EL CHARLATAN
Los que sean de mi edad recordarán aquellos charlatanes que solían aparecer por la plaza de abajo con su camión cargado de mantas, de sábanas, de colchas, de peines, de jabón y otros utensilios y enseres caseros dispuestos a repartirlos todos entre el vecindario, aparentemente regalados, pero que en realidad lo que era es una trampa para arrebatar a cautos lugareños mil o dos mil pesetas de la época.
Eran aquellos personajes unos elocuentes comunicadores, unos maestros de la psicología popular y atraían la atención y la confianza de aquella gentes hasta tal punto que le entregaban, gustosamente una cantidad de dinero, que al final, la mayoría perdían sin recibir nada a cambio y sin poder reclamar el dinero que les habían sisado.
Esto sucedía cada año en los meses de Marzo o Abril, una vez terminada la recolección de la aceituna, que era el momento oportuno porque las familias solían tener más poder adquisitivo que los jornales de la temporada de recolección le habían proporcionado.
Todos estos charlatanes decían venir de Cataluña, Levante o Palencia, lugares en los que existían fábricas de textiles o de otros productos porque así hacían creer a los posibles clientes que por este motivo podían dar sus productos más baratos que las tiendas que había en el pueblo.
Las actuaciones solían ser de la siguiente manera:
Llegaba el camión el charlatán abría la portezuela de atrás que sujetaba con las cadenas que llevan en los extremos y utilizaba aquello a modo de mostrador. Sobre él se situaba el vendedor y asistido por algún ayudante que traía con él, empezaba su espectáculo y su faena.
Lo normal es que al principio aquél especialista en el arte de hablar y convencer, con su fácil y hasta graciosa charla, ofrecía un lote muy amplio de aquellos artículos que él traía, siempre de no muy buena calidad o defectuosos, y la gente lo iba comprando una y otra vez con suma facilidad, el precio solía ser de 500 pesetas, cantidad que en aquella época era bastante importante.. Cuando había hecho o seis operaciones de este tipo. Decía y ahora voy a ver si aquí hay alguien que me quiera regalar a mi mil pesetas. Que luego veré yo, si quiero, lo que le doy a él.
Entonces siempre salía alguien, que podía ser un gancho que él mismo había preparado, que se acercaba y le entregaba las mil pesetas.
Lógicamente una vez recibidas
él decía: No pensarían que yo viendo la generosidad de este hombre me iba a ir sin pagarle su donativo y entonces le iba preparando, con la ayuda de su asistente, un gran lote con el que pagaba a aquel primer voluntario que le había regalado las 1000 pts. y en ese momento es cuando el volvía a repetir lo mismo que antes: Y ahora vamos a ver si hay más gente que me regala a mí 1000 pesetas para que yo después haga con ellas lo que quiera. Y era entonces la gente a la vista de lo sucedido con el último comprador iba y entregaba las mil pesetas al charlatán y era el momento en el que él les arrebataba ese dinero diciendo, Sres. Yo les dije que me regalaran 1000 pts, Vds. lo han hecho, pues yo les agradezco mucho su regalo. Se quedaba con el dinero, cerraba el camión y se iba tranquilamente del pueblo.
Conclusión chorizos hubo siempre y más de esos que te engañan pero que luego tú no puedes ni denunciarles, ni reclamarles, porque o lo has regalado, como es este caso, o lo has firmado, creyendo en los dos casos que tu ibas a salir ganando. Así que ojo que aquí nadie regala nada
Los que sean de mi edad recordarán aquellos charlatanes que solían aparecer por la plaza de abajo con su camión cargado de mantas, de sábanas, de colchas, de peines, de jabón y otros utensilios y enseres caseros dispuestos a repartirlos todos entre el vecindario, aparentemente regalados, pero que en realidad lo que era es una trampa para arrebatar a cautos lugareños mil o dos mil pesetas de la época.
Eran aquellos personajes unos elocuentes comunicadores, unos maestros de la psicología popular y atraían la atención y la confianza de aquella gentes hasta tal punto que le entregaban, gustosamente una cantidad de dinero, que al final, la mayoría perdían sin recibir nada a cambio y sin poder reclamar el dinero que les habían sisado.
Esto sucedía cada año en los meses de Marzo o Abril, una vez terminada la recolección de la aceituna, que era el momento oportuno porque las familias solían tener más poder adquisitivo que los jornales de la temporada de recolección le habían proporcionado.
Todos estos charlatanes decían venir de Cataluña, Levante o Palencia, lugares en los que existían fábricas de textiles o de otros productos porque así hacían creer a los posibles clientes que por este motivo podían dar sus productos más baratos que las tiendas que había en el pueblo.
Las actuaciones solían ser de la siguiente manera:
Llegaba el camión el charlatán abría la portezuela de atrás que sujetaba con las cadenas que llevan en los extremos y utilizaba aquello a modo de mostrador. Sobre él se situaba el vendedor y asistido por algún ayudante que traía con él, empezaba su espectáculo y su faena.
Lo normal es que al principio aquél especialista en el arte de hablar y convencer, con su fácil y hasta graciosa charla, ofrecía un lote muy amplio de aquellos artículos que él traía, siempre de no muy buena calidad o defectuosos, y la gente lo iba comprando una y otra vez con suma facilidad, el precio solía ser de 500 pesetas, cantidad que en aquella época era bastante importante.. Cuando había hecho o seis operaciones de este tipo. Decía y ahora voy a ver si aquí hay alguien que me quiera regalar a mi mil pesetas. Que luego veré yo, si quiero, lo que le doy a él.
Entonces siempre salía alguien, que podía ser un gancho que él mismo había preparado, que se acercaba y le entregaba las mil pesetas.
Lógicamente una vez recibidas
él decía: No pensarían que yo viendo la generosidad de este hombre me iba a ir sin pagarle su donativo y entonces le iba preparando, con la ayuda de su asistente, un gran lote con el que pagaba a aquel primer voluntario que le había regalado las 1000 pts. y en ese momento es cuando el volvía a repetir lo mismo que antes: Y ahora vamos a ver si hay más gente que me regala a mí 1000 pesetas para que yo después haga con ellas lo que quiera. Y era entonces la gente a la vista de lo sucedido con el último comprador iba y entregaba las mil pesetas al charlatán y era el momento en el que él les arrebataba ese dinero diciendo, Sres. Yo les dije que me regalaran 1000 pts, Vds. lo han hecho, pues yo les agradezco mucho su regalo. Se quedaba con el dinero, cerraba el camión y se iba tranquilamente del pueblo.
Conclusión chorizos hubo siempre y más de esos que te engañan pero que luego tú no puedes ni denunciarles, ni reclamarles, porque o lo has regalado, como es este caso, o lo has firmado, creyendo en los dos casos que tu ibas a salir ganando. Así que ojo que aquí nadie regala nada