Muy largo y mal predicó
cierto religioso un día,
y a una
mujer que le oía
mal de corazón le dió
"Pues ¿de qué, aquí le dió?"
y el bellaco respondió:
"De oír a su reverencia".
"Pues ¿cómo el desvergonzado,
sabe que es de haberme oido,
aqueste mal que le ha dado?"
A lo cual el
hombre así
le respondió en un momento:
"Yo lo sé porque ya siento
que me quiere dar a mí".