MI ANGEL DE LA GUARDA.
Se dice que todos tenemos un ser espiritual que nos vela, nos guía y nos protege, al que tradicionalmente nos han enseñado nuestros mayores., que le llaman Ángel de la Guarda.
Yo hoy os escribo esto porque ayer me sucedió a mí un hecho, un tanto extraño y fuera de toda normalidad, que me hace pensar que mi Ángel me echó un cable sin el cual no hubiera sido posible que todo se resolviera con total y absoluta normalidad.
Era sábado, hacía un sol espléndido y pensamos salir a comer junto con una amiga hasta Puerto Banús (Marbella), que está a unos 15 Kms de nuestro apartamento. Era un pequeño escape a este obligado y latoso inmovilismo a que nos tiene condenados este maldito coronavirus. Bajamos al garaje, cogemos el coche, salimos a la calle, recogemos a Marisa y todos contentos partimos hacia el destino. Pero al llegar allí, al aparcar, yo busco mi cartera que siempre la pongo en el mismo sitio dentro del coche y al ver que no estaba, exclamo: Adiós la cartera.
En ese momento me acuerdo de que, al llegar al garaje, y al introducir otras cosas en el coche, la había dejado encima del techo. Totalmente preocupado y un tanto molestos todos decidimos dar la vuelta y volver a ver si se había caído dentro del garaje, o si al salir algunos vecinos la habían visto y me la habían guardado. Llegamos a casa comprobamos que allí no había nada. El vecino que tiene un puesto a la puerta del garaje y el empleado de la Escollera, buen amigo, que está también muy cerca me dijeron que ellos no habían visto nada. Así que decidimos andar el mismo camino que nos había llevado hacia Marbella y mirar a ver si se había caído por la carretera. Todo en vano y ya convencidos de la realidad pensamos en irnos a comer a un restaurante de Estepona y asumir la pérdida. En realidad, no era tan dramática porque solo se perdían los documentos: tarjetas de crédito, carné de identidad, carné de conducir, tarjeta de la S. S, etc, pero está claro que el papeleo que eso originaba era un fastidio y llevaría un tiempo para poderlo recuperar todo.
Y como no llevaba dinero en efectivo para poder pagar el restaurante decido volver a casa, dejo a las mujeres en el restaurante, y de vuelta al pasar por la puerta de nuestro edificio veo un coche de la policía local parado en la entrada, vacío. Entonces pienso no será que alguien encontró la cartera y han venido a decírmelo. Aparco el coche, llamo a la policía de Estepona y le digo: Mire he perdido una cartera hace un par de horas, no le han llevado por casualidad ahí la pérdida. Y la policía me dice que si, que había aparecido pero que la pérdida no había sido en Estepona sino en el pueblo de al lado Benahavis, porque la policía se ha puesto en contacto con ellos y les había dicho que la tenían allí y que podía ir a recogerla cuando quisiera. Imaginaros cual fue mi sorpresa y mi alegría. Así que di las gracias a la policía y todo contento me fui para el restaurante pensando, vamos a comer y ya mañana me acercaré a recogerloa.
Y ahora es cuando pienso yo, un coche con una cartera encima, circula unos 10 Kms por una autovía y la cartera no se cae, esto no es muy normal. Y después pienso en ese hipotético Ángel de mi Guarda que iba seguro con nosotros, en el coche, y avisó a la Policía porque si nó yo me quedo sin cartera.
Llegué al restaurante, se lo dije Laly y a Marisa, y la vedad es que disfrutamos tranquilos la comida, esa comida que en un principio se había puesto un poco chunga.
Se dice que todos tenemos un ser espiritual que nos vela, nos guía y nos protege, al que tradicionalmente nos han enseñado nuestros mayores., que le llaman Ángel de la Guarda.
Yo hoy os escribo esto porque ayer me sucedió a mí un hecho, un tanto extraño y fuera de toda normalidad, que me hace pensar que mi Ángel me echó un cable sin el cual no hubiera sido posible que todo se resolviera con total y absoluta normalidad.
Era sábado, hacía un sol espléndido y pensamos salir a comer junto con una amiga hasta Puerto Banús (Marbella), que está a unos 15 Kms de nuestro apartamento. Era un pequeño escape a este obligado y latoso inmovilismo a que nos tiene condenados este maldito coronavirus. Bajamos al garaje, cogemos el coche, salimos a la calle, recogemos a Marisa y todos contentos partimos hacia el destino. Pero al llegar allí, al aparcar, yo busco mi cartera que siempre la pongo en el mismo sitio dentro del coche y al ver que no estaba, exclamo: Adiós la cartera.
En ese momento me acuerdo de que, al llegar al garaje, y al introducir otras cosas en el coche, la había dejado encima del techo. Totalmente preocupado y un tanto molestos todos decidimos dar la vuelta y volver a ver si se había caído dentro del garaje, o si al salir algunos vecinos la habían visto y me la habían guardado. Llegamos a casa comprobamos que allí no había nada. El vecino que tiene un puesto a la puerta del garaje y el empleado de la Escollera, buen amigo, que está también muy cerca me dijeron que ellos no habían visto nada. Así que decidimos andar el mismo camino que nos había llevado hacia Marbella y mirar a ver si se había caído por la carretera. Todo en vano y ya convencidos de la realidad pensamos en irnos a comer a un restaurante de Estepona y asumir la pérdida. En realidad, no era tan dramática porque solo se perdían los documentos: tarjetas de crédito, carné de identidad, carné de conducir, tarjeta de la S. S, etc, pero está claro que el papeleo que eso originaba era un fastidio y llevaría un tiempo para poderlo recuperar todo.
Y como no llevaba dinero en efectivo para poder pagar el restaurante decido volver a casa, dejo a las mujeres en el restaurante, y de vuelta al pasar por la puerta de nuestro edificio veo un coche de la policía local parado en la entrada, vacío. Entonces pienso no será que alguien encontró la cartera y han venido a decírmelo. Aparco el coche, llamo a la policía de Estepona y le digo: Mire he perdido una cartera hace un par de horas, no le han llevado por casualidad ahí la pérdida. Y la policía me dice que si, que había aparecido pero que la pérdida no había sido en Estepona sino en el pueblo de al lado Benahavis, porque la policía se ha puesto en contacto con ellos y les había dicho que la tenían allí y que podía ir a recogerla cuando quisiera. Imaginaros cual fue mi sorpresa y mi alegría. Así que di las gracias a la policía y todo contento me fui para el restaurante pensando, vamos a comer y ya mañana me acercaré a recogerloa.
Y ahora es cuando pienso yo, un coche con una cartera encima, circula unos 10 Kms por una autovía y la cartera no se cae, esto no es muy normal. Y después pienso en ese hipotético Ángel de mi Guarda que iba seguro con nosotros, en el coche, y avisó a la Policía porque si nó yo me quedo sin cartera.
Llegué al restaurante, se lo dije Laly y a Marisa, y la vedad es que disfrutamos tranquilos la comida, esa comida que en un principio se había puesto un poco chunga.