LA LIMPIEZA
Yo no se si vosotros compartiréis conmigo el criterio que tengo sobre la limpieza, refiriéndome a toda la higiene y limpieza en general pero sobe todo a la limpieza de la casa en particular que es la que realizan, y nos obligan a realizar, nuestras mujeres.
Yo no me considero una persona sucia, ni mucho menos güarrilla, pero la verdad es que me resisto bastante a compartir con mi mujer su excesiva preocupación por la limpieza y porque todo esté siempre pulcro e inmaculado ya que eso conlleva una actividad constante y una imposibilidad de disfrutar de tranquilidad y de reposo en el hogar porque tenemos muy a menudo las habitaciones y
patas arriba con la dichosa limpieza.
Hay que ducharse a menudo, hay que cambiarse de ropa casi todos los días, hay que limpiar la casa, la cocina, el baño, las sábanas, y cada dos por tres una vuelta de pintura a la terraza o el salón, y si hay posibilidades económicas cambiar de cortinas o la tapicería del tresillo.
Luego todo esto ocasiona más trabajo, de plancha, de colocación de todo y conseguir poder sentarse tranquilamente a ver la televisión o a navegar por Internet a veces resulta bastante complicado.
Por todo esto, yo le digo a Laly, mira ya somos mayores, ya estamos solos, nuestra casa apenas recibe visitas, ni siquiera de nuestros hijos que están muy lejos los tres y más que venir lo que hacen es obligarnos a nosotros a ir, para poder ver y abrazar a nuestros nietos, por qué no bajar el listón, limpiar menos, trabajar menos, y disfrutar de la tranquilidad y la paz que nuestros años nos permiten y hasta nos exigen. Pero eso es imposible esta mujer tuvo una madre tan limpia que murió con noventa años y seguía haciendo en su casa toda esta exagerada limpieza cada año y su hija recibió la misma enseñanza y no hay quien la haga cambiar de táctica.
Siempre se ha tenido como orgullo en las mujeres el ser limpias, el ser ordenadas, el ser buenas amas de casa, pero todo tiene su término medio y por supuesto que los excesos no son aconsejable en ningún caso, yo desde luego he disfrutado mucho con lo limpia que es mi mujer a lo largo de 55 años de casados pero a veces me hubiera gustado, no que fuera un poco “espesa”,· pero si, por supuesto, que fuese menos limpia, porque creo que esta se ha pasado.
Yo no se si vosotros compartiréis conmigo el criterio que tengo sobre la limpieza, refiriéndome a toda la higiene y limpieza en general pero sobe todo a la limpieza de la casa en particular que es la que realizan, y nos obligan a realizar, nuestras mujeres.
Yo no me considero una persona sucia, ni mucho menos güarrilla, pero la verdad es que me resisto bastante a compartir con mi mujer su excesiva preocupación por la limpieza y porque todo esté siempre pulcro e inmaculado ya que eso conlleva una actividad constante y una imposibilidad de disfrutar de tranquilidad y de reposo en el hogar porque tenemos muy a menudo las habitaciones y
patas arriba con la dichosa limpieza.
Hay que ducharse a menudo, hay que cambiarse de ropa casi todos los días, hay que limpiar la casa, la cocina, el baño, las sábanas, y cada dos por tres una vuelta de pintura a la terraza o el salón, y si hay posibilidades económicas cambiar de cortinas o la tapicería del tresillo.
Luego todo esto ocasiona más trabajo, de plancha, de colocación de todo y conseguir poder sentarse tranquilamente a ver la televisión o a navegar por Internet a veces resulta bastante complicado.
Por todo esto, yo le digo a Laly, mira ya somos mayores, ya estamos solos, nuestra casa apenas recibe visitas, ni siquiera de nuestros hijos que están muy lejos los tres y más que venir lo que hacen es obligarnos a nosotros a ir, para poder ver y abrazar a nuestros nietos, por qué no bajar el listón, limpiar menos, trabajar menos, y disfrutar de la tranquilidad y la paz que nuestros años nos permiten y hasta nos exigen. Pero eso es imposible esta mujer tuvo una madre tan limpia que murió con noventa años y seguía haciendo en su casa toda esta exagerada limpieza cada año y su hija recibió la misma enseñanza y no hay quien la haga cambiar de táctica.
Siempre se ha tenido como orgullo en las mujeres el ser limpias, el ser ordenadas, el ser buenas amas de casa, pero todo tiene su término medio y por supuesto que los excesos no son aconsejable en ningún caso, yo desde luego he disfrutado mucho con lo limpia que es mi mujer a lo largo de 55 años de casados pero a veces me hubiera gustado, no que fuera un poco “espesa”,· pero si, por supuesto, que fuese menos limpia, porque creo que esta se ha pasado.