Pasadas las tres de la mañana, por aquí ya no se oye ni un alma, un silencio sepulcral se adueña del foro, desde mi ventana ya no veo luces en el bloque de enfrente, el parque descansa del ajetreo de la tarde, ahora sus columpios parecen fantasmas, la fuente de metal, deja caer incesante un hilo de agua y el banco central…. a este no le cabe un grafiti más.
Todo está en calma menos yo, ya he leído un rato una novela vieja, se llama la promesa, un paseo hasta la cocina, de la cocina al balcón, si pudiera fumar…. ahora me fumaría uno, entro de nuevo y me siento en la cama allí paso un capítulo del “ocho”, otro del caso Nuremberg, cojo de nuevo Inés y la alegría, y termino con la Alcazaba, tengo sueño, mucho sueño, pero mi pierna no me deja dormir. A mi lado, tengo mi “libro”, el de los pensamientos, lo abro al azar como siempre, y me encuentro con este…La rosa sería soberbia, si no hubiese nacido entre espinas. Lo vuelvo a abrir y leo…Las tristezas, no se hicieron para las bestias, si no para los hombres, pero si algunos hombres las sufren demasiados, se vuelven bestias, y ya solo me queda mi Quijote, pensando fríamente, ya no sé, si el cuerdo era yo, o era el Sr. Quesada, pobre, ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos del Imperio de Trapisonda: y así, con estos tan agradables pensamientos, llevados del extraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa en poner en …. y ahora, lo voy a intentar de nuevo, a ver si tengo suerte.
Todo está en calma menos yo, ya he leído un rato una novela vieja, se llama la promesa, un paseo hasta la cocina, de la cocina al balcón, si pudiera fumar…. ahora me fumaría uno, entro de nuevo y me siento en la cama allí paso un capítulo del “ocho”, otro del caso Nuremberg, cojo de nuevo Inés y la alegría, y termino con la Alcazaba, tengo sueño, mucho sueño, pero mi pierna no me deja dormir. A mi lado, tengo mi “libro”, el de los pensamientos, lo abro al azar como siempre, y me encuentro con este…La rosa sería soberbia, si no hubiese nacido entre espinas. Lo vuelvo a abrir y leo…Las tristezas, no se hicieron para las bestias, si no para los hombres, pero si algunos hombres las sufren demasiados, se vuelven bestias, y ya solo me queda mi Quijote, pensando fríamente, ya no sé, si el cuerdo era yo, o era el Sr. Quesada, pobre, ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos del Imperio de Trapisonda: y así, con estos tan agradables pensamientos, llevados del extraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa en poner en …. y ahora, lo voy a intentar de nuevo, a ver si tengo suerte.
Algo similar intentaré yo, Juan.
Ya nos cruzaremos a lo largo del foro...
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