El MÓVII...

El MÓVII
En los años 1950, la comunicación telefónica era muy elemental en nuestro país, yo recuerdo que en mi pueblo existía una centralita gestionada por una familia, y era Dolorcicas una señora muy mayor, la encargada de ponerte en contacto con el número al que tú querías llamar. Recuerdo que en ella había un tablero con muchos cables y clavijas y una sería de agujeros que la operadora utilizaba para establecer comunicación con el número que tú le habías dado. Los aparatos que teníamos en casa eran muy rudimentarios y tenían una manivela que moviéndola nos ponía en contacto con la centralita cada vez que teníamos necesidad de llamar. Habría en el pueblo a penas una docenas de teléfonos, yo recuerdo que el año 1952 puso mi padre el teléfono en nuestro negocio y era el nº 20. Esto se lo cuento yo a mis nietos y piensan que se me ha ido la cabeza..
Bueno pues ahora aquél teléfono que nos servía para comunicarnos, con dificultad con los demás, ya lo llevamos todos en el bolsillo, todos, los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos. Son una maravilla de máquinas, modelos muy sofisticados, con formas y colores muy distintos, con tamaños muy manejables, y que encierran todo un mundo de posibilidades de comunicación, de juegos, de internet, de televisión que, para los mayores como yo, encierran dificultades pero que para los más pequeños son un mundo de posibilidades y si me apuráis también un mundo de riesgo, de distracción y de ocio, que les aparta de sus obligaciones formativas y educacionales.
Es un gran avance que todo el mundo, esté donde esté, pueda comunicarse con su familia, con la policía o con un hospital, en un momento determinado, pero también hay que tener en cuenta que el uso de este invento hay que hacerlo con mesura y con racionalidad porque si no puede convertirse en un problema para el individuo o para la familia.
El primer riesgo es el económico porque si utilizamos cuatro o cinco teléfonos móviles en una casa y cada uno hace un mal uso de él la factura mensual se nos puede disparar a varios ciento de euros.
Porque no es solo la factura de la compañía con la que tienes el contrato y que tu ya más o menos sabes lo que te cuesta, es el llamar a números que se escapan a los normales pactados como un 902., o un teléfono erótico, es superar el número de horas o minutos que entran dentro de ese contrato y es, y muy importante, que no se te ocurra dar a nadie tu número de teléfono por internet, cuando te dice que aquella descarga o aquel servicio es gratis porque si se lo das te van a venir, sin esperarlo, mensajes a tu móvil, que aun sin abrirlos, vas a tener que pagarlos a final de mes del orden de 1.20 ó 1.4 euros cada uno.
Otro riesgo, aun mayor. lo pueden tener las familias que tengan hijos menores de edad porque a través del móvil pueden tener acceso a vídeos o péliculas de carácter pornográfico o a poder realizar, ellos mismos, ese tipo de vídeos para enviarlos por teléfono o por internet. Ojo pues a un control y un cuidado muy especial con este peligro que no podemos ignorar que está ahí.
Y luego hay tener en cuenta que está claro que las antenas de los móviles están consideradas como perniciosas para la salud, de ahí que haya protestas para instalar este tipo de antenas cercas de edificios o dentro de las ciudades y que las autoridades sanitarias ni afirman ni niegan. ¿Quién nos garantiza que llevar siempre en el bolsillo el móvil no nos puede causar algún daño a nosotros?
Teniendo en cuenta todo esto yo no niego que el móvil es un gran adelanto que nos sirve para muchas cosas y que es muy útil para una comunicación fácil y rápida con los demás, pero siempre que hagamos de él un uso responsable y controlado. Yo desde luego si queréis que os de mi opinión particular, a mi el móvil no me gusta, yo rara vez lo llevo conmigo, me parece me controla en exceso y que me coarta de alguna manera mi libertad, pero a pesar de todo yo también tengo mi móvil. ¡Qué remedio!