Resulta que uno pensaba que Esperanza Aguirre era una egregia corrupta, y resulta que solo es tonta. Jolín, jopé y jová. Qué desilusión. Al pueblo le agrada que sus corruptos sean gente enterada, con fajos de billetes en sus bolsos Gucci y patadas al obrero dentro sus tacones Louboutin. A un segundo de a bordo lo ves todos los días, y hay que ser muy tonto o muy pepero o muy condesa para no enterarse de que tu rapaz anda evadiendo millones negros a Suiza. Desde esta humilde columna acuso a Esperanza Aguirre de ser cómplice de Francisco Granados y de la Gürtel o de ser más tonta que un haba escolarizada por Wert. Que sea ella quien ponga la equis en la respuesta que menos la distraiga de sus importantes quehaceres.
Yo creo que Espe debe de ser tonta tanto en su estridente castellano como en su afamado inglés, pues en caso contrario nos estaría llamando tontos al resto de los españoles. Yo, que frecuento mucho los restaurantes más caros del mundo para hacer simpas, atisbo que cuando un sommelier se equivoca y me sirve un Don Simón en lugar de un Chateau Valandraud el jefe se da cuenta. La tontiña de mi Espe, dicho sea con cariño, no se enteró de que su viceconsejero Alberto López Viejo andaba en la Gürtel ni de que Francisco Granados cobraba comisiones. Ay, Dios.
Lo malo de nuestros grandes estadistas, como Espe, es que son muy confiados y muy ignorantes. Solo piensan en el bien del pueblo, y no se dan cuenta de que sus subordinados tienen un Jaguar en el garaje, un tigre vivo en el salón y la cabeza disecada de una desahuciada en el cuarto de baño. No es que sean posesiones inalcanzables para cualquier español medio, y quizá por eso les pasan desapercibidas. Pero cuando tienes responsabilidades públicas lo menos que puedes hacer, cuando vas al váter, es ver si hay colgadas o no cabezas de desahuciadas. Por el qué dirán.
Voy a arriesgar un poquito, porque hoy ando gallego. Pero no creo que Esperanza Aguirre acabe jamás en la cárcel, pues hay muy poco sitio para tanta delincuencia. Solo con Espe llenaríamos Soto del Real, con su módulo uno para recepciones, el módulo dos para el five o´clock tea de las esposas de los banqueros y el módulo tres para el desempate al cricket. Los presos comunes, por supuesto, serían liberados y agraciados con un salario social para dejar respirar a las señoras.
Yo ya estoy un poco cansado de que nos roben los amigos y primos de nuestros impúberes próceres tontos y bienintencionados, como Espe, que nunca ha robado un cortijo en su vida. En otras democracias más sustantivas roban directamente los próceres, y no hay que ir investigando cargos, parientes, secretarios generales ni genealogías. Quizás, en un futuro lejano, nuevos sistemas políticos permitan encarcelar a los tontos que han dejado a los listos subirse a los puestos donde robar. Y entonces los pobres dormiremos igual de pobres, pero quizá más tranquilos. Y quizá también menos pobres.
Ay, Espe. Nunca debimos dejar la política en manos de gente tan honrada y honesta como tú. Para tu consuelo, decirte que también la Cospe se siente desolada ante esos casos de corrupción que afectan a “esas personas de las que ustedes me hablan”. Que no son nadie. Que son como los muertos que se tiran de sus balcones. Que no han tenido, ni tienen, ni tendrán nunca nombre.
Aníbal Malvar.
Yo creo que Espe debe de ser tonta tanto en su estridente castellano como en su afamado inglés, pues en caso contrario nos estaría llamando tontos al resto de los españoles. Yo, que frecuento mucho los restaurantes más caros del mundo para hacer simpas, atisbo que cuando un sommelier se equivoca y me sirve un Don Simón en lugar de un Chateau Valandraud el jefe se da cuenta. La tontiña de mi Espe, dicho sea con cariño, no se enteró de que su viceconsejero Alberto López Viejo andaba en la Gürtel ni de que Francisco Granados cobraba comisiones. Ay, Dios.
Lo malo de nuestros grandes estadistas, como Espe, es que son muy confiados y muy ignorantes. Solo piensan en el bien del pueblo, y no se dan cuenta de que sus subordinados tienen un Jaguar en el garaje, un tigre vivo en el salón y la cabeza disecada de una desahuciada en el cuarto de baño. No es que sean posesiones inalcanzables para cualquier español medio, y quizá por eso les pasan desapercibidas. Pero cuando tienes responsabilidades públicas lo menos que puedes hacer, cuando vas al váter, es ver si hay colgadas o no cabezas de desahuciadas. Por el qué dirán.
Voy a arriesgar un poquito, porque hoy ando gallego. Pero no creo que Esperanza Aguirre acabe jamás en la cárcel, pues hay muy poco sitio para tanta delincuencia. Solo con Espe llenaríamos Soto del Real, con su módulo uno para recepciones, el módulo dos para el five o´clock tea de las esposas de los banqueros y el módulo tres para el desempate al cricket. Los presos comunes, por supuesto, serían liberados y agraciados con un salario social para dejar respirar a las señoras.
Yo ya estoy un poco cansado de que nos roben los amigos y primos de nuestros impúberes próceres tontos y bienintencionados, como Espe, que nunca ha robado un cortijo en su vida. En otras democracias más sustantivas roban directamente los próceres, y no hay que ir investigando cargos, parientes, secretarios generales ni genealogías. Quizás, en un futuro lejano, nuevos sistemas políticos permitan encarcelar a los tontos que han dejado a los listos subirse a los puestos donde robar. Y entonces los pobres dormiremos igual de pobres, pero quizá más tranquilos. Y quizá también menos pobres.
Ay, Espe. Nunca debimos dejar la política en manos de gente tan honrada y honesta como tú. Para tu consuelo, decirte que también la Cospe se siente desolada ante esos casos de corrupción que afectan a “esas personas de las que ustedes me hablan”. Que no son nadie. Que son como los muertos que se tiran de sus balcones. Que no han tenido, ni tienen, ni tendrán nunca nombre.
Aníbal Malvar.