LAS FALLAS
Un año más nos hemos acercado a casa de mi César en Valencia, aprovechando que habíamos ido a Madrid, para ver a nuestros nietos y de paso aprovechar unos días para ver, in situ, esa maravillosa fiesta de las fallas que los valencianos, con su entrega, su pasión y su arte, ha conseguido que hayan sido nombradas Patrimonio de la Humanidad..
Mi hijo pertenece a la asociación de la falla que hacen en su barrio y están integrados plenamente en ese mundo del casal, o local donde se reúnen los falleros para organizar todos los actos que lleva consigo ser miembro de una falla. También a comer y a beber los fines de semana, sobre todo en esta época próxima a la plantá (o montaje de la falla en la calle), para que sea visitada por todos los ciudadanos y someterse a un jurado que pueda premiar su calidad y el simbolismo que la representa. Este año han obtenido un premio por lo que una representación de la falla, con sus trajes típicos, sobre todo los niños, fueron al ayuntamiento a recoger el mencionado premio que luego ponen delante de su monumento para que sea conocido por todos y para orgullo y satisfacción de los falleros que la integran.
Son muy preciosos los trajes que utilizan las valencianas, mayores y niñas, y van cubiertos de adornos y de telas de muy diversos colores que ensalzan la belleza y gracia del género femenino, que está presente en muchos actos relativos a la fiesta siendo el más importante el ofrecer en desfile por las calles de la ciudad los ramos de flores a la Virgen de los Densamparados, patrona de Valencia, a la que hacen un monumental manto con las flores que reciben de todos los miembros de las más de 700 fallas que se exponen en Valencia.
Los varones y los niños también tiene su traje típico, menos ampuloso que el de las mujeres y representa la indumentaria de los huertanos valencianos, con su pantalón, chaquetilla cortos. Su calcetin hasta la rodilla y un fajín cuyo color depende del rango que representan dentro de la falla.
Luego está como primer plato de estas tradicionales y originales fiestas que es la mascletá, que durante unos 20 días se celebra en la plaza del ayuntamiento y que consiste un espectáculo que tienen una duración denos10 minutos en el que miles de petardos, algunos ensordecedores, van explotando sucesivamente y creando una especie sonido musical que a los valencianos les vuelve locos. Es impresionante desde luego el acontecimiento que te produce retemblidos en el cuerpo y en los oídos y una sensación extrema de explosión y de ruido que se prolonga por unos diez minutos y que va intercalada con fuegos artificiales.
Luego muy importante la visita a los distintos monumentos falleros que todos tienen un tono satírico y burlesco, de cuanto ha sucedido en Valencia y en nuestro país a lo largo del año. Son verdaderas obras de arte llenas de color y de expresiones caricaturescas de sus personajes. Merece la pena verlas y disfrutar del ambiente de la calle en estas fechas donde la música hace siempre acto de presencia y donde igual te puedes comer una paella a cualquier hora, unos buñuelos o un bocata de chorizo. Por cierto allí encontramos a unos torrecampeños que tenían una churraría de nombre Santa Ana, que fue la que nos hizo pensar en su patrona y al preguntarles nos confirmaron que eran de Torre del Campo.
Y el plato fuerte, la quemá o sea la destrucción por el fuego de todo aquel trabajo, de todo aquel arte, de todo aquel mundo de fantasía, de ilusión y de tradición, que ellos hacen gustosos, durante todo un año, para hacerlo desaparecer en las llamas y dejar el camino preparado y abierto para iniciar la falla del próximo año. Es muy intensa esa combinación de fuego y de calor que se origina en estas destrucciones, los bomberos tienen que regar y proteger los cristales de las viviendas colindantes y hay algo de riesgo en la presencia de estos actos por la cantidad de personas que hay contemplándolos y porque cualquier fallo puede producir algún accidente. La verdad es que todo esto es llamativo, atractivo, envolvente y raro, para nosotros, pero sin duda alguna merece la pena verlo allí y disfrutarlo como algo que es único en el mundo y que además es nuestro.
Un año más nos hemos acercado a casa de mi César en Valencia, aprovechando que habíamos ido a Madrid, para ver a nuestros nietos y de paso aprovechar unos días para ver, in situ, esa maravillosa fiesta de las fallas que los valencianos, con su entrega, su pasión y su arte, ha conseguido que hayan sido nombradas Patrimonio de la Humanidad..
Mi hijo pertenece a la asociación de la falla que hacen en su barrio y están integrados plenamente en ese mundo del casal, o local donde se reúnen los falleros para organizar todos los actos que lleva consigo ser miembro de una falla. También a comer y a beber los fines de semana, sobre todo en esta época próxima a la plantá (o montaje de la falla en la calle), para que sea visitada por todos los ciudadanos y someterse a un jurado que pueda premiar su calidad y el simbolismo que la representa. Este año han obtenido un premio por lo que una representación de la falla, con sus trajes típicos, sobre todo los niños, fueron al ayuntamiento a recoger el mencionado premio que luego ponen delante de su monumento para que sea conocido por todos y para orgullo y satisfacción de los falleros que la integran.
Son muy preciosos los trajes que utilizan las valencianas, mayores y niñas, y van cubiertos de adornos y de telas de muy diversos colores que ensalzan la belleza y gracia del género femenino, que está presente en muchos actos relativos a la fiesta siendo el más importante el ofrecer en desfile por las calles de la ciudad los ramos de flores a la Virgen de los Densamparados, patrona de Valencia, a la que hacen un monumental manto con las flores que reciben de todos los miembros de las más de 700 fallas que se exponen en Valencia.
Los varones y los niños también tiene su traje típico, menos ampuloso que el de las mujeres y representa la indumentaria de los huertanos valencianos, con su pantalón, chaquetilla cortos. Su calcetin hasta la rodilla y un fajín cuyo color depende del rango que representan dentro de la falla.
Luego está como primer plato de estas tradicionales y originales fiestas que es la mascletá, que durante unos 20 días se celebra en la plaza del ayuntamiento y que consiste un espectáculo que tienen una duración denos10 minutos en el que miles de petardos, algunos ensordecedores, van explotando sucesivamente y creando una especie sonido musical que a los valencianos les vuelve locos. Es impresionante desde luego el acontecimiento que te produce retemblidos en el cuerpo y en los oídos y una sensación extrema de explosión y de ruido que se prolonga por unos diez minutos y que va intercalada con fuegos artificiales.
Luego muy importante la visita a los distintos monumentos falleros que todos tienen un tono satírico y burlesco, de cuanto ha sucedido en Valencia y en nuestro país a lo largo del año. Son verdaderas obras de arte llenas de color y de expresiones caricaturescas de sus personajes. Merece la pena verlas y disfrutar del ambiente de la calle en estas fechas donde la música hace siempre acto de presencia y donde igual te puedes comer una paella a cualquier hora, unos buñuelos o un bocata de chorizo. Por cierto allí encontramos a unos torrecampeños que tenían una churraría de nombre Santa Ana, que fue la que nos hizo pensar en su patrona y al preguntarles nos confirmaron que eran de Torre del Campo.
Y el plato fuerte, la quemá o sea la destrucción por el fuego de todo aquel trabajo, de todo aquel arte, de todo aquel mundo de fantasía, de ilusión y de tradición, que ellos hacen gustosos, durante todo un año, para hacerlo desaparecer en las llamas y dejar el camino preparado y abierto para iniciar la falla del próximo año. Es muy intensa esa combinación de fuego y de calor que se origina en estas destrucciones, los bomberos tienen que regar y proteger los cristales de las viviendas colindantes y hay algo de riesgo en la presencia de estos actos por la cantidad de personas que hay contemplándolos y porque cualquier fallo puede producir algún accidente. La verdad es que todo esto es llamativo, atractivo, envolvente y raro, para nosotros, pero sin duda alguna merece la pena verlo allí y disfrutarlo como algo que es único en el mundo y que además es nuestro.