JUANILLO EL TRAPERO...

JUANILLO EL TRAPERO

Los que sean de mi edad recordarán a este personaje que era un vendedor ambulante de Martos que venía con mucha frecuencia a Fuensanta con un borrico cargado de toda clase de objetos de utilidad en el hogar y también de pequeños juguetes y regalos para los niños y que era un auténtico embaucador por su simpatía, su gracia y la forma de convencer a sus clientas, siempre mujeres, que cada vez que le oían pregonar sus artículos por la calle salían disparadas, si no a comprar, a charlar con Juanillo o simplemente a saludarle pues era un personaje muy querido y valorado en nuestro pueblo.

Era aquella época tan difícil y tan dura, que merece la pena no olvidar, por lo que supuso de esfuerzo y de sufrimiento para todos los que por desgracia la vivimos y que pone de manifiesto lo que ha veces un padre de familia tenia que hacer para poder alimentar a sus churumbeles. Juanillo tenía como negocio recorrer a diario los distintos pueblos de alrededor de Martos con un burro cargado de objetos y el andando a su lado 30 ó 40 kms para provocar unas ventas que le permitieran llevar un trozo de pan a su casa cada día. Y además hacerlo con ilusión, con entrega, con cariño y hasta con gracia porque este hombre tenía todas esas facultades y las desarrollaba a la perfección, más que un ambulante yo creo que Juanillo era un excelente psicólogo que no fue a la universidad porque no pudo, pero tampoco la necesitó porque el dominaba su profesión cun una perfección absoluta y además lograba que sus clientes fueran al final amigos que le facilitaban la consecución de sus objetivos
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Yo era un niño muy pequeño y siempre salía a la calle con mi madre cuando Juanillo venía el me cogía, me besaba, y me daba algún caramelo o alguna chuchería y después mi madre estaba más que dispuesta a comprarle algo para devolverle ese gesto de generosidad y de cariño que él iba repartiendo a manos llenas.

Con el tiempo, cuando ya fui mayor y nosotros teníamos el negocio de los Materiales de Construcción un día que fui a cargar un camión de ladrillos a Martos a la cerámica de Antonio Mena vino a verme y a saludarme porque el trabajaba allí y por mi padre se había dado a conocer y se acordaba todavía de Fuensanta, a la que quería mucho porque en ella tuvo sus mejores clientes, según él, y se acordaba de mi y de toda mi familia donde Juanillo para nosotros era ante todo un amigo. Me contó que tenía una familia muy numerosa, que aquello de la trapería ya lo tuvo que dejar y que ahora el estaba colocado en aquella empresa y tenía hijos ya mayores que le ayudaban a sostener la familia con sus sueldos y que gracias a Dios aquellos y tiempos difíciles habían pasado y que su familia estaba disfrutando de una buena situación económica.

A raiz de aquello siempre que yo iba a la cerámica lo buscaba, nos fumábamos un cigarrillo y charlábamos, porque Juanillo era un gran conversador, un tío simpático y hasta gracioso y porque era una gran persona y un gran amigo de mi familia y mío. Ya habrá muerto este gran hombre pero si por casualidad vive aún desde aquí le mando un abrazo y si ya falleció que vaya para sus hijos y nietos el reconocimiento de que para ser una gran persona lo único que se necesita es ser buena gente y este Juanillo sin duda alguna lo fue.