UN PASEO MARÍTIMO ATÍPICO.
DEFINICIÓN DE XENOFOBIA
El término xenofobia proviene del concepto griego compuesto por xénos (“extranjero”) y phóbos (“miedo”). La xenofobia, por lo tanto, hace referencia al recelo, hostilidad y miedo hacia los extranjeros.
La xenofobia es una ideología que consiste en el rechazo de las identidades culturales que son diferentes a la propia. A diferencia del racismo, la xenofobia acepta a los extranjeros e inmigrantes, siempre que se cumpla su asimilación sociocultural.
Me he interesado hoy por este tema, porque en mis diarios paseos, deportivo-gimnásticos, a los que me ha llevado la obligada inactividad de las medidas aplicadas por el dichoso virus he observado que aquí en Estepona, donde ahora vivo, hay en el paseo marítimo casi la misma cantidad de marroquíes que de españoles, incluidos los turistas extranjeros que también viven aquí.
Se ven muchas personas mayores, mas todavía parejas jóvenes y por supuesto con mayoría aplastante niños, del orden de tres o cuatro por pareja, lo que eleva a centenares de habitantes de origen árabe que viven entre nosotros y que gozan de toda clase de respeto, de trato, de aceptación por la ciudadanía loable y plausible pero siempre que haya una aceptación por parte del inmigrante a nuestra cultura, nuestras normas, nuestras costumbres y nuestra forma de ser.
Bueno pues eso es lo que yo veo que ellos no cumplen., aceptar por su parte nuestra cultura, nuestras costumbres y nuestras peculiaridades. Se observa como las mujeres van vestidas con unas sallas amplias, hasta los pies y la cabeza cubierta con un pañuelo, los hombres casi en su inmensa mayoría si van vestidos de forma europea y los niños si son en todo iguales a los nuestros. Se nota un machismo absoluto en los varones que no cuadra para nada con nuestra forma de cuidar y tratar de igual a nuestras mujeres. Pero si dejamos ese aspecto en el vestir en el de aceptación de nuestras aptitudes y comportamientos sociales los ciudadanos árabes jamás se junta, se hermanan, o buscan la amistad o la reunión con nosotros llevando a cabo una vida paralela que tan solo comparten cuando se trata de recibir alguna ayuda, o servicio comunitario como pueda se la educación, las becas del comedor, o la recepción de alimentos, aunque estos a veces los desprecian y los tiran a un contenedor. O sea que es curioso observar que los que son xenófobos son ellos, no nosotros.
Yo quiero que en mi país los habitantes que se integran procedentes de otros países y de otras culturas, acepten nuestras formas de actuar de convivir y de compartir con los demás para evitar toda clase de recelos, dudas, miedos o enfrentamientos. Que trabajen, que se vistan, que den su amistad a sus nuevos conciudadanos y que no olviden que vinieron aquí porque les interesaba mejorar sus posibilidades de bienestar, de futuro y de desarrollo y por tanto son ellos los que deben acercarse a nuestra civilización. Que nunca hagan de esas ayudas o subvenciones una forma de vida como parásitos porque el país se construye con la aportación el esfuerzo y la colaboración de todos y que también aquí tenemos pobres y necesidades. El trato debe ser igualitario y equitativo, pero nunca convertirse en una forma de vida fácil y regalada porque aquí la jubilación se produce a los 65 años, después de toda una vida de trabajo y de impuestos, que es lo que nos lleva, a los que logren alcanzar esa edad trabajando, a ese estatus final de poder disfrutar de esa inactividad ganada en nuestra jubilación. Y no olvidar que son muchísimos los que no llegan a disfrutarla porque mueren antes de llegar a esos 65 años y eso no se le puede regalar a nadie, hay que merecerlo y ganarlo con el esfuerzo.
DEFINICIÓN DE XENOFOBIA
El término xenofobia proviene del concepto griego compuesto por xénos (“extranjero”) y phóbos (“miedo”). La xenofobia, por lo tanto, hace referencia al recelo, hostilidad y miedo hacia los extranjeros.
La xenofobia es una ideología que consiste en el rechazo de las identidades culturales que son diferentes a la propia. A diferencia del racismo, la xenofobia acepta a los extranjeros e inmigrantes, siempre que se cumpla su asimilación sociocultural.
Me he interesado hoy por este tema, porque en mis diarios paseos, deportivo-gimnásticos, a los que me ha llevado la obligada inactividad de las medidas aplicadas por el dichoso virus he observado que aquí en Estepona, donde ahora vivo, hay en el paseo marítimo casi la misma cantidad de marroquíes que de españoles, incluidos los turistas extranjeros que también viven aquí.
Se ven muchas personas mayores, mas todavía parejas jóvenes y por supuesto con mayoría aplastante niños, del orden de tres o cuatro por pareja, lo que eleva a centenares de habitantes de origen árabe que viven entre nosotros y que gozan de toda clase de respeto, de trato, de aceptación por la ciudadanía loable y plausible pero siempre que haya una aceptación por parte del inmigrante a nuestra cultura, nuestras normas, nuestras costumbres y nuestra forma de ser.
Bueno pues eso es lo que yo veo que ellos no cumplen., aceptar por su parte nuestra cultura, nuestras costumbres y nuestras peculiaridades. Se observa como las mujeres van vestidas con unas sallas amplias, hasta los pies y la cabeza cubierta con un pañuelo, los hombres casi en su inmensa mayoría si van vestidos de forma europea y los niños si son en todo iguales a los nuestros. Se nota un machismo absoluto en los varones que no cuadra para nada con nuestra forma de cuidar y tratar de igual a nuestras mujeres. Pero si dejamos ese aspecto en el vestir en el de aceptación de nuestras aptitudes y comportamientos sociales los ciudadanos árabes jamás se junta, se hermanan, o buscan la amistad o la reunión con nosotros llevando a cabo una vida paralela que tan solo comparten cuando se trata de recibir alguna ayuda, o servicio comunitario como pueda se la educación, las becas del comedor, o la recepción de alimentos, aunque estos a veces los desprecian y los tiran a un contenedor. O sea que es curioso observar que los que son xenófobos son ellos, no nosotros.
Yo quiero que en mi país los habitantes que se integran procedentes de otros países y de otras culturas, acepten nuestras formas de actuar de convivir y de compartir con los demás para evitar toda clase de recelos, dudas, miedos o enfrentamientos. Que trabajen, que se vistan, que den su amistad a sus nuevos conciudadanos y que no olviden que vinieron aquí porque les interesaba mejorar sus posibilidades de bienestar, de futuro y de desarrollo y por tanto son ellos los que deben acercarse a nuestra civilización. Que nunca hagan de esas ayudas o subvenciones una forma de vida como parásitos porque el país se construye con la aportación el esfuerzo y la colaboración de todos y que también aquí tenemos pobres y necesidades. El trato debe ser igualitario y equitativo, pero nunca convertirse en una forma de vida fácil y regalada porque aquí la jubilación se produce a los 65 años, después de toda una vida de trabajo y de impuestos, que es lo que nos lleva, a los que logren alcanzar esa edad trabajando, a ese estatus final de poder disfrutar de esa inactividad ganada en nuestra jubilación. Y no olvidar que son muchísimos los que no llegan a disfrutarla porque mueren antes de llegar a esos 65 años y eso no se le puede regalar a nadie, hay que merecerlo y ganarlo con el esfuerzo.