JOSÉ MALAGÓN AGUAYO...

JOSÉ MALAGÓN AGUAYO
Hace ya más de seis años que se nos fue este insigne fuensanteño, en el confluían una serie de virtudes y valores que seria muy difícil enumerar todos ellos porque seguro que me quedaría corto, pero como mi amistad con él fue tan intensa, porque en su infancia y adolescencia más que un amigo para mi, era un hermano pequeño, hoy una vez más calmado tras aquellos dos sucesos que a todos los que le conocíamos nos impactaron, como fue la muerte de su Sra. y la suya con una diferencia de unos cuantos días, voy a contar como fue mi amistad y mi convivencia con esta excelente persona.
Malagón era hijo de Felipe y Carmen, un matrimonio muy humilde que le tuvieron ya un poco mayores. Se que tuvo un hermano Antonio que murió de tuberculosis cuando tenía unos veinte años y tal vez él viniera después de su muerte, esto lo ignoro, porque sus padres quisieran reemplazar su dolor con un nuevo hijo.
Lo cierto es que cuando Malagón vino al mundo eran unos años muy difíciles, en plena posguerra, y para poder ayudar a su familia económicamente, el tuvo que trabajar desde los diez años,
Su padre era el ayudante de Adriano el pichón, un hombre muy fornido y alto, que era albañil, y Felipe era menudo y bajito, ambos trabajaban siempre con mi padre, también albañil y Malagón vino a nuestra empresa cuando tenía 10 años porque su padre le pidió al mío que lo colocara en una rudimentaria fábrica de cañizo que había montado. Malagón siempre alegre y contento era el que partía las cañas, y después se las iba dando a Trini Hidalgo, una vecina que su madre era viuda y tenía 5 hijos, introduciéndolas en el telar para ir confeccionando el rollo de cañizo. Esto era lo que servía para cogerlo a las vigas de madera de los techos para que después dándole yeso se convirtieran en techos rasos.
Trabajó también haciendo pilas de lavar y fregaderos de piedra artificial puliéndolos con un asperón que se traía de un paraje del pueblo llamado el Peñón de Zuzaña que existía piedra con estas características. Trabajo duro que con agua y la piedra consistía en pulir el cemento y dejar al descubierto el granito que contenía la masa dándole una terminación blanca y homogénea que quedaba muy vistosa y muy lisa.
En todo este tiempo Malagón y yo íbamos juntos a todas partes, venía mucho a mi casa a comer conmigo a fiestas, a viajes, a tomar copas y nos lo pasábamos estupendamente.
Recuerdo una de nuestras escapadas que fue a la feria de San Lucas, en Jaén, que como sabéis es en Octubre y que suele hacer mal tiempo y frío. Pues bueno nosotros decidimos ir en moto, con mi Lambretta, y estuvimos todo el día en la feria, después a última hora nos metimos en el circo y cuando salimos a las dos de la mañana cogimos la moto, pero era tanto el frío que hacía que dudamos si íbamos a poder llegar bien a Fuensanta. Pero lo conseguimos y Malagón en las escaleras del callejón de la Parada parece que lo estoy viendo gateando para poder llegar arriba.
Al final Malagón decidió hacer fortuna y marcharse de Fuensanta a Barcelona, por cierto que el viaje hasta Madrid lo hizo conmigo, en mi 600, porque yo ya estaba de Maestro en Soria y en uno de los viajes que bajé a Fuensanta me lo llevé a Madrid para coger el tren a Barcelona.
Allí aprobó para Policía Municipal y se labró un buen futuro, se casó y tuvo una hija Lola que es tan maravillosa como sus padres. El no dejó nunca de venir a su pueblo, donde se hizo una casa, el no dejó nunca de ser Fuensanteño, y lo primero que hacía cada vez que llegaba era subir al almacén a darme un abrazo y saludar a su jefe, como cariñosamente me llamó a mi siempre.
Amigo Malagón se que estáis los dos en el Cielo, no tengo la menor duda, y como a lo mejor te has colocado ahí de monaguillo, que tanto te gustaba, y estarás cerca del JEFE, supremo, échanos una mano y ruega por los que aquí quedamos porque seguro que si tú se lo pides, nos lo concederá. Un abrazo muy fuerte