LA SUERTE
La suerte es algo sobrenatural, yo creo, que existe pero que no vemos, que misteriosamente favorece o perjudica quien ella quiere y que todos quisiéramos encontrar para comprar sus favores y si no para obligarla a favorecernos.
La suerte puede ser buena o mala y curiosamente puede ser, malévolamente, generosa en el bien o en el mal, con una misma persona o con una misma familia, sin que eso nadie lo pueda controlar ni evitar.
Eso nos lleva a pensar que hay un se superior que es el que administra ese reparto indiscriminado de la suerte pero la verdad es que yo creo que es simplemente el azar, la casualidad, y si quieres el destino, el que da lugar a ese tipo de situaciones y hechos felices o desgraciados a los que nosotros les ponemos el calificativo de suerte.
Lo cierto es que siempre se ha dicho que hay personas que nacen con estrella y otras que nacen estrelladas pero no es menos cierto que en ello influyen también una serie de circunstancias de tipo familiar, social o personal, que pueden condicionar en ese estatus, pero no es menos cierto que eso no tiene por qué ser admitido como la única e irremediable aceptación de esa buena o mala suerte, porque es el ser humano, la persona, la que puede cambiar su futuro y conseguir que esa estrella brille o se apague para él y su familia. Y ahí son el esfuerzo, el trabajo, honestidad, y la educación los que pueden tratar de sustituir a la suerte.
Hay personas y familias que siendo adineradas se arruinan y hay otras pobres que llegan a conseguir la riqueza y el éxito.
Es muy fácil echarle la culpa a la mala suerte cando algo nos sale mal y no admitir que tal vez la culpa fue nuestra porque no hicimos lo que debiéramos en aquel momento. Así cuando tenemos accidente de coche no decimos las copas que habíamos tomado aquel día. Cuando tenemos una enfermedad no reconocemos que fue culpa de aquél vicio que nos hacía fumar dos paquetes de tabaco diarios o comer en exceso y sin control cada día.
Por tanto la suerte está ahí y muchas veces somos nosotros los que no hacemos nada para conseguirla y esa la que nosotros podemos conseguir con nuestro esfuerzo y nuestro tesón, esa es la suerte que debemos buscar, porque la otra esa vendrá, para bien o para mal, sin que nosotros la busquemos.
La suerte es algo sobrenatural, yo creo, que existe pero que no vemos, que misteriosamente favorece o perjudica quien ella quiere y que todos quisiéramos encontrar para comprar sus favores y si no para obligarla a favorecernos.
La suerte puede ser buena o mala y curiosamente puede ser, malévolamente, generosa en el bien o en el mal, con una misma persona o con una misma familia, sin que eso nadie lo pueda controlar ni evitar.
Eso nos lleva a pensar que hay un se superior que es el que administra ese reparto indiscriminado de la suerte pero la verdad es que yo creo que es simplemente el azar, la casualidad, y si quieres el destino, el que da lugar a ese tipo de situaciones y hechos felices o desgraciados a los que nosotros les ponemos el calificativo de suerte.
Lo cierto es que siempre se ha dicho que hay personas que nacen con estrella y otras que nacen estrelladas pero no es menos cierto que en ello influyen también una serie de circunstancias de tipo familiar, social o personal, que pueden condicionar en ese estatus, pero no es menos cierto que eso no tiene por qué ser admitido como la única e irremediable aceptación de esa buena o mala suerte, porque es el ser humano, la persona, la que puede cambiar su futuro y conseguir que esa estrella brille o se apague para él y su familia. Y ahí son el esfuerzo, el trabajo, honestidad, y la educación los que pueden tratar de sustituir a la suerte.
Hay personas y familias que siendo adineradas se arruinan y hay otras pobres que llegan a conseguir la riqueza y el éxito.
Es muy fácil echarle la culpa a la mala suerte cando algo nos sale mal y no admitir que tal vez la culpa fue nuestra porque no hicimos lo que debiéramos en aquel momento. Así cuando tenemos accidente de coche no decimos las copas que habíamos tomado aquel día. Cuando tenemos una enfermedad no reconocemos que fue culpa de aquél vicio que nos hacía fumar dos paquetes de tabaco diarios o comer en exceso y sin control cada día.
Por tanto la suerte está ahí y muchas veces somos nosotros los que no hacemos nada para conseguirla y esa la que nosotros podemos conseguir con nuestro esfuerzo y nuestro tesón, esa es la suerte que debemos buscar, porque la otra esa vendrá, para bien o para mal, sin que nosotros la busquemos.