EL GALLO DE MORON
En infinidad de ocasiones habrán escuchado la expresión "Te vas a quedar como el Gallo de Morón, sin plumas y cacareando". Su aplicación diaria a multitud de situaciones cotidianas es bien sabida, pero cuál es el origen de esta leyenda que, como su propio nombre indica, nació en Morón de la Frontera, pueblo de Sevilla, Andalucía, España.
Como en tantas otras ocasiones, el Gallo de Morón, ni era un gallo ni era de Morón. Y como en casi todas las leyendas, el tiempo ha permitido que existan distintas versiones sobre la misma. Lo que sí comparten todas las variantes de esta anécdota, que pasó a ser seña de identidad del municipio, es que la curiosa leyenda se sitúa en el siglo XVI.
En aquel entonces, el pueblo de Morón se dividía en dos bandos. Dos grupos que incluso tenían cada uno su propio alcalde, lo que provocaba muchos enfrentamientos y todo era motivo de confrontación. La autoridad superior de justicia en la época, la Real Chancillería de Granada, con el objetivo de poner orden y paz a la situación, envió a Morón a un juez, y ahí nace la leyenda.
Esta historia continúa con este juez, el doctor Juan Esquivel, quien no guardaba, precisamente, las formas en el trato con los vecinos. Debido a esta dura actitud, se comenzó a extenderse la frase "de que donde estuvise Esquivel no cantaba más gallo que él". Así, al regulador se le apodó El Gallo por su comportamiento altivo.
Pero un día, cansado el pueblo de la actitud del juez, decide darle un escarmiento. Lo llevan a las afueras del pueblo, lo dejan desnudo y con varas de acebuche le dan una paliza. Después de aquel suceso, el juez salió corriendo y gritando hacia Granada, jurando no volver a pisar esta tierra y de aquél hecho nació la leyenda y con ella la letrilla:
"Anda que te vas quedando como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando en la mejor ocasión".
En infinidad de ocasiones habrán escuchado la expresión "Te vas a quedar como el Gallo de Morón, sin plumas y cacareando". Su aplicación diaria a multitud de situaciones cotidianas es bien sabida, pero cuál es el origen de esta leyenda que, como su propio nombre indica, nació en Morón de la Frontera, pueblo de Sevilla, Andalucía, España.
Como en tantas otras ocasiones, el Gallo de Morón, ni era un gallo ni era de Morón. Y como en casi todas las leyendas, el tiempo ha permitido que existan distintas versiones sobre la misma. Lo que sí comparten todas las variantes de esta anécdota, que pasó a ser seña de identidad del municipio, es que la curiosa leyenda se sitúa en el siglo XVI.
En aquel entonces, el pueblo de Morón se dividía en dos bandos. Dos grupos que incluso tenían cada uno su propio alcalde, lo que provocaba muchos enfrentamientos y todo era motivo de confrontación. La autoridad superior de justicia en la época, la Real Chancillería de Granada, con el objetivo de poner orden y paz a la situación, envió a Morón a un juez, y ahí nace la leyenda.
Esta historia continúa con este juez, el doctor Juan Esquivel, quien no guardaba, precisamente, las formas en el trato con los vecinos. Debido a esta dura actitud, se comenzó a extenderse la frase "de que donde estuvise Esquivel no cantaba más gallo que él". Así, al regulador se le apodó El Gallo por su comportamiento altivo.
Pero un día, cansado el pueblo de la actitud del juez, decide darle un escarmiento. Lo llevan a las afueras del pueblo, lo dejan desnudo y con varas de acebuche le dan una paliza. Después de aquel suceso, el juez salió corriendo y gritando hacia Granada, jurando no volver a pisar esta tierra y de aquél hecho nació la leyenda y con ella la letrilla:
"Anda que te vas quedando como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando en la mejor ocasión".