MISA ROCIERA.
Aprovechando nuestra estancia en Matalascañas, (Huelva), hicimos un viaje por toda la provincia y, al terminar dicho viaje, no podíamos hacer otra cosa que visitar a la Madre de Dios, y asistir a la Santa misa en su presencia y en la de la cofradía de Sevilla Sur que, aquel día domingo a las 11 de la mañana, le correspondía organizar y presidir el acto.
Un día magnífico, casi veraniego, mucha gente, miles de personas, de Sevilla y de otros puntos de España y ese aroma de marismas, de devoción, de alegría y de gozo por poder ver y visitar a nuestra santísima Vírgen del Rocío y patrona de estas tierras.
Se oyen las flautas y los tamboriles, se divisa el Sinpecado, seguido de los cofrades mujeres y hombres ataviados con sus trajes típicos para estas celebraciones, las mujeres realzan su belleza con claveles y flores insertadas entre sus cabellos, los hombres con su chaquetilla romera y su sombrero al uso y una música celestial que interpreta los sones de la Salve Rociera como si fuesen los ángeles los que la hacen sonar. Entra el cortejo en la iglesia, abarrotada de fieles, con un gran silencio y devoción y tras las ofrendas de flores empieza la misa.
El coro de la hermandad va introduciendo en la celebración bellas canciones rocieras que realzan aún más la magnificencia del acto. Y aquí viene un protagonista, el sacerdote, un andaluz auténtico, un hombre con autoridad y con fuerza, voz potente y afinada. Me ha hecho mucha gracia, su sermón originalísimo, su mensaje claro y simple pero profundo: Empieza diciendo, pero donde vais, sabéis vosotros donde vais, a que habéis venido aquí, no os dais cuenta que no hacéis nada más que pedir, que no os hartáis con “na”. Es que no sabéis que el amor, el verdadero amor está en dar, no en recibir en darlo todo sin pedir nada, eso es lo que hizo la Virgen y su divino hijo, que nos regaló su vida para salvar la nuestra. Y nos dejo este mandamiento que nos dice como conseguir la salvación ”Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Todo esto dicho con la gracia y el desparpajo de un andaluz queda mucho más simpático y hasta más convincente.
Comunión masiva y una maravillosa salve rociera pusieron el broche final a una mañana mariana que seguramente no olvidaré nunca. ”Viva. la Virgen del Rocío”.
http://www. youtube. com/watch? v=ZrxsfBkszdQ&list=RDZrxsfBksz dQ#t=0
Si no ves este enlace llévalo a la barra de tu ordenador.
Aprovechando nuestra estancia en Matalascañas, (Huelva), hicimos un viaje por toda la provincia y, al terminar dicho viaje, no podíamos hacer otra cosa que visitar a la Madre de Dios, y asistir a la Santa misa en su presencia y en la de la cofradía de Sevilla Sur que, aquel día domingo a las 11 de la mañana, le correspondía organizar y presidir el acto.
Un día magnífico, casi veraniego, mucha gente, miles de personas, de Sevilla y de otros puntos de España y ese aroma de marismas, de devoción, de alegría y de gozo por poder ver y visitar a nuestra santísima Vírgen del Rocío y patrona de estas tierras.
Se oyen las flautas y los tamboriles, se divisa el Sinpecado, seguido de los cofrades mujeres y hombres ataviados con sus trajes típicos para estas celebraciones, las mujeres realzan su belleza con claveles y flores insertadas entre sus cabellos, los hombres con su chaquetilla romera y su sombrero al uso y una música celestial que interpreta los sones de la Salve Rociera como si fuesen los ángeles los que la hacen sonar. Entra el cortejo en la iglesia, abarrotada de fieles, con un gran silencio y devoción y tras las ofrendas de flores empieza la misa.
El coro de la hermandad va introduciendo en la celebración bellas canciones rocieras que realzan aún más la magnificencia del acto. Y aquí viene un protagonista, el sacerdote, un andaluz auténtico, un hombre con autoridad y con fuerza, voz potente y afinada. Me ha hecho mucha gracia, su sermón originalísimo, su mensaje claro y simple pero profundo: Empieza diciendo, pero donde vais, sabéis vosotros donde vais, a que habéis venido aquí, no os dais cuenta que no hacéis nada más que pedir, que no os hartáis con “na”. Es que no sabéis que el amor, el verdadero amor está en dar, no en recibir en darlo todo sin pedir nada, eso es lo que hizo la Virgen y su divino hijo, que nos regaló su vida para salvar la nuestra. Y nos dejo este mandamiento que nos dice como conseguir la salvación ”Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Todo esto dicho con la gracia y el desparpajo de un andaluz queda mucho más simpático y hasta más convincente.
Comunión masiva y una maravillosa salve rociera pusieron el broche final a una mañana mariana que seguramente no olvidaré nunca. ”Viva. la Virgen del Rocío”.
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