LA TRAMPA...

LA TRAMPA

Leía yo el otro día en un periódico que en un pueblo de Teruel, llamado Calamocha, en un bar de esos de carretera, se sortea cada año por Navidad la cesta más cara de España, y tal vez del mundo, el valor aproximado es de 400,000 euros, o sea la friolera de más de 66,000.000 de las antiguas, y para mi, tan añoradas e injustamente tratadas pesetas.

A través de Internet interesados de todo el país intetan conseguir alguna papeleta de esa rifa tan exuberante que te puede permitir ser millonario por una módica cantidad de 10 euros.
El contenido de la cesta es muy atractivo porque además de llevar multitud de objetos y aparatos de uso doméstico y familiar, tiene también como premio estrella, un coche Porsche, otro de la marca Mercedes y una moto BMW. Ni que decir tiene que lleva un contenido de productos alimenticios de primera calidad que completa tan sustancioso y apetecible premio.

Es un sorteo que llama la atención por la cuantía económica tan abultada pero precisamente por eso y, sobretodo, porque el contenido no es metálico sino material es por lo que el que salga como ganador del mismo se mete, sin saberlo, en una trampa que puede significar su ruina total y su desgracia. Porque como la Hacienda Pública se lleva del premio el 40% el ganador tiene que pagar a hacienda 160.000 euros (26.666.66 millones de las antiguas pesetas) si quiere recibir su premio.

O sea que si el que obtiene la cesta es un pudiente, económicamente hablando, paga el impuesto de hacienda y se lleva a casa todos esos regalos que contiene. Pero si el que lo recibe es un señor poco adinerado tendrá que pedir prestados los 26.6 millones de pesetas, si es que se los dan, y luego ir mal vendiendo esos productos para pagar la deuda. Ojo pues con este tipo de reclamos e inventos publicitarios que nos tratan de regañar con cifras muy deslumbrantes porque a veces en el regalo ya va incluida la penitencia.