MANOLO EL CARACOL...

MANOLO EL CARACOL

Manolo Caracol era un cantante flamenco famoso de los años 50, que fue pareja de hecho y artística con la Lola Flores, que además formó una saga familiar porque varias de sus hijas siguieron después cantando y bailando flamenco, como importantes artistas y figuras de ese cante hondo que nos representa y que se identificó siempre con nuestra querida y maravillosa Andalucía.

Pero no he venido hoy a hablaros de ese personaje, ya mítico, que nada tiene que ver con nosotros, con nuestro pueblo y con las personas que en él vivieron y dejaron la huella de su presencia, de su buen hacer y de su idiosincrasia. Hoy yo voy a escribir unas lineas sobre mi buen amigo, de mi pariente lejano Manuel Sánchez Expósito, de nuestro “Manolo el Caracol.”

He tenido yo siempre una muy buena relación con la familia de Manolo, porque mi padre era muy amigo del suyo Eduardo el Caracol y algo familia, con lo cual el trato de nuestras familias ha sido más familiar que de amistad que nosotros tanto Manolo y su esposa Isabel, como Laly y yo, hemos seguido manteniendo siempre.
Eduardo era un hombre menudo, muy gracioso y simpático. Tenía un defecto en la columna vertebral y tal vez por eso el pueblo siempre tan poco respetuoso con los defectos ajenos le pusiera el mote de Caracol. Fue un hombre muy activo se dedicaba a llevar negocios de bar. Estuvo muchos años regentando el bar del Casino y posteriormente puso su propio negocio que regentó hasta su fallecimiento. Posteriormente su hija Mercedes lo estuvo rigiendo un tiempo y en la actualidad es la casa en la que vive con su familia la hermana de Manolo.

Manolo es un hombre que heredó de su padre la simpatía y la actividad además de un don especial para ayudar a los demás y para tener un sentimiento religioso muy unido a la iglesia y a todo lo que tenga que ver con ella con la que siempre está estrechamente relacionado y a la que sirve y ayuda desinteresadamente desde su época de monaguillo, junto con su gran amigo y gran persona José Malagón que vive en Barcelona pero que tiene casa en Fuensanta y que nunca renunció a seguir siendo fuensanteño.

Manolo aprendió de su tía Socorro, hermana de su padre, el oficio de sastre convirtiéndose en un gran profesional de este oficio y posteriormente ingresó como sereno en el Ayuntamiento función que desempeñó siempre con mucha entrega, con mucho espíritu de servicio a los demás, y que ha hecho que todo el pueblo lo quiera y tenga de él el mejor criterio y el mayor respeto. Siempre alternó sus dos empleos y procuró conseguir con su esfuerzo y su trabajo un futuro tranquilo y feliz, rodeado de sus hijos y nietos a los que ahora disfruta con su presencia y su proximidad, pues viven al lado los unos de los otros y a los que ayuda y proteje con el mismo cuidado y atención como si fueran sus hijos.

Ya jubilado el sigue siempre ligado a la Iglesia, preocupado de atender y ayudar a los enfermos y a los necesitados y el resto de sus horas los dedica a su mujer Isabel, a su familia y a seguir llevando por el pueblo una misión de amor, de respeto y de paz, que le convierten en un fuensanteño ejemplar. Primo, como siempre nos hemos llamado, me he acordado de ti porque te lo mereces y desde aquí Laly y yo te enviamos un abrazo muy fuerte, que quiero hagas extensivo a toda tu familia.