EL SERENO
Era este un cargo que desarrollaba un funcionario municipal, dentro de lo que se podía considerar la policía municipal, cuya misión consistía en trabajar por las noches velando por los vecinos que mientras descansaban sabían que había alguien que se preocupaba por ellos y que trataba de poner orden en la calle y cuidar de la ciudad.
En las grandes ciudades los serenos tenían a su cargo una zona e incluso disponían de llaves de los portales de los vecinos por si tenían que abrir a algún trasnochador despistado o de atender alguna emergencia.
En los pueblos pequeños como el nuestro el sereno era el que atendía en el ayuntamiento cualquier llamada o cualquier requerimiento que por parte del vecindario se presentaba por la noche.
En Fuensanta los tres últimos serenos fueron Anibal Bermudez, y Manuel García el herrador y Manuel Sánchez el Caracol. Y en época de este último se suprimió el cargo de sereno, como tal, y se integró este como un número más de la Policía Municipal.
Yo no sé por qué razón a la vez que la gente tiene más libertades de todo tipo, que a mí me parecen estupendas, cada vez haya menos celo por la defensa del ciudadano. En los años anteriores a la democracia en nuestro pueblo existía un cuartel de la Guardia Civil, que contaba con un sargento y cuatro o cinco guardias. Este estaba abierto durante las 24 horas y si uno necesitaba algo acudía al de guardia para que se lo solucionara o bien llamaba por teléfono. Existía también el sereno, y dos o tres policías. En el Ayuntamiento también. te atendía las 24 horas porque vivía en el edificio el alguacil municipal.
Ahora solo disponemos del Ayuntamiento y este cierra las puertas a las todos los días, no abre ni sábados ni domingos, la guardia municipal tiene sus horarios y su coche y es muy difícil contactar con ellos.
Yo creo que aquél sereno tenía una misión fundamental porque era una ayuda muy grande durante la noche a cualquier ciudadano que tuviese un accidente o una enfermedad y también existía algún freno en la calle durante la noche que es cuando el delincuente debe estar más vigilado.
Y pienso también que si los pueblos de nuestro entorno Valdepeñas, Los Villares o Santiago de Calatrava tienen guardia civil por qué nosotros no la podemos recuperar.
Tengo yo una anécdota al respecto que demuestra como aquellos serenos se tomaban tan en serio su labor y su misión. Cuando yo estaba haciendo las Milicias Universitarias, el segundo año que ya era Sargento, una madrugada salgo yo la calle vestido de sargento porque iba a buscar el taxi que me llevaba a Jaén a coger el autobús que nos llevaría al campamento de Montejaque, (Málaga), para incorporarnos al servicio militar. Me encuentro con el sereno que entonces era Aníbal y este buen hombre al verme de uniforme y con mis galones se me cuadró y me dijo: A sus órdenes mi sargento, sin novedad en el servicio
La verdad es que aquel buen hombre es excedió en su actitud un tanto ingenua de considerarme a mí un superior, militarmente hablando, ya que ni yo era tal militar ni tenía, por supuesto, ningún mando sobre él. Pero la verdad es que ni tanto ni tan poco porque ahora, en los pueblos pequeños, la seguridad y la atención ciudadana, sobre todo por las noches, deja mucho que desear.
Era este un cargo que desarrollaba un funcionario municipal, dentro de lo que se podía considerar la policía municipal, cuya misión consistía en trabajar por las noches velando por los vecinos que mientras descansaban sabían que había alguien que se preocupaba por ellos y que trataba de poner orden en la calle y cuidar de la ciudad.
En las grandes ciudades los serenos tenían a su cargo una zona e incluso disponían de llaves de los portales de los vecinos por si tenían que abrir a algún trasnochador despistado o de atender alguna emergencia.
En los pueblos pequeños como el nuestro el sereno era el que atendía en el ayuntamiento cualquier llamada o cualquier requerimiento que por parte del vecindario se presentaba por la noche.
En Fuensanta los tres últimos serenos fueron Anibal Bermudez, y Manuel García el herrador y Manuel Sánchez el Caracol. Y en época de este último se suprimió el cargo de sereno, como tal, y se integró este como un número más de la Policía Municipal.
Yo no sé por qué razón a la vez que la gente tiene más libertades de todo tipo, que a mí me parecen estupendas, cada vez haya menos celo por la defensa del ciudadano. En los años anteriores a la democracia en nuestro pueblo existía un cuartel de la Guardia Civil, que contaba con un sargento y cuatro o cinco guardias. Este estaba abierto durante las 24 horas y si uno necesitaba algo acudía al de guardia para que se lo solucionara o bien llamaba por teléfono. Existía también el sereno, y dos o tres policías. En el Ayuntamiento también. te atendía las 24 horas porque vivía en el edificio el alguacil municipal.
Ahora solo disponemos del Ayuntamiento y este cierra las puertas a las todos los días, no abre ni sábados ni domingos, la guardia municipal tiene sus horarios y su coche y es muy difícil contactar con ellos.
Yo creo que aquél sereno tenía una misión fundamental porque era una ayuda muy grande durante la noche a cualquier ciudadano que tuviese un accidente o una enfermedad y también existía algún freno en la calle durante la noche que es cuando el delincuente debe estar más vigilado.
Y pienso también que si los pueblos de nuestro entorno Valdepeñas, Los Villares o Santiago de Calatrava tienen guardia civil por qué nosotros no la podemos recuperar.
Tengo yo una anécdota al respecto que demuestra como aquellos serenos se tomaban tan en serio su labor y su misión. Cuando yo estaba haciendo las Milicias Universitarias, el segundo año que ya era Sargento, una madrugada salgo yo la calle vestido de sargento porque iba a buscar el taxi que me llevaba a Jaén a coger el autobús que nos llevaría al campamento de Montejaque, (Málaga), para incorporarnos al servicio militar. Me encuentro con el sereno que entonces era Aníbal y este buen hombre al verme de uniforme y con mis galones se me cuadró y me dijo: A sus órdenes mi sargento, sin novedad en el servicio
La verdad es que aquel buen hombre es excedió en su actitud un tanto ingenua de considerarme a mí un superior, militarmente hablando, ya que ni yo era tal militar ni tenía, por supuesto, ningún mando sobre él. Pero la verdad es que ni tanto ni tan poco porque ahora, en los pueblos pequeños, la seguridad y la atención ciudadana, sobre todo por las noches, deja mucho que desear.