les envío un cariñoso saludo y decirles que el mes que viene nos veremos por allí, si Dios quiere.
Es la capital de España. Desde 1561 la capital del Reino y actualmente la capital del gobierno autonómico del mismo nombre. Es una ciudad encantadora que rezuma historia por los cuatro costados, que impregna de casticismo y de autenticidad sus celebraciones y sus fiestas tradicionales, donde el chotis, ese baile chulesco y altanero, parece resonar todavía por sus calles y plazas al son de sus típicos organillos, magistralmente interpretado por una pareja de chulapos engalanados con sus trajes típicos rematados para ellas, por ese insinuante y elegante mantón de manila provocador y, para él, por su pícara gorra de irresistible conquistador.
A mi me encanta Madrid, estoy enamorado de esa gran ciudad que nos representa por el mundo entero a nivel nacional e institucional y en la que se palpa un ambiente de españoleidad muy especial fruto de una integración social que ha sabido aglutinar, además de los madrileños, a ciudadanos de todo el territorio nacional que allí se siente plenamente realizados como madrileños y como españoles. Nadie se siente forastero en Madrid, Nadie es rechazado ni cuestionado como ciudadano de pleno derecho en Madrid. Y nadie que visita Madrid, que conoce Madrid, o que lo vive, puede estar en contra de ese dicho tan popular: De Madrid al cielo.
Yo conocí Madrid, por primera vez, en los años 60, fui allí en viaje de estudios, por Mayo, y quedó muy gravado en mi mente además de su majestuosidad, sus edificios monumentales, sus museos y su parques, plazas y jardines, perfectamente cuidados, su particular casticismo que entonces se palpaba en la calle, con su forma de hablar y de decir, con sus verbenas de barrio, sus farolillos, sus buñuelos, su gaseosa y sus bailes vestidos de chulapos que eran una viva estampa de la zarzuela Agua azucarillos y aguardiente.
Ese fue mi primer Madrid, después lo ha visitado muchas veces y conozco muchos rincones de ese Madrid popular que a mi me cautivó: tabernas, restaurantes, teatros, museos y siempre, siempre, me encantó y me ofreció nuevos motivos de placer y de gozo.
Ultimamente como mi hija trabaja allí con más asiduidad lo visitamos y lo disfrutamos, y que decir de ahora en adelante con el nacimiento de mi nieta Mencía, que nos ha vuelto locos a todos, ahora Madrid para nosotros es ya algo nuestro.
Tengo ahora amigos madrileños de adopción, que he conocido a través de Internet que me tienen al corriente de todo lo que por allí sucede, con los que ya he tenido ocasión de reunirme en dos ocasiones y que estoy deseando de repetir cuanto antes para poder disfrutar in situ de las maravillas de todo tipo que allí se encuentran. Desde aquí les saludo y les envío un cariñoso saludo y decirles que el mes que viene nos veremos por allí, si Dios quiere.