ESTE VA PARA TI CÉSAR
He venido hoy de Estepona hacia Fuensanta, haciendo escala en Úbeda, como venía solo, al pasar por la provincia de Granada me acorde de lo “porculoso” que eras cuando pequeño, cuatro o cinco años, y los viajes que nos dabas siempre que íbamos el verano a Torre del Mar.
Cómo eras, y lo sigues siendo, un amante enamorado de tu pueblo Fuensanta, de su campo, de su río y de tus amigos, jugando con ellos por su calle Jaén, donde estaba la casa de la abuelita y de la tita, y como te lo pasabas bomba, cada vez que nos íbamos de vacaciones para ti era un trauma, solo el viaje, porque luego allí bien que lo disfrutabas.
Tu viaje era todo el camino pidiendo agua y pidiendo parar a hacer pipí. El agua hacía que te diéramos una botella grande, que entonces eran de vidrio, y tu ibas todo el camino con la boca de la botella dentro de la tuya y con el movimiento del coche tus dientes topaban con el cristal y hacía un sonido característico, que eso no era lo malo, lo que temíamos es que rompieras la botella y te hicieras daño. Pero la verdad era que no había manera de quitártela de las manos.
Además cada dos por tres nos hacías parar en algún bar porque nos decías “papá que me meo”, parábamos tu madre entraba contigo al servicio y cuando salía me decía, este nos está tomando el pelo porque no ha echado ni gota. Otras veces decías “que me hago,"caca” y sucedía siempre lo mismo.
Entonces no había autovías, las carreteras eran deficientes. El viaje lo hacíamos por Granada y luego cogíamos hacia Alhama, pasando por unos pueblos un tanto desconocidos a los que tú les sacabas algún titulillo, leías Venta de Zafarralla y tú decías Venta de Zafallona, El Castillo de Tajarja y tu repetías Jaja, jaja, jaja.. o aquel otro al llegar a Velez Málaga, que tu decías Velez mala...
En fin hijo recuerdos de aquellos años cuando os tapábamos a los tres con un sombrero, cuando entrabamos a vuestro dormitorio y estabais como angelitos soñando en todas las peripecias que habíais experimentado aquel día. Que tiempos tan maravillosos, cuanto daría yo por volverlos a vivir, es la época en la que los padres disfrutamos más de nuestros hijos, una fecha que pasa y que a medida que os hacéis mayores se va convirtiendo en más vuestra que nuestra, hasta que llega el día que vosotros también sois padres y entonces sois vosotros los que disfrutáis de esa experiencia, única, y al mismo tiempo es cuando todos, nosotros y vosotros, al llegar a esa etapa es cuando nos damos cuenta de lo mucho que nos querían nuestros padres porque ahora sabemos cuánto queremos, nosotros como padres, a nuestros hijos.
Disfrutad de vuestros hijos, como nosotros lo hicimos de vosotros, que luego cuando lleguéis a la senectud, ya no los tendréis a vuestro lado, pero sin duda alguna disfrutaréis también con aquellos maravillosos recuerdos y por supuesto con vuestros nietos que son unos trocitos maravillosos de vosotros. Os queremos a todos.
He venido hoy de Estepona hacia Fuensanta, haciendo escala en Úbeda, como venía solo, al pasar por la provincia de Granada me acorde de lo “porculoso” que eras cuando pequeño, cuatro o cinco años, y los viajes que nos dabas siempre que íbamos el verano a Torre del Mar.
Cómo eras, y lo sigues siendo, un amante enamorado de tu pueblo Fuensanta, de su campo, de su río y de tus amigos, jugando con ellos por su calle Jaén, donde estaba la casa de la abuelita y de la tita, y como te lo pasabas bomba, cada vez que nos íbamos de vacaciones para ti era un trauma, solo el viaje, porque luego allí bien que lo disfrutabas.
Tu viaje era todo el camino pidiendo agua y pidiendo parar a hacer pipí. El agua hacía que te diéramos una botella grande, que entonces eran de vidrio, y tu ibas todo el camino con la boca de la botella dentro de la tuya y con el movimiento del coche tus dientes topaban con el cristal y hacía un sonido característico, que eso no era lo malo, lo que temíamos es que rompieras la botella y te hicieras daño. Pero la verdad era que no había manera de quitártela de las manos.
Además cada dos por tres nos hacías parar en algún bar porque nos decías “papá que me meo”, parábamos tu madre entraba contigo al servicio y cuando salía me decía, este nos está tomando el pelo porque no ha echado ni gota. Otras veces decías “que me hago,"caca” y sucedía siempre lo mismo.
Entonces no había autovías, las carreteras eran deficientes. El viaje lo hacíamos por Granada y luego cogíamos hacia Alhama, pasando por unos pueblos un tanto desconocidos a los que tú les sacabas algún titulillo, leías Venta de Zafarralla y tú decías Venta de Zafallona, El Castillo de Tajarja y tu repetías Jaja, jaja, jaja.. o aquel otro al llegar a Velez Málaga, que tu decías Velez mala...
En fin hijo recuerdos de aquellos años cuando os tapábamos a los tres con un sombrero, cuando entrabamos a vuestro dormitorio y estabais como angelitos soñando en todas las peripecias que habíais experimentado aquel día. Que tiempos tan maravillosos, cuanto daría yo por volverlos a vivir, es la época en la que los padres disfrutamos más de nuestros hijos, una fecha que pasa y que a medida que os hacéis mayores se va convirtiendo en más vuestra que nuestra, hasta que llega el día que vosotros también sois padres y entonces sois vosotros los que disfrutáis de esa experiencia, única, y al mismo tiempo es cuando todos, nosotros y vosotros, al llegar a esa etapa es cuando nos damos cuenta de lo mucho que nos querían nuestros padres porque ahora sabemos cuánto queremos, nosotros como padres, a nuestros hijos.
Disfrutad de vuestros hijos, como nosotros lo hicimos de vosotros, que luego cuando lleguéis a la senectud, ya no los tendréis a vuestro lado, pero sin duda alguna disfrutaréis también con aquellos maravillosos recuerdos y por supuesto con vuestros nietos que son unos trocitos maravillosos de vosotros. Os queremos a todos.