EL RINCÓN DE MANUEL...

EL RINCÓN DE MANUEL

Hay que ver lo que nos ha caído a todos en este mundo con el dichoso Cobi 18, que ha cambiado radicalmente nuestra vida, nuestro, futuro, nuestra seguridad y nuestra alegría. Nadie podía pensar en Navidad que el año 2020 se iba a comportar de una forma totalmente atípica, catastrófica, destructiva y con carácter repetitivo, con un futuro incierto atormentado y tétrico.

Pues si Sr, que llegó nos infestó, nos hizo recluir en casa tres meses, y cuando ya parecía que había disminuido su virulencia y su riesgo empezamos a salir a la calle, retomar nuestra actividad con limitaciones ante el aforo de los establecimientos, la distancia entre las personas, la mascarilla, los guantes, la desinfección y el lavarnos las manos muchas veces al día, en poco tiempo, escasos dos meses, ya estamos de nuevo aguantando un incremento diario en el caso de número de afectados, que ha originado que en algunas ciudades y zonas de varias comunidades autónomas hayan tenido de nuevo que volver al confinamiento, a la cuarentena, y exista ya el rumor y el temor de que no es descabellado pensar que pudiéramos tener que sufrir un nuevo confinamiento y una marcha atrás cuyas consecuencias serían dramáticas, ruinosas y desastrosas para la humanidad.

Hasta ahora varios decenas de miles de fallecidos en España, en el mundo varios millones y un panorama de sentimiento, de dolor, de temor, de destrucción social,, humana, laboral, económica y social que, si Dios nos ayuda y una vacuna no muy lejana en el tiempo no trae la eliminación del mal, la vida se podría volver a considerar maravillosa, pero si esto se prolongara la vida sería un via crucis del que nos habría felicidad para nadie e iba a resultar casi imposible seguir viviendo.

Y se está observando que nosotros, los ciudadanos nos hemos comportado abiertamente de muy diversas maneras:
Los hay que han sentido un miedo atroz a la pandemia y les cuesta trabajo salir de casa, ir a su trabajo o simplemente salir a la calle. Estos normalmente se pasan en cuanto a la forma de acatar las normas sanitarias, llevar su mascarilla, y lavarse las manos decenas de veces al día.

Los hay también que se niegan o se resisten para acatar esas normas de forma irresponsable ponen en peligro su vida y la de los demás dando pié con ese mal comportamiento no a erradicar el virus sino a extenderlo y multiplicarlo.

Y un tercer grupo, entre el que yo me encuentro, trata de cumplir fielmente con las normas, procuran tener resignación y fe en una solución, penosa, dolorosa pero posible y mientras tratan de ir aprovechando día, tras día, las posibilidades de vivir lo más placentero posible pensando que tal vez no tengan ni mucho tiempo, ni muchas facilidades para poder disfrutar.

Yo tengo la costumbre ya casi necesidad de tomar dos o tres copas al medio día, durante el confinamiento el no poder ir al bar, con mis amigos, tantos días fue mi mayor pesar, pero desde que nos dieron libertad y abrieron los bares yo voy cada día a la Escollera, bar restaurante a 50 m de mi casa y a pié de playa a tomar mi aperitivo. Cómo por ley hay limitación de aforo y la prohibición de beber en la barra los primeros días tenía dificultades para poder acceder al bar, pero como soy cliente asiduo, como soy amigo del jefe y de los camareros un buen día Jose Mary, dijo dejad a Manuel que tome sus copas en ese rinconcito. Y ya todos lo conocemos como el rincón de Manuel.
Gracias a todos los que trabajan en este gran restaurante, unas 30 personas, gracias a todos por su amistad y por lo bien que me sirven cada día. Este establecimiento tiene un letrero en la barra hecho de azulejos en el que pone la fecha de su inauguración, año 1940. Ese fue también mi año de nacimiento y por tanto los dos somos de la misma quinta así que hacemos muy buenas migas. A ver si podemos los dos ver el final de esta desgracia y podamos seguir tomando juntos la ligada algunos años más.