EL CHOTO
Ha sido Fuensanta, tradicionalmente, un pueblo donde sus bares tenían una cocina muy apreciada por toda la comarca y ello hacía que de los pueblos de alrededor vinieran al nuestro a disfrutar de sus especialidades que eran muchas: el choto, las setas, los pajarillos o las “cagarrias”o (colmenillas), entre otras.
Yo recuerdo que la plaza de arriba era toda una exposición gastronómica durante muchos meses del año, ya que allí exhibían sus cocinas en todas las mesas que se llenaban de clientes, y que correspondían a los distintos establecimientos que había en la zona.
Esas mesas se llenaban de marteños, valdepeñeros, villariegos o toxirianos, que nos visitaban cada fiesta o domingo, disfrutando de esos manjares y aportando unos ingresos extra a nuestro pueblo y nuestra consolidación en toda la comarca como un pueblo donde se podía comer como loa ángeles.
Eso en el verano alcanzaba su máximo esplendor, y su momento álgido, un poco ayudado por el calor y por la temperatura tan agradable de ese paraje del pueblo en esa zona del parque y de la plaza, en aquella época, cuando el río todavía no había sido cubierto.
Había un establecimiento entonces que era uno de los más elegidos por esos forasteros que estaba dirigido por un hombre minusválido, le faltaba una pierna, era Juan Estrella, conocido de una forma poco caritativa y respetuosa como el Cojo Estrella y su esposa Ignacia grandísima cocinera que era el alma mater de aquel negocio.
Juan con una muleta apoyada en la axila hacía a diario un esfuerzo tremendo, recorriendo la parte interior del mostrador, atendiendo a los clientes y sirviendo las tapas y su esposa encargada de la cocina en la que ella sola hacía maravillas.
Gran ejemplo de esfuerzo y de tesón el de este matrimonio que con su sacrificio diario, en una época donde no existían ni las subvenciones ni las ayudas, consiguieron criar a sus tres hijos, labrarse un patrimonio y montar un restaurante en Martos que fue regentado por sus hijos pero que en sus comienzos fue levantado con la presencia en la cocina de Ignacia que enseñó a sus nueras los secretos de su estupenda cocina.
Para mi el plato estrella de Ignacia y de la familia Estrella, en aquella época, era el:
CHOTO, un choto no muy granado para que estuviera tierno, cortado muy bien que es difícil y requiere experiencia, ajos muchos y bien fritos, un estupendo aceite de oliva extra virgen del nuestro y las manos de Ignacia que lo servía bien doradito. Todo un manjar y que aproveche.
Desde aquí un abrazo a mi vecina Ignacia que aún vive.
Ha sido Fuensanta, tradicionalmente, un pueblo donde sus bares tenían una cocina muy apreciada por toda la comarca y ello hacía que de los pueblos de alrededor vinieran al nuestro a disfrutar de sus especialidades que eran muchas: el choto, las setas, los pajarillos o las “cagarrias”o (colmenillas), entre otras.
Yo recuerdo que la plaza de arriba era toda una exposición gastronómica durante muchos meses del año, ya que allí exhibían sus cocinas en todas las mesas que se llenaban de clientes, y que correspondían a los distintos establecimientos que había en la zona.
Esas mesas se llenaban de marteños, valdepeñeros, villariegos o toxirianos, que nos visitaban cada fiesta o domingo, disfrutando de esos manjares y aportando unos ingresos extra a nuestro pueblo y nuestra consolidación en toda la comarca como un pueblo donde se podía comer como loa ángeles.
Eso en el verano alcanzaba su máximo esplendor, y su momento álgido, un poco ayudado por el calor y por la temperatura tan agradable de ese paraje del pueblo en esa zona del parque y de la plaza, en aquella época, cuando el río todavía no había sido cubierto.
Había un establecimiento entonces que era uno de los más elegidos por esos forasteros que estaba dirigido por un hombre minusválido, le faltaba una pierna, era Juan Estrella, conocido de una forma poco caritativa y respetuosa como el Cojo Estrella y su esposa Ignacia grandísima cocinera que era el alma mater de aquel negocio.
Juan con una muleta apoyada en la axila hacía a diario un esfuerzo tremendo, recorriendo la parte interior del mostrador, atendiendo a los clientes y sirviendo las tapas y su esposa encargada de la cocina en la que ella sola hacía maravillas.
Gran ejemplo de esfuerzo y de tesón el de este matrimonio que con su sacrificio diario, en una época donde no existían ni las subvenciones ni las ayudas, consiguieron criar a sus tres hijos, labrarse un patrimonio y montar un restaurante en Martos que fue regentado por sus hijos pero que en sus comienzos fue levantado con la presencia en la cocina de Ignacia que enseñó a sus nueras los secretos de su estupenda cocina.
Para mi el plato estrella de Ignacia y de la familia Estrella, en aquella época, era el:
CHOTO, un choto no muy granado para que estuviera tierno, cortado muy bien que es difícil y requiere experiencia, ajos muchos y bien fritos, un estupendo aceite de oliva extra virgen del nuestro y las manos de Ignacia que lo servía bien doradito. Todo un manjar y que aproveche.
Desde aquí un abrazo a mi vecina Ignacia que aún vive.
Caramba Manuel, nos has despertado el apetito, pero dinos Lo que es un choto. yo lo que conozco con este nombre es un ternero, grande, y no creo que sea el caso.
Saludos.
Saludos.
El ternero es el hijo de la vaca, el choto, cabrito, es hijo de la cabra, el guarin es hijo de la marrana o cerda
manuel
manuel