MUJERES DE FUENSANTA
Dicen las mujeres que los hombres las han tenido siempre en un segundo lugar, que nunca tuvieron protagonismo y que el mundo las ha tenido siempre relegadas y olvidadas. Hay mucho de cierto en todo eso, pero la verdad es que yo creo que eran otros tiempos en los que la penuria económica obligaba a la mujer a estar al frente de su casa, de sus hijos, de la cocina, porque no había más remedio que sacar adelante a la prole con el amor y el sudor de la frente. La verdad es que las familias pudientes siempre tuvieron criadas, niñeras, cocineras, y en esas familias la mujer no estaba en absoluto ni relegada, ni olvidada.
La prueba de que esa reivindicación de la mujer era en parte exagerada está en que el la actualidad, cuando la sociedad ha evolucionado, cuando se inventaron las guarderías, cuando en la educación se crearon las escuelas de preescolar y cuando existen restaurantes, tiendas de ropa o supermercados, que hacen gran parte de lo que la mujer hacía en su casa, la mujer se ha integrado, totalmente, en la sociedad, ha estudiado, ha puesto negocios, ha entrado en política, y hoy día en muchos aspectos está por encima del hombre y han alcanzado ese lugar que tanto añoraban en el mundo y sus maridos están tan orgullosos y tan contentos de que así sucediera. No obstante siempre hubo mujeres que destacaron en su entorno familiar y fueron el pilar sobre el que se sustentaba el negocio o la actividad que desempeñaba aquella familia.
En la Fuensanta de después de la guerra hay tres casos, en el ramo de la hostelería, bastante representativos de cuanto digo. Me refiero a Dotiva, Andresa y Encarna.
Había en Fuensanta en aquella época una posada (pensión, hostal, fonda) que era conocida por la Posada de Dotiva, y que estuvo muchos años en funcionamiento. Tenía Dotiva un varón y creo que tres hembras, y tenía su marido, pero quien sonaba como motor de aquel negocio era Dotiva, el edificio estaba al inicio de la Vadera junto al pilar, hoy convertido en un bloque de pisos. Era Dotiva una mujer abierta, dinámica, simpática, fuerte, y era una excelente empresaria de aquel inicial negocio pionero de hostelería. Como cosa curiosa he de decir que he conocido yo aquí a un hombre que iba por Fuensanta y por toda Andalucía, andando con una manada de cabras vendiendo la leche y comprando y vendiendo animales. Cuando se enteró de que yo era de Fuensanta me vino a buscar, me habló de Dotiva y su posada, me habló de nuestro pueblo y me dijo que tanto Dotiva como el Pueblo habían sido excelentes para él y tenia muy buenos recuerdos de los fuensanteños.
La segunda era Andresa tenía un bar en la plaza de abajo, cogía toda la casa y era bastante grande, tenía una hija y dos hijos, la hija murió ya, los hijos creo que viven y tiene un nieto en Fuensanta. Esta mujer, igualmente fuerte, enérgica, simpática y muy dinámica aunque también tenía a su marido trabajando en el negocio el alma mater de él era Andresa y su hijo menor que era un tío estupendo un poco güasón y muy simpático. Aquí fue donde se iniciaron los primeros
banquetes de boda, tenía también una mesa de billar, que a mi me gustaba mucho, podríamos considerar que este podría haber sido uno de los primeros restaurantes del pueblo.
La tercera era la Fonda, había una fonda, este yo lo catalogaría, como el primer hotel y estaba regentado por Encarna. Situada al lado de la nueva Casa Salón de Usos Múltiples del pueblo,, antiguo Cuartel Viejo y donde hoy vive su resobrino J. Castro.. Esta mujer ofrecía habitación y comida a los viajantes que solían llegar al pueblo ha vender sus productos o algún médico que viniera a ejercer a Fuensanta.
O sea que ya en 1940 en Fuensanta tres mujeres (Agustinas de Fuensanta) demostraban que la mujer era más importante que los hombres, por lo menos, en el sector de la hostelería.
Dicen las mujeres que los hombres las han tenido siempre en un segundo lugar, que nunca tuvieron protagonismo y que el mundo las ha tenido siempre relegadas y olvidadas. Hay mucho de cierto en todo eso, pero la verdad es que yo creo que eran otros tiempos en los que la penuria económica obligaba a la mujer a estar al frente de su casa, de sus hijos, de la cocina, porque no había más remedio que sacar adelante a la prole con el amor y el sudor de la frente. La verdad es que las familias pudientes siempre tuvieron criadas, niñeras, cocineras, y en esas familias la mujer no estaba en absoluto ni relegada, ni olvidada.
La prueba de que esa reivindicación de la mujer era en parte exagerada está en que el la actualidad, cuando la sociedad ha evolucionado, cuando se inventaron las guarderías, cuando en la educación se crearon las escuelas de preescolar y cuando existen restaurantes, tiendas de ropa o supermercados, que hacen gran parte de lo que la mujer hacía en su casa, la mujer se ha integrado, totalmente, en la sociedad, ha estudiado, ha puesto negocios, ha entrado en política, y hoy día en muchos aspectos está por encima del hombre y han alcanzado ese lugar que tanto añoraban en el mundo y sus maridos están tan orgullosos y tan contentos de que así sucediera. No obstante siempre hubo mujeres que destacaron en su entorno familiar y fueron el pilar sobre el que se sustentaba el negocio o la actividad que desempeñaba aquella familia.
En la Fuensanta de después de la guerra hay tres casos, en el ramo de la hostelería, bastante representativos de cuanto digo. Me refiero a Dotiva, Andresa y Encarna.
Había en Fuensanta en aquella época una posada (pensión, hostal, fonda) que era conocida por la Posada de Dotiva, y que estuvo muchos años en funcionamiento. Tenía Dotiva un varón y creo que tres hembras, y tenía su marido, pero quien sonaba como motor de aquel negocio era Dotiva, el edificio estaba al inicio de la Vadera junto al pilar, hoy convertido en un bloque de pisos. Era Dotiva una mujer abierta, dinámica, simpática, fuerte, y era una excelente empresaria de aquel inicial negocio pionero de hostelería. Como cosa curiosa he de decir que he conocido yo aquí a un hombre que iba por Fuensanta y por toda Andalucía, andando con una manada de cabras vendiendo la leche y comprando y vendiendo animales. Cuando se enteró de que yo era de Fuensanta me vino a buscar, me habló de Dotiva y su posada, me habló de nuestro pueblo y me dijo que tanto Dotiva como el Pueblo habían sido excelentes para él y tenia muy buenos recuerdos de los fuensanteños.
La segunda era Andresa tenía un bar en la plaza de abajo, cogía toda la casa y era bastante grande, tenía una hija y dos hijos, la hija murió ya, los hijos creo que viven y tiene un nieto en Fuensanta. Esta mujer, igualmente fuerte, enérgica, simpática y muy dinámica aunque también tenía a su marido trabajando en el negocio el alma mater de él era Andresa y su hijo menor que era un tío estupendo un poco güasón y muy simpático. Aquí fue donde se iniciaron los primeros
banquetes de boda, tenía también una mesa de billar, que a mi me gustaba mucho, podríamos considerar que este podría haber sido uno de los primeros restaurantes del pueblo.
La tercera era la Fonda, había una fonda, este yo lo catalogaría, como el primer hotel y estaba regentado por Encarna. Situada al lado de la nueva Casa Salón de Usos Múltiples del pueblo,, antiguo Cuartel Viejo y donde hoy vive su resobrino J. Castro.. Esta mujer ofrecía habitación y comida a los viajantes que solían llegar al pueblo ha vender sus productos o algún médico que viniera a ejercer a Fuensanta.
O sea que ya en 1940 en Fuensanta tres mujeres (Agustinas de Fuensanta) demostraban que la mujer era más importante que los hombres, por lo menos, en el sector de la hostelería.