DESDE MI ATALAYA...

DESDE MI ATALAYA
EL ROCIO.
Esta madrugada tiene lugar el final de la Romería del Rocío, con el tradicional asalto de los almonteños a la capilla para sacar a la virgen en procesión.
Yo que no soy muy amigo de las grandes aglomeraciones y que huyo con frecuencia del mundanal ruido no he estado nunca en la aldea de Almonte, llamada el Rocío, y en la ermita el día solemne de la celebración de la fiesta de la Blanca Paloma pero he estado 4 veces allí, para verla, para rezarle, para postrarme a los pies de esa Virgen del Rocío que quita en “sentío” a toda España y pedirle cosas buenas para los míos y para todos.,
Está ubicado aquel paraje en las marismas del Guadalquivir, a la puerta del Coto Doñana y esta sustentado sobre las arenas de la playa, los pinos y el polvo del camino, un poco incómodo en época veraniega por el calor asfixiante que proporciona pero lleno de fervor y de fe hacia esa Madre generosa que guarda y protege bajo su manto a todos sus hijos que no paran de acudir a visitarla y a alabarla.
La Iglesia es de un estilo andaluz, característico por la blancura de sus fachada y de todo su exterior y el resto de la aldea lo forman las casas de particulares y de las hermandades de los distintos lugares no solo de nuestra Andalucía, sino de otras regiones, que permiten a los romeros descansar durante la fiesta o en todas las ocasiones que visitan el Rocío y al mismo tiempo de disfrutar en plan comunitario de comida, de bebida, de cante y baile andaluz y la estancia de unos días en plan hermandad y religiosidad ante su Blanca Paloma.
Estas edificaciones suelen tener una nave amplia a modo de salón enorme y una primara planta en la que hay pequeñas habitaciones dormitorio donde puedan descansar, o al menos intentarlo, la parejas y las personas invitadas que allí acuden. Ciertamente se pasa muy bien en estas reuniones y los langostinos, las gambas, el jamón, el queso y demás viandas, junto con la cerveza, la manzanilla, el whisky y la Coca Kola están constantemente a disposición de no solo los que hay allí, sino de todo el romero que entre por aquella puerta. Y esa generosa hospitalidad se repite en cualquiera de las casas que se visiten.
Luego el día de la fiesta grande, el día de la procesión, ya hemos visto todos por la televisión y volveremos a ver esta madrugá como se realiza., como los almonteños, porque ahí no dejan entrar a los que no lo son, asaltan la verja que protege a la imagen, la sacan en volandas, con una multitud enfervorecida que intentan, más que llevar, tocar a la Virgen que miles de manos la van sosteniendo y bamboleando por toda la aldea con vítores, gritos, rezos y cánticos en honor de María Santísima del Rocío.
Nosotros, Laly y yo, hemos estado allí como dije en 4 ocasiones, ninguna fue el día de la romería, fue más tranquila y menos festiva y folclórica nuestra visita pero no menos fervorosa y placentera era una visita a nuestra madre, esa madre del cielo y esa madre de Dios, a la que todos debemos tanto y a la que tanto acudimos para pedirle ayuda y protección.