Lo peor es que este maldito virus es politico y se...

LOS LANGOSTINOS

Hacía año y medio que la dichosa pandemia nos tenía encerrados, enmascarados, asustados y puteados, para muchos también sufriendo la muerte de algún ser querido. Pero gracias a las vacunas, al esfuerzo y el trabajo de los sanitarios, de las fuerzas de seguridad, de las autoridades y de todos nosotros, hoy vamos a empezar una nueva senda de nuestra vida normal que esperamos sea el final de este asqueroso bicho que tanta pena nos trajo y que tantas vidas se llevó.

Para celebrarlo, Laly y yo, hemos hecho un pequeño viaje a Sanlúcar de Barrameda al mismo hotel que nuestros hijos nos regalaron cuando celebramos la Bodas de Oro porque nos había encantado el lugar y hemos querido repetir la experiencia.

Sanlúcar de Barrameda es un pueblo muy especial porque en él se produce la desembocadura de nuestro río Guadalquivir, con el Coto Doñana por la otra orilla, y en el aspecto gastronómico porque allí se crían los famosos langostinos que llevan su nombre y que son de una excepcional calidad, difícilmente igualable, en el mundo entero.

Llegamos al hotel que tiene 12 plantas se llama Guadalquivir y como tiene luces por los cuatro costados tiene unas vistas impresionantes y, cara al mar, en su terraza, se puede ver todos los días una puesta de sol espectacular a la que asiste a diario muchas personas para poder contemplarla y observar como el sol desaparece entre el río y el coto.

Por la tarde noche, después de la puesta del sol nos fuimos a la plaza del Cabildo, que es una plaza muy grande donde existe muchos bares que ocupan con sus mesas y sillas, todo el recinto, y allí tomamos unas tapas y yo probé unas copas de esta Manzanilla que aquí elaboran como nadie. He de deciros que los precios fueron muy baratos. Estando allí sentados vimos pasar a Dña. Encarnita, la mujer del farmacéutico D. Rafael Muñoz ya fallecido, que vive allí, la saludamos y estuvimos un rato charlando con ella.

Al día siguiente por la mañana paseamos por la ciudad, estuvimos en el Mercado Municipal que es digno de ver por su construcción y por la calidad y cantidad de puestos, sobre todo de pescado, que lo componen. Visita también obligada a una iglesia que hay allí cerca Ntra. Sra., de los Desamparados a la que los sanluqueños tienen mucho fervor. Y como final de recorrido nos acercamos a la farmacia que tiene allí la hija de Encarnita y de Rafael, Amparo, a la que vimos tan guapa como siempre y que se alegró mucho de vernos porque hacía ya más de 20 años que no nos habíamos visto.

Y luego a la hora de comer, nos fuimos a Casa Bigote, un restaurante famoso en toda España, donde habíamos reservado mesa días antes porque si no es imposible comer allí. Bueno pues pedimos langostinos, unas tortitas de algas, y un atún a la sal. Todo ello delicioso, aunque lo mejor, sin duda esos Langostinos con los que yo he titulado este escrito, porque desde luego langostinos hay muchos pero como los de Sanlúcar ningunos.

Si has venido por aquí ya los conoces y si aún no ha venido, cuando lo hagas, no te vayas sin probarlos que te encantarán.

Volvimos a casa de la que nos separaban dos horas y aquí estamos, un poco más felices porque hemos comprobado que la vida sigue, que el virus se va a acabar y que todos podemos volver a vivir y a disfrutar como antes, ah, y a partir del sábado, por la calle sin mascarilla. Gracias a Dios.

Lo peor es que este maldito virus es politico y se va cuando les conviene y se viene
cuando les da la gana, entre virus y cepas esta la cosa.
Lo de la mascarilla tres cuartos de lo mismo ahora me la quito mañana rapido a ponersela
segun el momento, la hora, o me convenga.
Esta como el de la capa.
LA CAPA POR QUE SI
LA CAPA POR QUE NO
LA CAPA ME LA PONGO
CUANDO QUIERO YO.
Lo del viru se va acabar es un cuento se acabara cuando a alguien le convenga es un virus de conveniencia.